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Por Jordi Llisterri i Boix .

Este miércoles ha salido un nuevo EGM positivo para Radio Estel. 8000 oyentes más que hace un año. El primer currículo que entregué en mi vida fue a Radio Estel. No me cogieron. Pero no es nada personal. Desde que le hice entrega al irrepetible señor Planas hasta que la emisora ​​se puso en marcha, pasaron años. En realidad, a principios de los 90 se hablaba del tema desde hacía aún más años y a un pariente mío ya le habían asegurado trabajo "el día que se pusiera en marcha" y por suerte también encontró otra cosa.

Lo explico porque la lentitud de la puesta en marcha de un proyecto clarividente a finales de los 80 es muy ilustrativo de cómo han ido las cosas. Es decir, los responsables últimos de bendecir el proyecto siempre se han preguntado más "¿cuánto nos costará?" que "¿a quién vamos a llegar?". La primera pregunta no deja de ser importante pero para un proyecto diocesano de comunicación la segunda es muy relevante, porque la respuesta es que "podremos llegar a gente a la que no llegaremos de otra manera".

Finalmente, tres o cuatro años después de obtener la llicencia en 1991, empezaron las emisiones. Un primer equipo fundacional lo puso en marcha de forma diligente y el éxito de la emisora ​​llegó cuando se incorporó como director Santiago Ramentol. Lo hizo de forma voluntaria y a mediados de los 90 tomó el relevo Teresa Pou.

Es la etapa de oro que llega a los 60.000 o los 80.000 oyentes, superando muchas de las emisoras temáticas de Cataluña. Fue así porque el modelo de programación estaba pensado para "llegar a la gente a la que no llegamos de otra forma". Se consiguió asociando una fórmula musical diferenciada con una identidad eclesial vinculada al ámbito social. Era la época en la que en el estanco de la esquina tenían puesta Ràdio Estel y te la podías encontrar sintonizada cuando cogías un taxi.

¿Era rentable económicamente? Probablemente no, pero no creo que costara mucho más que arreglar el tejado de un parroquia.

Todo esto se acabó abruptamente a principios del 2000 con la caída en desgracia del obispo Carrera y con el relevo forzado por un nuevo tándem eclesiástico formado por el apreciado padre Octavio Sánchez y la hermana Gemma Morató. No entraremos en detalles, pero cuando los despidieron, primero a uno y después al otro, en ocho años habían conseguido que la audiencia cayera a 2.000 oyentes, creo recordar. Bueno, sí que entraremos en detalles. El principal problema es que se generó un enloquecimiento que llevó a la emisora ​​a tener temporadas en las que se pretendía que el deporte les salvara del naufragio, y temporadas en las que se convertía en una letanía de rosarios y jaculatorias, muy apreciados por los convencidos muy convencidos. Eso cuando no se mezclaban las dos cosas. Una película similar -en blanco y negro- se puede explicar de Catalunya Cristiana.

Y este es el desierto que encuentra Jaume Aymar en 2008 cuando asume la direcciónde la emisora, reapareciendo después de su implicación en la etapa fundacional. Y el reto de rehacer una marca -una emisora ​​es sobre todo eso- que se había hundido. Además, con una herencia económica muy complicada.

Ahora, 18.000 oyentes diarios quizás suenan a poco. Pero desde donde partíamos no se ha parado de crecer. Además, esta semana el EGM da una audiencia mensual acumulada de 44.000.

Si yo fuera un obispo de estos de la Nueva Evangelización y me explicaran un proyecto que llegará a más de 40.000 personas y que puede llegar a 80.000, que además no son los de siempre, perdería el mundo de vista con tal de hacerlo funcionar.

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