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Ante el rechazo de sus conciudadanos de Nazaret y de su familia, Jesús, para contrarrestar estos comportamientos, inicia una acción consistente en enseñar en los pueblos de alrededor y enviar el grupo de los doce. El envío y las instrucciones para la misión se explican en el texto que leemos en el evangelio de este domingo (Mc 6,7-13).

"Les dio poder sobre los espíritus malignos". Cuando se habla de espíritus malignos a menudo se piensa en personas que tienen convulsiones y profieren gritos, pero no siempre es así, la posesión de un espíritu maligno se esconde dentro de una estética corporal atractiva y un comportamiento social elegante. Jesús les da poder para repetir la acción misma de Jesús. Reciben autoridad sobre todo lo que oprime y destruye las personas humanas. Jesús les da el poder de capacitar a las personas para vivir en libertad y autonomía, liberándose de los poderes e ideología contrarias al proyecto de Jesús. Para Marcos el mal más desastroso es la destrucción humana simbolizada por lo que es demoníaco. El poder de los doce no es de tipo doctrinal, moral o cultual. Liberar los espíritus impuros significa hacer las personas humanas capaces de ser ellas por sí mismas, abiertas a Dios y en fraternidad con las demás personas humanas. Operan en los oprimidos un proceso de humanización que posibilita vivir en plenitud. Abren un camino hacia la construcción de una personalidad libre y liberada de los poderes que dominan la voluntad de la persona.

Los misioneros no llevan comida, ni dinero, ni ropa de recambio porque no son ascetas profesionales, ni mendigos, ni vagabundos ociosos, ni buscadores de fortunas, son profetas del Reino que actúan fruto de la libertad personal y con la certeza y confianza mesiánica de ser acogidos. Son pobres pero llevan con ellos la riqueza de tener poder sobre los espíritus impuros y capacidad de crear comunidad y curar enfermedades.

Jesús no los envía al templo de Jerusalén, ni en las sinagogas, ni en las plazas de las ciudades; los envía a las casas de los pueblos de alrededor. Si casa es símbolo de comunidad, van a las casas a construir comunidades capaces de recibir el mensaje de Jesús y abiertas a la generosidad y la acogida; casas de convivencia familiar para iniciar allí un proceso de transformación mesiánica. Las parejas de dos son mini comunidades que van a construir comunidades, salen, no esperan que la gente los vaya a encontrar, son ellos los que van a la gente. Su pobreza es un estilo de vida alternativo ante una sociedad en que impera el valor del tener, del enriquecerse y aumentar las posesiones. Crean comunidades nuevas que se rigen por los valores del Reino y no por los del imperio dominante.

Los misioneros no se deben a un dueño que lo pague, ni son trabajadores de una empresa, son voluntarios mesiánicos. No tienen nada, pero lo dan todo. Todo lo regalan y aceptan la hospitalidad. La riqueza que ellos tienen es la de liberar los espíritus impuros y curar. Son artesanos de la construcción el Reino.

Lo que Jesús quiere anunciar y propagar a través de los 12 es una nueva comunidad mesiánica, aquella nueva familia de personas que cumplen la voluntad de Dios rompiendo y superando los muros de la vieja ley judía que los escribas de Jerusalén y los habitantes de Nazaret quieren mantener .

Marcos recuerda con este texto lo que están haciendo las comunidades cristianas de su tiempo que son semilla de humanidad mesiánica. Misioneros con su vida y su comportamiento; no ofrecen enseñanzas abstractas, no llevan dinero, no pueden exigir nada pero, desde su pobreza, ofrecen el tesoro más grande posible: capacitar hombres y mujeres para que se conviertan, ofreciéndoles libertad personal y superación de todo dominio diabólico.

Domingo 15º durante el año. 11 de Julio de 2021

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