Pasar al contenido principal
Por Jordi Llisterri i Boix .

Ya me perdonarán que hable de este tema sin ser mujer, médico, jurista o teólogo. Pero coincidiendo con la sentencia que permite limitar de nuevo el aborto en Estados Unidos, como periodista me han llamado mucho la atención algunos pronunciamientos significativos de la Santa Sede.

El tema del aborto socialmente es bastante irresoluble. El punto de partida en este debate conduce a puntos de salida prácticamente irreconciliables. Si la convicción es que desde el inicio existe una vida humana, o, por el contrario, que esta vida humana no puede considerarse como tal, es muy difícil el consenso. Y sí, además, como han hecho la mayoría de medios de comunicación, la noticia se nos explica sólo cómo una limitación de derechos promovida por integristas y que para oponerse al aborto hay que ser facha, homófobo y machista, el debate es imposible.

En este contexto, un esquema simple lleva a suponer que la Santa Sede debería pronunciarse con grandes celebraciones y felicitaciones por una batalla ganada. Así lo ha hecho la Conferencia Episcopal de los obispos de Estados Unidos. Pero, curiosamente, en una comunicación de la Pontíficia Academia por la Vida, sólo remarcan un aspecto de esa declaración de los obispos americanos. La que destaca que no debe convertirse el tema en un factor de enfrentamiento: “Es un momento para curar heridas y reparar las divisiones sociales; es un momento para la reflexión razonada y el diálogo civil, y para reunirnos para construir una sociedad y una economía que apoye el matrimonio y las familias, y donde cada mujer tenga el apoyo y los recursos que necesita para llevar el suyo hijo a este mundo con amor”. La declaración del organismo pontificio dirigido por Vincenzo Paglia, insiste en que este tema no puede ser “un debate ideológico”, centrado en arrojarse eslóganes por la cabeza. Asimismo, en el editorial de Vatican News, Andrea Tornielli, hace una reflexión en el mismo sentido, alertando contra "la polarización política" que "impide un verdadero diálogo".

Obviamente, destacar esto no significa que la Santa Sede, el papa Francisco, o un servidor, nos hayamos vuelto Pro-choice. La postura está clara. Pero señala hacia dónde encaminarse: cuanto más radicalizado, politizado y polarizado esté el debate sobre el aborto, más difícil será que el aborto deje de ser la salida fácil. Todo el mundo sabe que no hay ley que detenga el aborto. Será clandestino, tolerado o perseguido, pero existirá.

Por eso, soy partidario de buscar puntos de encuentro, más que eslóganes o batallas judiciales que normalmente lideran grupos parareligiosos con intereses más ideológicos o integristas que religiosos.

Creo que existen dos conceptos en los que podemos encontrar el consenso social. Por un lado, no estamos hablando sólo de un tema médico o científico, y que merecía una ética compartida. Y, por otra parte, el convencimiento de que ninguna mujer que aborta debe ir a prisión.

Creo que es fácil compartir el convencimiento de que los sujetos afectados, tanto la gestante como el embrión, (como el progenitor) son sujetos de derecho de una situación a afrontar también con consideraciones éticas o morales. No como un simple acto quirúrgico.

Un ejemplo muy claro, del que se habla poco, es el duelo perinatal. Sea por un aborto inducido o espontáneo, nadie duda de lo que representa perder aquél (o aquello por algunos) que podría haber sido un hijo. Un concepto que pueden compartir los que solo plantean el aborto como un derecho de la mujer. Entiendo que esto significa que estamos hablando de algo más que de una decisión facultativa, independiente de las convicciones morales o religiosas de los afectados.

El ejemplo contrario es cuando se plantea el tema de la objeción de conciencia. En Catalunya, los últimos meses se ha hecho hincapié en que esto impide a las mujeres realizar abortos en todos los centros sanitarios. Se ha presentado sólo como la denuncia de una situación que atenta contra las mujeres. Pero creo que también debería ponerse en el debate público porque hay personas, formadas y documentadas, que toman esta opción que seguramente no favorece su carrera profesional.

¿No sería bueno explorar conjuntamente más ese camino en vez de enzarzarnos en peleas ideológicas o judiciales? ¿De encontrarnos hablando de qué hay detrás de una situación que conduce al aborto, en lugar de quitar las pancartas o promover las prohibiciones? ¿De qué sirve prohibir el aborto en un país en el que la mayoría de la población está a favor?

Para mí es un claro ejemplo de lo que dice el papa Francisco que es mejor abrir procesos que ocupar espacios. Porque se pueden ganar muchas batallas judiciales pero la clave de este tema es qué convencimiento social se consolida sobre lo que representa un aborto. Y esto sólo se logra con diálogo y buscando puntos de encuentro, no de batalla.

Grupos

Us ha agradat poder llegir aquest article? Si voleu que en fem més, podeu fer una petita aportació a través de Bizum al número

Donatiu Bizum

o veure altres maneres d'ajudar Catalunya Religió i poder desgravar el donatiu.