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Publicamos la intervención de Miquel Barbarà, decano del Capítulo Catedral de Tarragona, que pronunció el pasado 10 de septiembre en el acto "Tarragona decideix"en el Camp de Mart. Es uno de los actos organizados alrededor de la Via Catalana en el que se invitó a escuchar una voz eclesial. La intervención argumenta cómo el magisterio episcopal ha reconocido Cataluña como nación y su posición ante el derecho a la autodeterminación.

Acto "Tarragona decideix". 10 de septiembre de 2013

Miquel Barbarà

Cataluña es una nación y, como todas las naciones, uno de los derechos fundamentales que tiene es el derecho a la autodeterminación.

Que Cataluña es una nación lo afirman claramente y rotundamente los Obispos de Cataluña en el documento Raíces cristianas de Cataluña , de hace más de 25 años. Con una fórmula, que parece exactamente notarial, dicen: "damos fe de la realidad nacional de Cataluña, conformada a lo largo de mil años de historia y también reclamamos para ella la aplicación de la doctrina del magisterio eclesial". Este documento fue incorporado a las Resoluciones del Concilio Provincial Tarraconense de 1995, aprobadas por Roma en 1996.

La Doctrina Social de la Iglesia afirma el derecho de autodeterminación de cada pueblo y lo afirma como un derecho fundamental (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, n. 157).

Por tanto la nación catalana tiene el derecho fundamental a la autodeterminación.

Los derechos fundamentales no los concederá ninguna legislación positiva. Los derechos fundamentales son anteriores. Con palabras del Papa Juan XXIII, en la Encíclica La Paz en la Tierra (n. 7 y 72)" los derechos fundamentales son universales, inviolables e inalienables". Y "se atribuye a los poderes públicos el cometido preeminente de reconocer, respetar, armonizar, tutelar y promover los derechos y deberes de los ciudadanos".

Los derechos fundamentales son anteriores al hecho político, bien entendido, y son la base de todo el edificio de la sociedad. Por eso en la defensa de los derechos fundamentales nos hemos de encontrar todos. También la Iglesia tiene la obligación de defenderlos. Por hacer la defensa que hago nadie me puede decir que hago política. Más allá de los derechos fundamentales entra la diversidad de opciones, ahora sí, políticas en el bien entendido de que le es propio. Por eso la Iglesia, como institución religiosa si bien tiene el deber de defender los derechos fundamentales, como el derecho a la autodeterminación, no debe entrar en la diversidad de opciones políticas legítimas en el campo de la democracia. Incluso puede haber diferencias en el cómo y el cuándo del ejercicio de los derechos fundamentales. Pero esto no puede suponer nunca negarlos. Nadie puede negar que tenemos el derecho a la autodeterminación como lo tiene cualquier nación del mundo. Más allá de eso, que cada uno defienda las opciones que crea mejores al servicio del bien común.

Y acabo con una frase atribuida a Gandi que viene a decir que cuando se sabe de qué parte está la justicia, querer aparentar ser neutral se convierte en una injusticia.

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