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Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa

El Génesis, primer libro de la Biblia, antes de adentrarse en la figura de Abraham, presenta temas de gran calado: la creación, el paraíso terrenal, la expulsión de Adán y Eva, el primer asesinato cuando Caín mata a su hermano Abel… y el diluvio universal, que viene a reflejar el intento divino de hacer borrón y cuenta nueva ante la corrupción sistemática, las violencias de todo tipo, las conductas viciosas… Se trata de edificar un cielo nuevo y una tierra nueva. Ofrecer una nueva oportunidad a los hombres para refundar el proyecto de la humanidad. Noé construye el arca, que le permitirá dejar atrás un viejo mundo para abrirse a la esperanza de un mundo nuevo.

El análisis sobre el diluvio que más me ha impactado corresponde a Jesús de Nazaret, cuando afirma: «No se dieron cuenta de nada hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos» (Mt 24,39). La inconsciencia. Hay momentos en la vida de las personas y de los pueblos que se llega tarde y ya no se puede detener la catástrofe. El problema de fondo es la inconsciencia. No darse cuenta de nada hasta que la realidad estalla en mil pedazos frente a la mirada atónita. Solo entonces uno se pregunta cómo es posible haber llegado hasta aquí, sea a nivel individual como colectivo, pero ya es tarde. Ni nos damos cuenta de que estamos hundidos en la corrupción, en el odio, en la violencia, en los enfrentamientos, en las guerras… El sistema se desmorona. La verdad se ignora. No interesa. El poder, con mucha frecuencia, ejercita la represión y la justifica por un bien mayor. Para ello hay que mantener a las personas distraídas en asuntos sin importancia, para que no se den cuenta de nada.

En los albores de la humanidad, tuvieron un referente: Noé, que el texto bíblico describe como «el varón más justo y cabal de su tiempo» (Gn 6,9). Noé construyó un arca para sobrevivir a la vorágine del diluvio y para salvar las semillas de vida que garantizan un nuevo amanecer. Algunos de su tiempo se reirían cuando le vieron construir el arca. Solo cuando llegó el diluvio, se dieron cuenta, pero ya era tarde. Para nosotros, se presentan dos retos en la actualidad: (a) ganar en conciencia, estar vigilantes, no estar dormidos ni distraídos; y (b) descubrir los nuevos Noé, que construyen los fundamentos de un mundo futuro, con esperanza y compromiso.

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