El estupor de las naciones

Empezamos, con este primer domingo de Adviento, un nuevo año litúrgico con el correspondiente cambio de ciclo. Iniciamos el C en él corresponde leer el evangelio de Lucas. Como es habitual, en el primer domingo del año litúrgico se lee un fragmento del discurso sobre el fin. En Lucas este discurso se encuentra en el capítulo 21 y va del versículo 5 al 36. En la primera lectura de hoy leemos dos fragmentos: vv 25-28 y 34-36.

El texto que leemos hoy pertenece a la segunda parte del discurso (vv.25-36). En la primera parte Jesús ha hablado de la destrucción y el fin de Jerusalén y la profanación de su templo, referente indiscutible de la religiosidad judía. Lo que sucede en Jerusalén no haces más que ser un preludio de una situación que se producirá a nivel universal.

El fragmento que nos ocupa habla de las señales espectaculares que precederán la venida del Hijo del hombre y encontramos tres colectivos bien diferenciados de los que especifica la reacción que tendrán con la venida del Hijo del hombre; se trata de las naciones, los hombres - algunas versiones traducen la gente - y vosotros que se entiende son los seguidores de Jesús.

Las naciones en terminología bíblica tienen un significado importante sobre todo por sus relaciones con el pueblo de Israel. Las naciones son el paradigma de la idolatría: "Estas naciones, en sus cultos, hacen todo tipo de ritos que el Señor abomina y detesta" dirá el libro del Deuteronomio (12,31) y lo grave del caso es que estas naciones pueden arrastrar a Israel hacia la idolatría, por eso el mismo libro del Deuteronomio dirá: "el Señor tu Dios pondrá en tus manos estas naciones ... no hagas pactos con ellas ... apartarían del Señor tus hijos y ellos adorarían otros dioses" (7,2-3). Pero Israel no hará caso de estas advertencias y acabará practicando la idolatría, pecado por el que será dispersado entre las naciones que se convertirán en el escenario y el instrumento del castigo impuesto por Dios. "Ahora se han juntado contra ti muchas naciones y dicen: Que Sión sea profanada" dirá el profeta Miqueas (4,11). Las naciones, sin embargo, pagarán caro el mal y el daño cometido contra Israel, lo que le habrán hecho se les volverá en contra: "Está cerca el día del Señor, día de amenaza contra todas las naciones. Te haré a ti tal como has hecho. Con las mismas pagas te pagarán "(Ab 1,15).

Asiria, Babilonia, los seléucidas son históricamente las naciones que más han oprimieron y perjudicaron a Israel, pero, en el momento en que se escribe el texto de Lucas, la nación más opresora de Israel ha sido el imperio romano. Poco antes del texto que leemos hoy, Lucas habrá dicho: "Cuando veáis que las legiones romanas rodeen Jerusalén" (v.20). Pero ahora la suerte ha dado la vuelta y las naciones (el imperio romano) vivirán con angustia alarmadas por el estruendo del mar (v.21).

En el capítulo 16 Lucas hace una distinción entre los hombres y los hijo de la luz (16,8). En el pasaje que comentamos encontramos una distinción similar. La gente -los hombres- desfallecerá de miedo y de ansiedad, no será así con los seguidores de Jesús, las comunidades cristianas. Se ven las reacciones de signo contrario por un lado la gente y las naciones, por otro los seguidores de Jesús. El libro de Enoc dice: "Caerán de cara en el suelo delante de él todos los reyes, poderosos y encumbrados que dominan la tierra, se postrarán y esperarán en aquel Hijo del Hombre, le rezarán y pedirán misericordia" (62, 9). En cambio, a sus seguidores Jesús les dice: enderezad el ánimo y levantad la cabeza que se acerca vuestra liberación. Estar de pie y con la cabeza alta es la posición contraria a la sumisión. En el texto que sigue a la lectura, Lucas muestra la imagen de la higuera que brota. Es la primavera del Reino de Dios que, para los que están de pie, se impondrá total y definitivamente.

Domingo 1º de Adviento. 2 de Diciembre de 2018.