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El fragmento del capítulo noveno del evangelio de Marcos (9,30-37) que leemos este domingo, lo podemos repartir en tres partes: 1) Instrucción a los discípulos con el segundo anuncio de la pasión; 2) incomprensión de los discípulos evidenciada con la discusión sobre quién de ellos es el más importante; 3) nueva instrucción orientada a corregir la forma de pensar de los discípulos.

Podemos observar como el fragmento está marcado fuertemente por el hecho de la instrucción. La elección de los doce descrita en 3,13-19 no presupone ningún proceso de formación. Jesús incluye a sus discípulos - y por supuesto a los doce - en las enseñanzas y predicaciones dirigidas a la gente. Da la impresión de que los discípulos han ido viviendo experiencias fuertes (tempestad calmada 4,35-41; multiplicación de los panes 6,30-41; transfiguración 9,2-10) sin entender gran cosa. La reiteración en la instrucción que vemos en el fragmento de hoy significa que, a partir de ahora, esta se intensifica en detrimento de los milagros (en el resto del evangelio sólo encontraremos la curación del ciego de Betsaida (10, 46-52). Menos milagros, más instrucción.

En la instrucción juega un lugar importante la "oikia". A diferencia de "oikos", casa en el sentido de lugar geográfico o de familia, linaje, dinastía, "oikia" significa la casa comunidad, el lugar donde se reúnen las personas que participan en un proyecto común. Es desde la "oikia", desde la comunidad que le permanece fiel que Jesús imparte la instrucción a los discípulos.

El segundo anuncio de la pasión se distingue del primero hecho en Cesarea de Filipo (Mc 8,31). En este los responsables de la muerte de Jesús son los notables, los principales sacerdotes y los maestros de la ley. El texto que nos ocupa dice, en cambio, que el Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres y lo matarán. Las propuestas para identificar estos hombres e interpretar el cambio son muy variadas. En un tiempo en que las comunidades de Marcos que leen este evangelio comienzan a sufrir las primeras persecuciones, estos hombres representan los perseguidores de las comunidades. Jesús fue perseguido y muerto, las comunidades pueden correr la misma suerte. Otra propuesta amplía grupos de los implicados en la muerte de Jesús que no se limitarían a los notables, sacerdotes y escribas, sino que se incluirían los paganos; visto así los romanos también estarían implicados en la muerte de Jesús y concretamente Pilato.

La propuesta más atrayente es la que ve que el calificativo "Hijo del hombre" acentúa la humanidad de Jesús. Hijo del hombre sería un genérico que vendría a decir simplemente: el hombre. Jesús representa la humanidad entera. Cuando se dice que el Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres se quiere poner de manifiesto que Jesús representa todos aquellos hombres y mujeres que a lo largo de la historia han caído en manos de otros hombres que los han humillado, torturado y matado. Jesús, Hijo del hombre, muriendo entre dos condenados, representa aquella parte de la humanidad que, a manos de otra parte de la humanidad, sufre y muere.

A las pretensiones de grandeza de los discípulos Jesús contrapone la figura del "paidion" que, aunque se pueda traducir por hijo, niño, muchacho, de hecho es un sirviente, un criado, un chiquillo. El "paidion" era considerado el último de todos, no contaba para nada, sólo para servir. Este pequeño servidor de todos es puesto en medio, en el centro, es decir, adquiere una centralidad indiscutible y es el referente incuestionable de la "oikia" -comunidad de Jesús.

Domingo 25 durante el año. 23 de Septiembre de 2018

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