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Uno de los textos más populares del Nuevo Testamento es el elogio del amor que ocupa la totalidad del capítulo 13 de la primera carta a los Corintios que, introducido por el último versículo del capítulo 12, leemos en la segunda lectura de este domingo (1 Co 12,31-13,13). El capítulo se puede dividir en tres partes. En la primera (vv. 1-3) se presenta el amor en contraposición a otros dones de los que se ha hablado en el capítulo 12. La segunda parte (vv.4-7) describe el amor y la tercera ( vv. 8-13) está dedicada a exponer el valor permanente del amor.

Los dones mencionados en el primer apartado y en todo el capítulo eran los más apreciados por los corintios y eran aquellos de los que algunos presumían ante toda la comunidad. El mensaje que se quiere enviar es que el comportamiento más heroico posible queda en nada sin el amor.

Los términos con los que se describe el amor no están puestos al azar, sino que responden a la situación que se daba en la comunidad de Corinto. Fijémonos en la envidia. Aquí hay que entender el término como el deseo intenso de poseer lo otro; este deseo genera envidia y celos. Un envidioso no puede amar a otro porque la envidia es siempre negativa e incompatible con la actitud positiva del amor. El autor del texto seguramente está pensando en las envidias derivadas de no poder poseer determinados dones; esto originaba rivalidades, divisiones y enfrentamiento en la comunidad.

El amor no presume. Posiblemente los poseedores de determinados dones que ellos consideraban superiores adoptaban una actitud de superioridad respecto al resto de corintios o respecto a los que tenían unos dones que los orgullosos consideraban de menor categoría. Los arrogantes depreciaban a estos otros y los consideraban débiles e ignorantes. Nada que ver con el mensaje de Jesús “Dichosos los humildes: ¡ellos poseerán la tierra! (Mt5,5).

Sigue el texto con la descripción en negativo y positivo de los comportamientos que corresponden al auténtico amor. Aplicables a los miembros de la comunidad de Corinto pueden hacerse extensivos al comportamiento de cualquier cristiano.

La tercera parte es la menos comentada. Empieza afirmando que el amor no va a pasar nunca. Debemos tener en cuenta que el pensamiento de Pablo tiene la mirada puesta en los tiempos últimos marcados por la segunda y definitiva venida de Jesús. En ese tiempo el amor se mantendrá con todo su vigor. La diferencia entre el tiempo actual y el tiempo futuro lo explica el texto con tres afirmaciones: 1) la inutilidad de los dones de conocimiento, lenguas y profecía que ahora son limitados; 2) comparación de los tiempos actuales con la etapa infantil de la vida humana; 3) conocimiento limitado del tiempo actual contrastado con el conocimiento total del tiempo futuro. Es curiosa la imagen del espejo por describir el conocimiento limitado. Corinto era famosa por sus espejos de metal pulido. Eran los mejores de la época, pero reflejaban una imagen distorsionada, deficiente y no conseguían obtener una imagen clara que se correspondiera con toda exactitud con la imagen original. Eran muy distintos a los espejos de vidrio actuales a los que estamos acostumbrados.

El texto no pretende afirmar que estos dones sean inútiles. Son buenos pero su utilidad se limita a la existencia del mundo actual. No serán necesarios cuando el Reino de Dios llegue a su realización total y plena. A diferencia de esto, el amor, ya en el tiempo presente, tiene un valor superior a los dones de profecía, lenguas y conocimiento y no hace falta decir a todo el resto de dones. Además, en el tiempo futuro cuando todo tipo de don haya perdido su utilidad, el amor conservará todo su vigor. El amor no terminará nunca y sí que lo hará todo tipo de don en la temporalidad del mundo actual.

El amor en el tiempo futuro se impondrá sobre la fe y la esperanza que son importantes en el mundo presente pero que dejarán de ser necesarias en el nuevo tiempo que está por venir. Ahora conocemos a Dios por medio de la fe y tenemos la esperanza de un futuro que debe venir. Cuando el Reino de Dios llegue a su total realización, conoceremos a Dios cara a cara y poseeremos el futuro que ya no habrá que esperar. Ahora amamos imperfectamente, pero cuando llegue el tiempo nuevo amaremos con toda plenitud e intensidad, tal y como Dios nos ha amado a nosotros.

El domingo 4º durante el año. 30 de Enero de 2022

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