Razonar la esperanza

Comentario a la 2ª lectura del domingo 6º de Pascua. A

Seguimos leyendo en la segunda lectura de estos domingos de Pascua fragmentos de la 1ª. Carta de Pedro. Este domingo corresponde leer cuatro versículos del capítulo 3º donde siguen los consejos para el buen comportamiento en la vida de los creyentes.

El texto comienza diciendo “Santificad en vuestros corazones a Jesucristo”. Algunas versiones traducen santificad por glorificad o reconoced, reverenciad, honrad. Santificad es el imperativo del verbo griego “hagiazô” que significa declarar sagrado o santo, hacer santo, consagrar. El verbo nos lleva a las palabras del Padrenuestro de Mt 6,9 y Lc 11,2 donde se pide que Dios santifique su nombre, es decir, que la realidad de Dios quede incontaminada de la maldad del mundo.

La santidad pertenece sólo a Dios ( 1Sa 2,2; Is 6,3; Sl 99,3.5) . La santidad de Dios se comunica a cualquier persona o algo que tenga alguna conexión con Dios. Es evidente la conexión de Jesús y Dios, el Padre, por eso el autor de 1Pe pide a su comunidad que reconozca la santidad de Jesús que ha logrado llevando a cabo la obra que Dios le ha confiado: cumplir su voluntad que tiene su momento culminante en la muerte y la resurrección (Jn 17,4-5).

"Estad siempre listos para dar razón de la esperanza que teneis". El texto no impone la obligación de presentar un ensayo erudito ni una defensa lógica de la revelación. Los creyentes perseguidos han vivido una dura experiencia que los ha llevado a necesitar una fuerte esperanza. Quienes no tienen esperanza, aquellos de quienes habla la primera carta a los Tesalonicenses (4,13), es lógico que pregunten cuál es el fondo que aguanta la esperanza de aquellos que la tienen y estos tendrán que estar preparados para responder desde de su experiencia: cómo nació esta esperanza, cuál es su contenido y qué le aguanta.

Y todo esto serenamente y con respeto. Tristemente vendrán días en la historia de la Iglesia que esto no será así. La defensa de la fe querrá hacerse desde la lógica y el razonamiento con combates intelectuales y en algunos momentos de la historia practicando la violencia y la fuerza inhumana. El texto de 1Pe dice "dejar confundidos" no derrotados y vencidos. Hay que recordar las recomendaciones de Jesús: frente a los adversarios: más que elaborar trabajadas defensas a quien hay que dejar hablar es al Espíritu Santo (Mc 13,11).

El texto que nos ocupa habla de la esperanza, término que aparece más veces en 1Pe (1,3.13.21). Así como en el Padrenuestro hemos visto que se pide la santificación del nombre de Dios, es también en el Padrenuestro que pedimos se cumpla el gran deseo de la esperanza cristiana, el advenimiento del Reino de Dios.

En los escritos de Pablo y de su escuela la esperanza aparece vinculada con la fe y el amor ( 1Co 13,13; 1Tes 1,3; 5,8Col 1,4s; Ef 1,15ss). La teología cristiana las llamará virtudes teologales.

La esperanza mundana queda frenada por lo terrenal y humanamente imposible y, en consecuencia, sus ganancias, logros o fracasos están circunscritos a las posibilidades humanas; la esperanza cristiana, en cambio, está vinculada a las promesas de Dios. Quien mejor habla de ella es Pablo en el capítulo octavo de la carta a los Romanos: “El universo creado espera con impaciencia que la gloria de los hijos de Dios se revele plenamente... pero mantiene la esperanza de que también él será liberado de la corrupción y obtendrá la libertad y la gloria de los hijos de Dios... Nosotros poseemos el Espíritu... gimiendo dentro de nosotros anhelando ser plenamente hijos cuando nuestro cuerpo sea liberado” (Rm 8,19.21.23).

Los destinatarios de 1Pe agobiados por la tribulación se identifican con la creación impaciente de que habla Pablo. La esperanza viva, la heredad incorruptible (1Pe 1,3s) no es otra que la filiación ansiada por quienes poseen el Espíritu.

Domingo 6º de Pascua. 14 de Mayo de 2023.