Pasar al contenido principal

El fragmento del evangelio de Marcos que leemos este domingo (9,38-43.45.47-48) tiene el atractivo de evidenciar una situación muy repetida a lo largo del tiempo. ¿Qué pasa cuando uno que va por libre obtiene con su actividad resultados más exitosos que no obtienen los que pertenecen a un grupo oficial, estructurado y organizado? Habitualmente la reacción es impedirlo o desprestigiar al otro.

Marcos plantea la cuestión describiendo el conflicto entre el grupo de Juan, hijo del Zebedeo y un exorcista anónimo, representante de un grupo -comunidad que opera al margen del grupo oficial de seguidores de Jesús. El grupo de Juan es un grupo bien delimitado, se sabe bien quién pertenece a él y quién no, pretende tener el control sobre los exorcismos de Jesús y no tiene ningún miramiento con los que le son contrarios (hemos tratado de impedir -lo v. 38). El grupo vive un estado de frustración por no haber sabido sacar un espíritu malo de un chico (Mc 9,18).

El exorcista anónimo podría pertenecer a algún grupo de galileos que sienten admiración por Jesús a quien ven como un profeta, un sabio, un sanador y amigo de los pobres y marginados. Este grupo no se integra en el grupo de Juan ni se organiza a su estilo.
Juan no se opone a que haya otros exorcistas, lo que no admite es que estos se valgan del nombre de Jesús por considerar que este nombre es de su propiedad. En el momento en que Juan quiere organizarse como movimiento excluyente con una dirección unificada surgen grupos que rechazan esta incipiente organización; se sienten vinculados a Jesús pero no forman parte de la comunidad oficial.

Jesús no desautoriza al grupo de Juan: "No se lo impidáis .... quien no está contra nosotros está con nosotros" (vv. 39-40). Lo que Jesús pide es que el grupo sea lo suficientemente abierto para considerar como de la propia comunidad aquellos que, sintonizando con el proyecto de Jesús, ejercen una tarea liberadora de la persona humana.
A la actitud prepotente de impedir por la fuerza la acción del exorcista anónimo se contrapone la acción sencilla de dar un vaso de agua y esta, a su vez, se contrapone el escándalo. Escandalizar significa poner obstáculos en el camino de los más pequeños, de los más débiles con el propósito de hacerlos caer. Jesús se muestra muy enérgico con quienes son causa de escándalo y dirige a los que escandalizan a fin de que reflexionen y se dispongan a cambiar cortándose todo lo que origina y encamina al escándalo. La energía de las palabras de Jesús se nota por la triple advertencia. El que quiere dejar de escandalizar debe estar dispuesto a cambiar en tres áreas fundamentales de la vida humana: la actuación (la mano), el caminar (el pie) y el conocer o desear (el ojo).
La mano es símbolo aquí de la actividad humana (proyectos, negocios). Con la mano hacemos cosas buenas y cosas malas, permite actuar con libertad. Si el actuar es debido a que otros caigan, hay que dar un cambio radical.
El pie está relacionado con el caminar y el hacer camino es símbolo de un estilo determinado de vida. Hay que hacer el camino del Reino, el camino de Jesús hacia la cruz. Si el mal caminar hace que otros se desvíen, es necesario reorientar inmediatamente la dirección. Si tenemos en cuenta el esquema quiastico según el cual lo que está en medio es lo más importante, caminar como orientación de la vida será lo más importante de las tres cosas.
El ojo es símbolo de conocimiento y de deseo. No conocer lo que hay que saber o no desear lo que es conveniente puede perjudicar a los demás, es necesario un nuevo enfoque. En cuanto al castigo, Jesús no ahorra la dureza del lenguaje apocalíptico, más cuando se trata de la defensa del débil
Domingo 26 durante el año. 30 de Septiembre de 2018.

Us ha agradat poder llegir aquest article? Si voleu que en fem més, podeu fer una petita aportació a través de Bizum al número

Donatiu Bizum

o veure altres maneres d'ajudar Catalunya Religió i poder desgravar el donatiu.