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Catalunya Religió
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Montserrat Boixareu –CR El padre Bernabé Dalmau ha publicado este año un libro con motivo del 50 aniversario de su ordenación presbiteral. Bajo el título 50 homilías y su contexto (PAM, 2022) recoge una homilía para cada uno de los 50 años de ministerio sacerdotal. En esta entrevista el padre Dalmau da a conocer sus cincuenta años de vida monástica y sacerdotal. Una trayectoria que inició en 1960 cuando entró de postulante en el monasterio, después de haber sido monaguillo, y que le ha llevado a vivir de muy cerca momentos tan decisivos para la Iglesia como la celebración del Concilio Vaticano II y la del Concilio Provincial Tarraconense.

Su actividad eclesial siempre ha estado vinculada a Montserrat y basada sobre tres ejes: docencia, pastoral y publicaciones, principalmente, en las publicaciones de la Abadía. Dirige la revista Documentos de Iglesia desde el año 1986 y, junto con Josep Massot, quien era director de las Publicaciones de la Abadía de Montserrat (PAM), emprendió la creación de colecciones como Saurí y El grano de trigo , que actualmente ya cuentan con cientos de títulos.

"MI EXPERIENCIA ECLESIAL MÁS FUERTE, APARTE DE LA VIDA SACRAMENTAL NORMAL, HA SIDO PARTICIPAR EN EL CONCILIO PROVINCIAL TARRACONENSE"

El padre Dalmau vive el sacerdocio desde el monasterio y muy eclesialmente; prefiere referirse a la comunión de la Iglesia más que a la sinodalidad; destaca Joseph Ratzinger como referente teológico y pone de relieve el Documento del Concilio Provincial Tarraconense y la carta pastoral Raíces Cristianas de Cataluña. Bernabé Dalmau siempre ha vivido el ministerio como un servicio para hacer comunidad cristiana, una comunidad formada por variedad de carismas y circunstancias. Una comunidad en la que todos tenemos la misma fe, pero que debemos vivir en circunstancias distintas.

Entre los libros que ha publicado últimamente encontramos: Cercar Déu a Montserrat (2012), Sant Joan XXIII i la pau al món (2014), L’impacte del papa Francesc (2014), Óscar Romero, bisbe dels pobres i Óscar Romero. Diari 1978-1980 (2015), Manual cristià d’autoestima (2016), 50 homilies i el seu context (2022) y Columba Marmion, cent anys de llegat espiritual (2022).

¿Qué rasgos destacaría de su actividad monástica y sacerdotal?

La enseñanza es el período más breve. Yo hice filosofía y teología aquí, en Montserrat. Tuve la suerte de hacer teología paralelamente al Concilio Vaticano II, que fue de 1962 a 1965. En algunas materias, aquí no sólo estábamos al día, sino más aún. Un ejemplo de esto se encuentra en la liturgia. Todo lo que se decía en el Concilio, en Montserrat, ya lo teníamos superado de sobra. En sagrada escritura y en eclesiología también. Teníamos el padre Evangelista Vilanova, que seguía de cerca lo que se hacía, sobre todo, en el ámbito francés. Los estudios yo creo que los hice muy bien y me dediqué a ampliarlos, que es la costumbre que tenemos aquí en Montserrat. En mi caso estudié también derecho canónico. Fui dos años a Estrasburgo y al regresar fue cuando me ordenaron presbítero. Cuando llegué, al tener muy recientes los estudios de Estrasburgo, llegué a enseñar algunos tratados de teología. Enseñé el tratado sobre la Gracia y el de sacramentos: el sacramento del matrimonio y el sacramento de la Orden. Luego algo de todo, como enseñar latín al noviciado, aquí en Montserrat.

¿Y cómo ha sido toda la función pastoral?

Cuando me ordenaron, ordenaban monjes que de pastoral no hacían tanta en el santuario. Pero cuidado con simplificar. Por ejemplo, el padre Massot tenía un corazón pastoral y había realizado el funeral de muchos autores con los que tenía trato en las publicaciones.

Yo he tenido una experiencia muy bonita en la pastoral, muy buena. Sin grandes eventos, pero sí hay cosas que impresionan. A veces por la sencillez. La pastoral puede ser muy prosaica, si celebras misa aquí en Montserrat, que según cómo no conoces a nadie, pero al predicar, el sacerdocio lo vivo muy eclesialmente.

También como ejemplo, está el receso de quienes se preparan para diáconos permanentes de los obispados de Barcelona, ​​Sant Feliu y Terrassa. Hace una docena de años que me los envían a mí, y me da mucho respeto predicar a un señor que ya tiene su vida, pero que le han pedido o les ha parecido que podía hacer algo más por la Iglesia.

La vocación y el ministerio no los veo como un poder. Evidentemente tiene un aspecto de “exousia ”, pero siempre lo he visto como un servicio, un ministerio, un hacer la comunidad cristiana entre todos. Y a mí, lo que me ayuda mucho a vivirlo es la variedad de carismas y circunstancias. Todos tenemos la misma fe, pero debemos vivirla en circunstancias diferentes.

Ya no hace falta decir la dimensión, que ahora ha caído en picado, del sacramento de la penitencia. Es donde te encuentras con lo más grande. Y te hace pensar que tú no eres nadie, pero que a través de ti Dios y la Iglesia van haciendo su obra.

"SE HAN HECHO SÍNODOS DE OBISPOS EN LOS QUE YA SABÍAS QUE DIRÍA EL PAPA EN LA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL"

Todos los años trabajando en publicaciones...

Cuando estaba terminando los estudios en el noviciado ya colaboré con Josep Massot, director de las Publicaciones de la Abadía. El primer Saurí (colección de Publicaciones de la Abadía de Montserrat), ya fue una traducción de Ratzinger que él me encargó. Se llama La actualidad de ser cristiano. Luego Josep Massot me explicó que un señor le había dicho que encontraba que la colección Saurí era algo demasiado elevada y algo demasiado de izquierdas. Aquel señor quería, y estaba dispuesto a dar dinero, que hubiera una nueva colección que fuera más llana y que pudiera ayudar más de inmediato a la oración. Incluso sugería que el primer libro fuese un libro de oraciones. Y entonces salió el primer Gra de blat (Grano de Trigo) que es un libro de plegarias, Pregàries d’avui i de sempre (Plegarias de hoy y de siempre). Salieron tres ediciones. Y en la misma revista, Documents d'Església , que empezó en octubre del 66, ya traduje del francés. Y ya en esos años publiqué algún libro. Cuando hice dos o tres antologías de Plegarias de hoy y de siempre , el padre Cassià me dijo que con el tiempo ya haría propios, y así ha sido.

Realizó sus estudios de Teología en el noviciado mientras se celebraba el Concilio Vaticano II (1962-65). ¿Qué valoración hizo del Concilio 57 años después?

Yo creo que el Vaticano II hizo una gran obra. Yo pienso concretamente en la Liturgia, que es una de mis aficiones, ya hubiéramos llegado, pero mucho más despacio. La prueba es que antes del Concilio, Pío XII ya hizo unas reformas litúrgicas, como fue la introducción, o la restauración, de la Vigilia Pascual. Pero lo que ocurría era que quedaba colgado el Concilio Vaticano I y en muchos aspectos abrió muchas puertas y dio un impulso.

Lo que sí veo es que cada veinticinco años, en el ámbito eclesial, conviene una nueva cosa. Esto es una versión positiva eclesial de aquella afirmación política o negativa que decía que Barcelona debía bombardearse cada cincuenta años. Hay que hacer cosas. Aquí en Cataluña yo creo que hemos tenido una muy grande. Mi mayor experiencia eclesial, aparte de la vida sacramental normal, ha sido participar en el Concilio Provincial Tarraconense. Yo fui el ponente del tema segundo, de Sacramentos, porque me puso el obispo Pere Tena .

Aquí en Cataluña, la movida que representó al Tarraconense fue muy fuerte. Yo creo que pudo sacarse más provecho. Es importante que la carta pastoral de las Raíces Cristianas de Cataluña forme parte de los documentos del Concilio Provincial Tarraconense aprobados por Roma. En cambio, a mí me consta que hay obispos catalanes que no ven que Cataluña sea una nación. Ya sé que una cosa es la política y otra la vida de fe, pero también está todo esto.

Pero vuelven al Vaticano II. El Concilio Vaticano II habló de actualización, de aggiornamento . Luego vino la etapa de la vida de comunión, la eclesiología de comunión. Y ahora se habla de sinodalidad, algo que no me gusta.

¿Por qué no te gusta que se hable de sinodalidad?

El Vaticano II instituyó el Sínodo de obispos, que ya lleva quizás cuarenta años de rodaje. En cada pontificado ha ido tomando un carácter. Se ha gastado la fórmula 'Sínodo de obispos', que veo indispensable porque un Concilio como el Vaticano II ya no puede repetirse. Por tanto, un Sínodo de obispos creo que debe ser la máxima expresión de la autoridad de la Iglesia.

En un primer momento se optó por la fórmula de realizar una exhortación apostólica postsinodal en la que el papa recogía el material y las conclusiones de los sínodos. Fue una buena solución para Pablo VI y salió Evangelii nuntiandi. Pero después se han hecho sínodos de obispos en los que ya sabías lo que diría el papa en la exhortación apostólica postsinodal y que hubiera podido decir lo mismo sin haber hecho la reunión.

En el caso del papa Francisco, para el Sínodo de la Familia dijo que se hiciera una encuesta o un diálogo sobre la familia. Esa fórmula fue bien. Pero después hizo un Sínodo sobre los jóvenes y hubo la correspondiente Exhortación Apostólica, que tampoco ha tenido mucho recorrido.

En resumen: para mí habrían tenido que hacerse sesiones de estudio de varios obispos y varios canonistas para decir cómo debe ser el Sínodo de Obispos. Cuando hablamos de sinodalidad, la sinodalidad la hemos practicado siempre, es la comunión. Por ejemplo, si conoces la Regla de San Benito ya lo ves en la vida religiosa. Pero lo que ahora se ha hecho, que a nivel de base la gente pueda realizar sugerencias... todo esto son documentos que cuando llegan a Roma ya quedan filtrados. Todo esto puede engañar un poquito.

"EN EL MOMENTO ACTUAL, NO VEO QUE EL CRISTIANISMO SEA MÁS CONVENCIDO"

Con 50 años de ministerio sacerdotal, ¿cómo describiría a los cristianos del año 2022?

Yo estoy bastante conforme con lo que ya dijo, hace cuarenta años, el teólogo Joseph Ratzinger: el cristianismo del futuro será más reducido pero más convencido. Lo que ocurre es que en el momento actual veo que se ha reducido, pero no veo que sea más convencido.

¿Coincide mucho con el testimonio del papa Benedicto XVI?

Yo estoy en absoluta comunión con todo el mundo, también con el papa Francisco. Pero es cierto que, quizás porque yo soy un poco mayor, no tengo la misma simpatía por el papa actual a pesar de que he escrito dos libros sobre él. No dudo en absoluto de su santidad y de sus cualidades personales. Sólo que, así como Jordi Pujol decía en tiempos de Juan Pablo II “yo soy un soldado del ejército derrotado del papa Pablo VI ”, yo diría, con todas las cautelas: “Me siento un soldado del ejército derrotado del papa Ratzinger”. Hablo de la doctrina, la sistematización teológica y también de su prudencia.

El papa Francisco hace entrevistas por todas partes. Con los Documentos de Iglesia me encuentro con que las homilías y los Angelus son como una meditación o una descripción escriturística que tienen su profundidad. Pero un texto que tenga nervio me cuesta encontrar.

En las 50 homilías destaca la importancia del “lazo entre predicación y acción, entre evangelización y sacramentalización”. ¿Cuál es la importancia de los sacramentos en la vida del cristiano?

El sacramento es la expresión y la vivencia de la fe. La fe no es simplemente creer los conceptos, las verdades o lo que decimos en el Credo (que también). Si no hacerla vivida. Y para alimentarla y expresarla, necesitamos escuchar la Palabra de Dios que nos da esperanza.

"LA MISIÓN DE MONTSERRAT ACTUALMENTE ES HACER LO QUE HA HECHO SIEMPRE: SER EL SANTUARIO DE LA VIRGEN MARÍA"

¿Cuál considera que es la misión más necesaria de la Iglesia en la actualidad?

Dar a conocer a Jesucristo. Actualmente, hay elementos muy válidos como pueden ser el ecumenismo y el diálogo interreligioso, pero debemos centrarnos en Cristo. Si Cristo no ha resucitado, es vana nuestra fe. Y nuestra fe implica nuestra resurrección y resurrección de todos.

¿Y cuál es la de Montserrat?

La de aplicar en el momento presente y con las herramientas presentes, que somos los monjes actuales, lo que siempre ha hecho: ser el santuario de la Virgen. Y a través de la veneración a María, hacer a Iglesia. Nosotros, haciendo Iglesia, somos María para el mundo.

¿Y la misión del monje en el siglo XXI?

Ser un testigo de fe en Jesucristo. Porque nuestra vida está centrada en la fe en Jesucristo.

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