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Los once primeros capítulos del libro del Génesis forman un bloque que podríamos llamar historia de los orígenes. Dentro de este bloque, la narración del diluvio (Gn cc. 6-9) ocupa la parte central y es la de mayor extensión. En la primera lectura de este domingo leemos el fragmento final de este relato (Gn 9,8-15) donde Dios establece una alianza con Noé y promete que no habrá más diluvios.

La historia deuteronomista (Josué, Jueces, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes) contempla los hechos que van desde la entrada a la tierra hasta la caída del estado y Judá. Esta historia se amplió posteriormente con la de los patriarcas (Gn 12-50) y Moisés (Ex), pero los redactores bíblicos, que querían imitar la labor de los historiadores de la época, consideraron que había que alargar retrospectivamente la historia de Israel hasta los inicios de la humanidad y la creación del mundo y así se incorporaron los once primeros capítulos del Génesis.

En la historia de Israel tiene un papel insustituible el cumplimiento del pacto, es decir, la alianza. Este término o concepto se repite varias veces en el texto que leemos hoy. La alianza por excelencia es la del Sinaí, descrita con toda la espectacularidad en Ex 19. La validez de esta alianza estaba supeditada al cumplimiento de sus cláusulas. "Respetad las cláusulas de esta alianza y ponedlas en práctica, así os saldrá bien todo lo que emprendáis" (Dt 29,8). Cumpliendo las prescripciones "el Señor, tu Dios, mantendrá su alianza y el amor que juró a vuestros padres" (Dt7,12). En el caso de la alianza con Noé estas condiciones no aparecen, es un pacto sin condiciones, surgido de la iniciativa de Dios, ofrecido con generosidad, no sólo a Noé, sino también a sus descendientes y a todos los que salieron del arca. No se pide ni siquiera la aceptación de Noé. Que se haga una alianza con los animales es la prueba de que la validez no depende de la aceptación de la persona ya que los animales no pueden manifestar la aceptación del pacto.

La alianza del Sinaí es hecha con el pueblo de Israel, pero cuando Israel elabora su historia y retrotrae sus orígenes a la época de los patriarcas y al origen del mundo, de paso también la alianza experimenta el mismo proceso retroactivo , de tal manera que encontramos que la alianza también se realiza con los grandes protagonistas de estos periodos: Abraham (Gn 15; 17) en la época patriarcal y Noé en el período de los orígenes.

Todas las alianzas tienen su símbolo o señal. En el Sinaí las tablas son el símbolo de la alianza (Ex 2,12; 34,1); la circuncisión lo será de la alianza con Abraham (Gn 17,10) en la alianza con Noé el símbolo será el arco colgado en el nubes (Gn 9,13ss). La palabra hebrea usada es "qeset" que tanto se puede referir al arco iris como los arcos que tiraban flechas. En tiempos antiguos colgar el arco era símbolo de paz, de poner fin a las hostilidades, algo parecido a lo que ahora nosotros queremos expresar cuando hablamos de enterrar el hacha de guerra. El dios babilónico Marduk cuelga del arco en los cielos después de vencer Tiammad diosa de las aguas profundas.

La alianza de Dios con Noé introduce una perspectiva universalista a una alianza que se limitaba al pueblo de Israel. El compromiso de no repetir el diluvio es un compromiso por parte de Dios de ser un Dios de vida que se mantendrá eternamente, a pesar de esta vida se ponga en peligro por las torpezas humanas o por las fuerzas caóticas del mal representadas por las aguas del diluvio.

Domingo 1º de Cuaresma. 18 de Febrero de 2018-

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