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Leemos en la segunda lectura de este domingo un fragmento de la carta a los Efesios (Ef 5,15-20). Este escrito del Nuevo Testamento se estructura con una primera parte ( 1,3-3,21) de carácter doctrinal donde el autor habla del misterio del proyecto divino que hace de Cristo la cabeza de una confraternidad entre los seres humanos donde tienen cabida tanto los judíos como los gentiles. Este misterio / proyecto es revelado a la Iglesia, donde Cristo es el factor de unidad y reconciliación entre judíos y gentiles. Pablo, según el autor del escrito, es el líder escogido para revelar a hombres y mujeres este misterio del amor divino. La segunda parte ( 4,1-6,17) del escrito habla de la vida cristiana, de la necesidad de la unidad y del crecimiento en el cuerpo de Cristo. Da los principios de renovación espiritual y directrices para la vida en el hogar cristiano . El texto que leemos hoy pertenece a esta segunda parte de la carta.

El fragmento que nos ocupa comienza diciendo: "Mirad, pues, atentamente cómo os habéis de comportar" (v.15). Mirar tiene un sentido amplio y rico. Quiere decir mirar bien, prever, cuidar y examinar atentamente. Por lo tanto, hay que mirar con mucho cuidado la realidad de las cosas y, aún más, hacer un examen constante de uno mismo. Pocos versículos antes, el autor ha dicho que los que están en el Señor son luz (v.8). El hecho de que los cristianos sean luz exige que reflexionen con diligencia sobre cuál debe ser su estilo de vida y esto porque la luz que son ellos o hay en ellos corre el peligro constante de debilitarse, perder el poder iluminador o extinguirse.

Se pide a los creyentes que sean sensatos (v.15b), en otras palabras, que estén en posesión de aquella sabiduría que se expresa en una manera de vivir. Ser sabio implica no vivir como lo que uno era antes, es decir, gentiles o paganos necios, sino vivir con el interior de la persona iluminado por la sabiduría que enseña a aprovechar el tiempo, ahora más que nunca, dado que los días son malos, por eso hay que hacer el mejor uso posible del tiempo.

Hay que entender la expresión "malos" en el sentido que da Pablo en 1 Cor 7,26: "la mala situación presente". No hay días malos en sí mismos, si lo son es porque están dominados por poderes espirituales adversos (Gal 1,4). Al tiempo malo se opone el "kairos" bueno, el momento decisivo de los últimos tiempos, tiempo de la decisión, tiempo concedido por Dios para acoger definitivamente los beneficios de la salvación. Aprovechar bien el tiempo significa hacer de él un buen uso, significará que, en medio de los días dominados por los poderes contrarios al Evangelio, se valora el tiempo como el momento o la situación propicia para tomar la decisión de aceptar la salvación que Dios da, entonces el tiempo aparece como un tiempo bueno y positivo.

Ahora bien, ¿cuál es el camino para mirar cómo hay que comportarse y para adquirir aquella sabiduría que permita conocer cuál es la voluntad de Dios? "No embriagarse de vino, sino llenarse del Espíritu Santo". Es posible que aquí haya una referencia a los encuentros eucarísticos. Ya Pablo advertía a los corintios que en las reuniones eucarísticas algunos bebían demasiado (1 Co 11,21). Es en el encuentro comunitario que los creyentes, con los cánticos espirituales -son espirituales porque llenan del Espíritu- se abasteceran del Espíritu y deben llegar a captar, gracias al don de este Espíritu, cuál es la voluntad de Dios, haciéndose así suficientemente sabios para vivir una vida luminosa que esté en consonancia con los tiempos de la salvación.

Domingo 20 durante el año. 19 de Agosto de 2018.

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