Tres cosas que nos ha enseñado Obama en Montserrat

Me van a perdonarán que empiecen por lo que pueda parecer más secundario. La reverencia de Barak Obama al abad Manuel Gasch. Para mí es lo más relevante de la visita del expresidente americano a Montserrat.

Obama sigue siendo una de las personalidades mundiales más influyentes. Buscando fotos y vídeos de la visita a Twitter, me aparecía más de una mención a Obama por segundo. ¿Tenía alguna necesidad este líder mundial de inclinarse ante un pobre abad? Y fíjese en la foto. No es una reverencia indolente. Es casi marcial.

¿Por qué esa reverencia? Esto seguramente nos lo contestaría mejor Jordi Graupera o algún sociólogo de la religión discípulo de Joan Estruch que pueda analizar la religiosidad estadounidense. Pero en ningún caso es una reverencia de sometimiento. Es una reverencia de consideración a todo lo que representa un abad o un líder de una comunidad religiosa. No es que el representante religioso esté un nivel por encima del representante político (como ocurría en la cristiandad), es que está en un nivel distinto. No es la persona, es lo que representa. Y representa algo espiritual que es sagrado para millones de persona. Y que en muchos casos marca profundamente su vida. No es temporal como la política. Por eso es una inclinación de respeto y reconocimiento, no de sumisión. Si les parece pertinente, tomen nota nuestros representantes institucionales.

Lo segundo que nos ha enseñado la visita de Obama. La sabiduría comunicativa de Montserrat. La visita ya era noticia por sí misma. No era necesario hacer nada para despertat el interés de todos los medios de comunicación. Pero se puede explicar de muchas manera distintas. Y algunas muy folclóricas. Y aquí se ha notado que hace décadas que la Abadía ha apostado por un servicio profesional de comunicación.

Más allá de los méritos personales (que los tiene) del jefe de comunicación, el periodista Óscar Bardají, ahí está el mérito de la comunidad benedictina. De haber creído que la comunicación es parte esencial de cualquier institución. A menudo esta reflexión sólo la han realizado las entidades religiosas que deben promocionar algún servicio y la han enfocado más hacia el marketing para aumentar visitas, usuarios o donativos. Y Montserrat también debe promocionarse turísticamente. Pero la comunicación es otro campo que consiste en construir un discurso y relato sobre lo que ocurre en torno a la institución.

Comunicar mal tiene un efecto negativo. Pero no comunicar no tiene efecto cero. Lo que no cuentes tú mismo, lo explicarán los demás por ti. Y aquí se trataba de ir más allá de si la imagen es negra como Obama o si el Santo Grial estuvo en Montserrat. De contar que Obama ha visitado un santuario. Y que, aprovechando la presencia de Steven Spielberg, si es necesario hacer una película no sería sobre Heinrich Himmler, sino sobre el padre Bonaventura Ubach, el principal aventurero catalán del siglo XX. Para conseguir esto, es necesario tener un equipo con capacidad para atender a los periodistas, haber dedicado horas a pensar, haberse equivocado antes, y saber explicarse cuando por el motivo que sea se pone el foco sobre Montserrat.

Y la tercera cosa que nos ha enseñado la visita de Obama. ¿En esta Cataluña descristianizada cuáles son los referentes culturales internacionales, especialmente en el otro lado del Atlántico siempre fascinado por la historia milenaria? Pues la Sagrada Família y Montserrat. Dos instituciones privadas, surgidas de la sociedad civil y de la experiencia espiritual de los catalanes. Creo que no hace falta explicarse más sobre lo que esto representa y la consideración que este hecho debería tener en nuestro país y que con demasiada frecuencia no tiene.

Porque antes y después de Obama, siempre nos quedará Montserrat.