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Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa

Algunos cristianos militan políticamente en la izquierda; otros, en mayor cantidad, en la derecha. ¿Encuentra su militancia dificultades de conciencia por su adscripción política? Cada uno lo sabe en su caso. Desde una óptica externa, se trata de situaciones complejas, tanto para los individuos como para los partidos. Creo que hay que revisar las relaciones entre la izquierda y la derecha con la Iglesia, y viceversa. Existen demasiados tópicos. Persisten las actitudes ancestrales que se repiten de manera mecánica. No se producen nuevos enfoques ni posturas innovadoras. Se mantiene el cliché. Seguramente hoy hay que replantear los contenidos de reproches, críticas, distancias y ataques, por una parte, y, por otra, no dar por supuesto cierto maridaje. Me sorprende la estrategia, especialmente en los partidos de izquierda, porque no acabo de ver que dé resultados positivos para los que la promueven.

El mensaje cristiano tiene puntos de identificación, en mayor o menor grado, con los programas de los partidos políticos, pero también puntos de desencuentro y lejanía. Un hecho comprensible. Hay cristianos que optan por la izquierda porque encuentran en su utopía una mayor proximidad con el evangelio al defender la igualdad, la justicia social y otros valores afines de su propuesta. No pueden evitar su incomodidad con un sector netamente laicista de su propia opción política, que niega el pan y la sal a la religión, especialmente a la católica. Esta división se palpa con mayor agudeza en los partidos más radicales de izquierda, donde militan cristianos comprometidos y laicistas obsesivos. Los socialistas, quizás no con la misma fuerza, reproducen también este esquema. Zapatero jugó con frivolidad en este campo, con medidas e intervenciones más de escaparate que de profundidad, sin coste económico alguno, esperando que le reportara votos y reforzara su imagen de izquierda para atenuar así su deriva económica de derechas. El sector laicista se ha podido ver complacido, pero mucha gente con vinculaciones religiosas, al huir de estos plantamientos, ha quedado cautiva de los partidos de derecha, a los que les salen gratis las nuevas incorporaciones. Las personas que se han sentido hostigadas en sus convicciones se han lanzado acríticamente a otros partidos, que también tienen contenidos que lesionan el mensaje cristiano, como planteamientos neoliberales en economía, que dan prioridad al beneficio sobre la persona. Si la izquierda propone el traslado a los lunes de algunas fiestas religiosas sería laicismo puro (o a lo mejor lo vendería como tal). Si lo hace la derecha, Rajoy ya ha dejado entrever que va a ser así, es por razones de economía, ídolo que justifica cualquier sacrificio. ¿Cuáles serían las reacciones de la Iglesia en ambos casos?

En España, la polarización entre izquierda y derecha es muy fuerte. La postura política frente a la religión también está polarizada. Da la impresión de que todavía no se han superado las posturas del inicio del siglo pasado. En Cataluña, se producen más matices porque el arco parlamentario catalán está más diversificado. La Iglesia catalana presenta un talante propio, que propicia un mayor clima de diálogo y respeto, que no debe entenderse como dejación de responsabilidades y convicciones. El incremento en los últimos años de la presencia de la religión musulmana, e incluso de otras minoritarias, ha descolocado a los sectores laicistas, que aprovechan la situación para intentar diluir el catolicismo en la multirreligiosidad, pero que a la vez supone un paso atrás para sus tesis.

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