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En el evangelio de Lucas hay cuatro bienaventuranzas que introducen lo que se conoce como “sermón de la llanura”, las leemos en el evangelio de hoy (Lc 6,17.20-26)

La cuarta bienaventuranza adquiere una forma diferente a las anteriores. Las tres primeras están marcadas por el tema de la pobreza y lo que le acompaña: el hambre y la tristeza. Están también marcadas por el “ahora” del momento presente, lo que revela el interés de Lucas por la vida concreta del cristiano marcada por las peripecias cotidianas. En un primer momento las tres primeras bienaventuranzas formarían una unidad que se puede adivinar por el parecido de la construcción de las tres. Se orientan hacia un vuelco de la situación, una nueva orientación del posicionamiento de cada una de las partes implicadas; el ejemplo gráfico de esto es la parábola de Lázaro y el hombre rico (Lc 16,19-31). La cuarta bienaventuranza mira hacia el futuro, hacia una situación de persecución de las comunidades que se producirá y que posiblemente en el momento en que Lucas escribe ya se han empezado a producir.

A diferencia del texto de Mateo donde Jesús se dirige a los oyentes en general, en Lucas Jesús se dirige a los discípulos. Ellos serán quienes pronto sufrirán las persecuciones. Será así porque ellos no son más que su maestro (Lc 6,40); en definitiva, Jesús es el primer destinatario de la cuarta bienaventuranza porque será el primer perseguido. Será en la segunda parte de su obra donde Lucas explicitará detalladamente el alcance de la persecución a los primeros discípulos de Jesús.

Tal y como está formulada la bienaventuranza contiene cuatro clases de injurias expresadas con cuatro verbos diferentes: “miseo” odiar, “aphorizo” excluir, “oneidizo” insultar, “ekbalo” expulsar, echar. El odio, en algunos fanáticos, lo genera la aversión hacia las convicciones religiosas. Será víctima de ello el diácono Esteban cuando sus contrincantes se “consumiran de rabia” contra él después de oír sus palabras. “Aphorizo” puede significar el rechazo a realizar transacciones comerciales o comer con determinadas personas, pero en este caso hace referencia, con toda probabilidad, a la expulsión de la sinagoga experimentada por los primeros cristianos (Jn 9,22). El insulto puede ser cualquier tipo de ataque verbal con el objetivo de considerar a una persona como indeseable, mala e incluso endemoniada.

Expulsar, echar a “ekbalo” muy similar a “aphorizo” hay que entenderlo como una expresión de rechazo al mensaje de Jesús. Lucas pone en boca de Jesús el disgusto por este rechazo: "No has sabido reconocer el momento en que Dios te visitaba" (Lc 19,44). Pedro y Juan lo experimentarán en breve (Hch 4,16-21), Esteban ya lo hemos dicho. Pablo vivirá repetidas veces escenas de rechazo (Hch 13,50; 17,5.32; 21,30) y en la carta a los Romanos dedicará unos capítulos a exponer el rechazo de Israel a la salvación (Rm 9,1-11,36).

En cada Bienaventuranza Lucas contrapone la descripción de una situación antagónica precedida de un “ay” que recuerda la interjección hebrea “joi! con que comenzaban las advertencias de los profetas del Antiguo Testamento (Ha 2,6.9.12.15.19; Son 2,5). En la cuarta bienaventuranza Lucas trabaja la oposición entre verdaderos y falsos profetas y es curioso que tanto en la bienaventuranza como en la amenaza intervienen unos mismos actores: “vuestros padres”. En la bienaventuranza ellos son los que, maltrataban y mataban a los profetas (1Re 19,10; Jr 26,20-24). El caso más destacado es el de Jeremías que sobresale por ser víctima de persecuciones (Jr 38,6-13). Lucas pone en boca de Jesús el lamento por la persecución de los profetas: “Les enviaba profetas y (sus padres) los mataban” (11,49-50) y “Jerusalén que matas a los profetas” (13,34). La predicación profética se perpetuará en la predicación de la comunidad cristiana por eso ésta será, desde un primer momento, víctima de las persecuciones.

Cuando se trata de las amenazas el comportamiento de sus padres es aparentemente diferente porque aquí se dedican a elogiar y alabar a los profetas pero en el fondo el comportamiento es el mismo porque la alabanza y el elogio van dirigidos a los falsos profetas, aquellos que dicen lo que la gente de Israel les gusta escuchar (Jr 23,16; 27,9-15). Los profetas antiguos eran muy bien considerados por sus contemporáneos pero eran unos embaucadores que llevaban a Israel a la ruina (Is 30,10-11; Jr 5,31; 6,14; Mi 2,11). Sus padres son los antepasados ​​de Israel tanto los del tiempo antiguo como los de los tiempos cercanos, entre ellos los parientes de Teófilo a quien Lucas dedica su obra y que intervinieron en el rechazo y la muerte del profeta por excelencia: Jesús de Nazaret.

El domingo 6º durante el año. 13 de Febrero de 2022.

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