Jerusalén puertas abiertas

Comentario a la primera lectura. Misa de la Aurora. Día de Navidad.

En los relatos de la infancia de Jesús, tanto de Mateo como de Lucas se afirma que Jesús es el Salvador (Mt 1,21; Lc 2,11) es por eso que en las primeras lecturas del ciclo navideño se haya escogido textos que hablen de la salvación que se promete o se acerca. Este es el caso de la primera lectura de la misa del Amanecer del día de Navidad. Es un texto del tercer Isaías (Is 62,11-12) donde se anuncia la llegada del Señor como salvador y el restablecimiento de la ciudad de Jerusalén.

El libro del Tercer Isaías (cc. 56-66) es una colección de textos que recogen profecías anónimas de procedencia y épocas diferentes. Su estilo no es el de Isaías (cc.1-39), el profeta del siglo VIII a. C.., ni del Segundo Isaías (cc. 40-55) el profeta del exilio, a pesar de que puedan haber puntos de contacto entre las tres partes que componen nuestro actual libro de Isaías. Uno de sus temas estrella y que es presente en la lectura de hoy es el anuncio de la salvación de Jerusalén que será glorificada, iluminada y llena a rebosar de regalos y que se convertirá en el centro de atracción para las naciones extranjeras. El tiempo a que se refiere el pasaje que leemos es un tiempo en que se ha producido el retorno del exilio de Babilonia.

Los antiguos exiliados han vuelto a Jerusalén después de un largo exilio. Persia ha derrotado los babilonios y ha instituido una nueva manera de hacer política. En vez de subyugar a los deportados judíos, Ciro les ha permitido volver a Jerusalén y, incluso, les ha proporcionado recursos por la reconstrucción del templo. Sin embargo, los antiguos exiliados han visto que el Señor ha hecho posible el retorno pero no ha sido lo mismo con la reconstrucción de Jerusalén que se presenta como una empresa nada fácil creciendo la añoranza del antiguo esplendor. Ante este panorama hacen falta palabras de coraje y esto es lo que hace el Tercer Isaías cuando habla de Jerusalén.

El texto que leemos empieza diciendo: “El Señor hace sentir este mensaje hasta el extremo de la tierra”. Confirma lo que hemos dicho sobre la función de Jerusalén como centro de atracción para todas las naciones que no forman parte del pueblo de Israel. “Los pueblos se acercarán a tu luz” ha dicho el profeta en el capítulo 60,3. Es una característica del Tercer Isaías: Todos los pueblos pueden unirse al Señor. “Los extranjeros que se han unido a mí, el Señor, para adorarme y estimar mi nombre ... yo les haré entrar en mi montaña santa“ (56,6-7). El primer Isaías ya había dicho que todos el pueblos y naciones afluirían a la montaña del Señor (2,2-3) pero el tercer Isaías introduce una novedad muy significativa: desaparecen los condicionantes de la pureza ritual para acceder al templo. Incluso el hombre más impuro, como el eunuco, puede convertirse en puro por voluntad de Dios.

A Jerusalén le dirán: “Predilecta”, “Ciudad no abandonada”. Es un eco del versículo 4 del mismo capítulo: “No te llamaran más Abandonada”... A ti te llamaran “Mi complacencia” y a tu tierra “Tiene marido”. Estas maneras de nombrar a Jerusalén hay que leerlas a la luz de la metáfora matrimonial. Jerusalén era como una esposa abandonada a causa del exilio. El abandono era una condición humillante y dolorosa para la mujer pero a la vez tampoco el Señor podía estar satisfecho con esta situación. A pesar de la distancia, el Señor continúa amando a Jerusalén. Ella, esposa del Señor, ya no será más abandonada porque su esposo la tomará de nuevo y el país (otra manera de indicar la esposa del Señor) no será devastado porque habrá una restauración total.

La exaltación de Jerusalén por parte del Tercer Isaías contribuyó a que aquella pequeña población jebusea que David convirtió en capital del reino de Judá llegara a ser lugar significativo y privilegiado de la presencia de Dios en medio de su pueblo.

Festividad de la Natividad del Señor. Misa del Amanecer 25 de Diciembre de 2022