¿Qué partimos y compartimos nosotros? Domingo 3º de Pascua

Domingo 3º de Pascua. Ciclo A
Barcelona, ​​4 de mayo de 2014

En cierta ocasión, un escolapio holandés me decía: "Este pasaje justifica toda la verdad del Evangelio". Esto es muy difícil inventar lo.
Hay releerlo con calma y silencio e ir saboreando.
Como siempre, sólo remarco algo.
Los dos discípulos que huyen, humanos como son, se hacen el sabio: "Seguramente tú eres el único que, habiendo estado en Jerusalén, no sabe lo que allí ha sucedido estos días".
Y explican el caso de Jesús de Nazaret, un profeta poderoso en obras y palabras, que lo crucificaron. ¡Nosotros esperábamos!

Como quema este clamor de falta de esperanza tan conocido de todos nosotros más de una vez.
No sabes si les duele la muerte de Jesús o bien la falta de liberación.
Igual, igual que nosotros en ocasiones similares.
"Algunos de nuestros han ido al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho. Pero a Él no le vieron. "

Después de esta estúpida retórica, Cristo ha acabado la paciencia y les endiña: "¡Qué faltos de comprensión sois y cuánto os cuesta creer todo lo que dijeron los profetas! ¿Acaso no tenía que sufrir el Mesías estas cosas antes de ser glorificado?"
Y les da una clase de historia sagrada.
Se acercaban a la meta "hizo como si fuera a seguir adelante; pero ellos le obligaron a quedarse, diciendo: –Quédate con nosotros, porque ya es tarde y se está haciendo de noche."
Se sentó a la mesa, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero Él desapareció de su lado.

Ahora ven muy claro, hasta recuerdan: "¿No es cierto que el corazón nos ardía en el pecho mientras nos venía hablando por el camino y nos explicaba las Escrituras?" Y por piernas para ir rápidamente a decirlo a los hermanos.
El impacto ha sido tan fuerte de que deben comunicar: la habían conocido "al partir el pan".

¿Qué partimos y compartimos nosotros?
Y, ¿con quién?
Y, ¿cómo?