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Comentario en la segunda lectura del 2º domingo de Pascua. A

La primera carta de Pedro es uno de los escritos tardíos del Nuevo Testamento. Las comunidades cristianas se habían ido estableciendo pero las pruebas que los cristianos sufrían de parte de los paganos y de los judíos, ponían en peligro su fe. Injurias, calumnias, vejaciones de todo género, debilitaban la fe de muchos, que podían volver a la vida disoluta anterior a su conversión. Por eso, la finalidad de la epístola es exhortar a los cristianos a ser fieles a su fe. Por eso les recuerda su incomparable dignidad y el inmenso favor que el Señor les ha hecho al llamarles a su fe. Les exhorta a que cumplan con cuidado el deber de un buen comportamiento con todos los hombres; que vivan piadosamente. La situación difícil por la que atravesaban las comunidades cristianas de Asia Menor, perseguidas, calumniadas, injuriadas por los paganos y judíos motivó la confección de este escrito del que leemos un pequeño fragmento en la segunda lectura de este domingo ( 1Pe 1,3-9).

Aunque el escrito se presenta como una carta, pronto se vio que se trata de un sermón o una homilía. Las referencias al bautismo (algunos autores han visto cuatro himnos bautismales) son tan frecuentes que llevan a pensar en una exhortación bautismal hecha por el obispo ante toda la asamblea presente en la liturgia bautismal, homilía especialmente dirigida a quienes en la noche de la vigilia pascual habían recibido el bautismo. Esto lleva a que sea apropiado leer este escrito durante el tiempo litúrgico pascual. El autor de 1 Pe amplía esta exhortación bautismal con recomendaciones adecuadas a la persecución y al comportamiento cristiano de cada día.

Nada hace pensar en Pedro excepto que el escrito lo presenta como su autor y sorprendentemente hay muchas semejanzas con los escritos de Pablo y su escuela que se pueden explicar por la dependencia de tradiciones comunes. La introducción es casi idéntica a la de 2Co 1,3. Se mencionan los personajes de Silvano o Silas y Marcos (1 Pe 5,12 y 13) conocidos colaboradores de Pablo (Silvano 1 Te 1,1; Marcos Col 4,10). Coincide con una interpretación de la muerte de Jesús como una realidad salvífica (1,18s); habla de la participación en los sufrimientos de Cristo (4,13); la fórmula tan abundantemente usada por Pablo también aparece en 1Pe (5,10.14).

La carta presupone una situación eclesial en la que la veneración de Pedro y Pablo mártires está bien arraigada. Vistas las referencias de la carta a los escritos de Pablo, da igual que el autor lo atribuyera a Pablo o Pedro ya que ambos disfrutaban de la misma autoridad como mártires y como apóstoles. Si la carta fue escrita en Roma y todo hace pensar que fue así por la alusión de Roma con el nombre encubierto de Babilonia (5,13) es necesario deducir el afán de la primitiva comunidad romana que consideraba Pedro su apóstol y esta pretensión abrió el camino de la tradición que presenta Pedro como el primer obispo de Roma.

El texto habla de la alegría, una alegría que no quedará mermada por la realidad de las persecuciones. La alegría en el sufrimiento pertenece a los temas clásicos de la predicación cristiana desde sus comienzos. Los sufrimientos además de ser considerados buenos, se entienden como una necesidad en tanto que son señal de que el fin es cercano y esto indiscutiblemente es motivo de alegría. Las contrariedades son participación en los sufrimientos de Cristo idea que tiene sus paralelos en el pensamiento de Pablo.

La alegría se promete a quienes nunca han visto físicamente a Jesús. A diferencia de Pedro y los demás apóstoles, estos cristianos de Asia Menor no tuvieron el privilegio de ver a Jesús en persona. Cuando se convirtieron en cristianos, la existencia histórica de Jesús hacía tiempo que había terminado. El evangelio de Juan muestra que Jesús sabía que la mayoría de los cristianos no lo verían nunca en carne, y así le dijo a Tomás (que había visto a Jesús resucitado), "Porque me has visto, has creído. Benditos son aquellos que no han visto, y han creído" (Jn 20:29). A estos cristianos de Asia Menor no les faltará la alegría que Dios les dará por haber logrado la salvación.

Domingo 2º de Pascua. 16 de Abril de 2023

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