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Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa

La quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-5) se publicó en 2013 y está actualmente vigente. Elaborado por la Asociación Americana de Psiquiatría, se considera como el texto de referencia internacional acerca de la práctica clínica. Cuando habla de los trastornos de personalidad, menciona cuatro ámbitos en los que se exponen cuatro patrones de conducta: (a) Cognición (es decir, maneras de percibirse e interpretarse a uno mismo, a otras personas y a los acontecimientos); (b) Afectividad (es decir, amplitud, intensidad, labilidad e idoneidad de la respuesta emocional); (c) Funcionamiento interpersonal; y (d) Control de los impulsos. Estos cuatro ámbitos me sirven como criterios de evaluación de mi vida personal.

¿Mi forma de percibirme y de interpretarme se ajusta a la verdad y, por tanto, es sana y equilibrada? ¿Esta percepción está distorsionada y me imagino que soy mejor que nadie o acaso un desastre total? ¿Cómo interpreto a los demás y a los acontecimientos que vivo? Mi manera de pensar afecta profundamente mi vida. De ahí que es tan importante. En segundo lugar, ¿qué respuestas emocionales doy a lo que vivo, a las personas con las que convivo? ¿Son respuestas maduras y centradas o, por el contrario, enfermizas y desequilibradas? El mundo afectivo presenta una gran complejidad y penetra los repliegues del corazón. En tercer lugar, ¿cómo funciono interpersonalmente? ¿Mantengo relaciones sanas o estoy atrapado en una red de relaciones tóxicas? Las relaciones son vitales para cada persona. El creciente individualismo incapacita para tener unas buenas relaciones. Finalmente, la pregunta se centra en si tengo control de mis impulsos. Este también es uno de los puntos más delicados. No se habla aquí de represión, sino de conciencia y de control. Si no hay control, la conducta puede ser imprevisible, incluso delictiva, como sucede en una violación.

En la película La Dama de Hierro (2011), una frase atribuida a Gandhi y citada por Margaret Thatcher, expresa una manera de entender -existen más- los lazos ocultos en cada persona: «Vigila tus pensamientos, se convertirán en palabras. Vigila tus palabras, se convertirán en actos. Vigila tus actos, se convertirán en costumbres. Vigila tus costumbres, se convertirán en tu carácter. Vigila tu carácter porque se convertirá en tu destino. Terminamos siendo lo que pensamos.»

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