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Catalunya Religió

(Ignasi Escudero -CR) África no es un país. Este es el título de la conferencia impartida por Alain Pitti en la sesión de este mes de los "Viernes Loyola", organizada por la Cátedra de Ética y Pensamiento Cristiano de IQS. Pitti, jesuita camerunés que está haciendo el doctorado IQS, nos abre una ventana al continente africano. Lo hace apuntando alto: descartar reduccionismos y poniendo en diálogo la tradición, la ciencia y la fe. Si hay un elemento común en el continente, deja claro, es la diversidad.

El título de la conferencia que impartiste en IQS es “África no es un país”. ¿Por qué se tiende a igualar un continente tan grande?

Cuando me pidieron dar esta conferencia la idea que me vino a la cabeza es que muchas veces se habla del continente, pero nunca son los africanos los que dan su visión. Son gente de fuera que explica la economía, la política, la cultura del continente. A menudo los africanos están ausentes, silenciados. Por eso quise dar otra perspectiva que muchas veces no se da. El título completo de la conferencia fue “África no es un país, el otro lado del continente” desde una perspectiva cultural y religiosa. Quise aportar informaciones que no salen en los medios de comunicación.

¿Qué tipo de noticias hay en ese otro lado?

Las noticias que se suelen dar son de continente abandonado, que ha sufrido el colonialismo, donde hay hambre y guerras. Un continente con mucho sufrimiento. Se transmite la imagen de inmigrantes y niños desnutridos. Para mí, esto es el 2% de lo que representa realmente el continente. Su historia, su actualidad, sus creencias… ¿Cuál es este otro continente que no se presenta?

Cuando les enseñé imágenes de grandes ciudades africanas, en la exposición que hice en IQS, algunos alucinaron. Dos ejemplos, Abuja, una ciudad muy grande y desarrollada o Nairobi, que se está situando en los estándares occidentales. África es un continente de 54 países, que a menudo se perciben como una unidad, no en su diversidad.

No se habla de los países democráticos africanos, donde hay alternancia en el poder, donde cada voto cuenta, donde hay libertad de expresión. Por ejemplo, Benín, sin ser un país muy desarrollado es ejemplo de una buena democracia. En África del este tenemos Tanzania, Zambia o Namibia. Pequeños países tranquilos que no aparecen nunca.

Sin embargo, sí aparecen los países donde hay conflicto como Sudan del Sur, Mali o las regiones de Nigeria donde está Boko Haram.

¿De qué tendríamos que hablar más?

No se habla de un continente que está pleno desarrollo económico. Nigeria ahora es la primera potencia económica, por delante de los países árabes o Sudáfrica que siempre se había tenido como un modelo. Mucha gente decía que se debía a la presencia de blancos. Sin embargo, Nigeria es la primera potencia económica.

En mi presentación no quise hablar de economía o política, sino de cultura y religión. De aspectos culturales que son muy importantes para nosotros. Diversidad es la palabra clave para resumir cómo un africano ve su propio continente. Diversidad cultural, musical, de costumbres, de personas, de clima. El norte de África es una zona muy seca, en el centro hay grandes árboles. La temperatura varía mucho. La imagen del calor y la sequía no es una imagen generalizada de África.

A nivel de tradiciones hay mucha diversidad, incluso dentro de cada país. En Camerún, mi país, con 25 millones de habitantes se hablan más de 280 lenguas diferentes. Algunas de ellas muy próximas, pero otras no tienen nada que ver. Cada grupo social tiene su propia manera de celebrar, sus costumbres y sus ropas.

¿A nivel religioso también existe esta diversidad?

Sí, hay una gran diversidad de religiones. Por ejemplo, el Bwiti en Gabón. Una filosofía de vida que se basa en la liberación del ser humano desde el interior, que se va a expresar en el exterior. Tiene un proceso de iniciación bastante complejo que se culmina tomando una bebida que te hace entrar en trance. Según su religión te pone en contacto con el mundo invisible, de tus ancestros. No he hecho esta iniciación así que no te puedo dar más detalles.

Otra religión es la del pueblo Dogon, en Mali. Se trata de una religión muy antigua, que fecha 50 años antes de Cristo. Tienen sus sacerdotes, su propia historia de la creación, según la cual los humanos y los animales fueron creados fuera de la Tierra, transportados al planeta en una gran arca.

Gran parte de las religiones africanas van unidas a la cultura y a la lengua. No hacen proselitismo, no se expanden. Los Dogon se quedaron en Mali durante siglos, hasta que en el siglo XIX un antropólogo entró en contactos con ellos. Solamente después de quince años de convivencia con los Dogon, estos le explicaron sus creencias.

Los sacerdotes dogones siempre habían sido astrónomos, han estudiado mucho las estrellas. Llegaron a la conclusión que la tierra era una esfera varios años antes de Cristo. Lo pintaron en una cueva en Mali, gran atracción turística hoy en día.

¿Algún elemento común?

El monoteísmo. En África no hay politeísmo, sino más bien un monoteísmo inclusivo. Es habitual la presencia de un Dios supremo que no se puede alcanzar directamente, sino a partir de mediaciones, pequeños dioses. También en el cristianismo hay mediaciones como cuando rezamos a los santos o los ángeles. Para muchos adeptos de religiones africanas es parecido, creen en un Dios único aun refiriéndose las mediaciones como el dios de la lluvia, por ejemplo.

Hay una religión que fue bastante controvertida, ya que ha tenido muchas interpretaciones falsas: el Vudú. Es una religión muy practicada en Benin, Nigeria o Togo. Ha habido mucha injusticia a la hora de contar su historia y naturaleza. Yo también pensaba en la imagen de muñecos, hechizos y brujería. Esto está completamente alejado del Vudú. Es una religión monoteísta, con un único Dios, y varias mediaciones. Para ellos la muerte es un paso del mundo visible a un mundo invisible. También creen que estamos conectados con la naturaleza. Usando los términos actuales, es una religión ecológica. En el Vudú hay sacerdotisas, que son las guardianas de la tradición. Ellas mandan y los hombres tienen un papel secundario. Viven en conventos, aunque no son célibes, muchas tienen hijos. Conozco un jesuita de Benín que es hijo de una sacerdotisa.

Esta diversidad lleva a que dentro de familias se practiquen distintas religiones. ¿Cómo se vive este hecho?

Con mucha naturalidad. En mi caso personal mi padre se casó con tres mujeres. En Camerún la poligamia está permitida. Él es católico y se casó con dos mujeres musulmanas y una católica, mi madre. Yo tengo hermanos musulmanes, protestantes… hay mucha diversidad en nuestra familia. La hemos respetado y también hemos celebrado todas las fiestas. Este fenómeno es muy presente en Camerún y se vive con toda naturalidad.

¿Hay otros elementos que unen más que la religión?

Claro, yo puedo decir que somos hermanos antes que religiosos. La religión viene después. El vínculo que nos une va más allá, es más, la religión no debe separar a los hermanos. En muchos casos se acompaña al otro en sus celebraciones sin tener que ser fieles de esa religión.

Cambiando de ámbito, dentro de esta diversidad ¿cuál es el estado de la iglesia católica en África?

La iglesia en África tiene muchos desafíos, a nivel cultural y teológico. La iglesia llegó en el continente con el colonialismo, el catolicismo que hemos recibido ya tenia un poco de mala prensa. A parte de esta desconfianza, muchos misioneros que no conocían ni llegaron a introducirse en la cultura se dedicaron a decir que determinadas tradiciones eran “el demonio”. Esto ha creado un conflicto que se ha transmitido generacionalmente en muchos africanos, un conflicto entre el evangelio y su propia cultura, que ellos ven que es buena.

Te pongo un ejemplo de Camerún. El pueblo Bamileke, en la parte oeste del país, era un pueblo nómada. Cuando moría alguien de la familia tomaban un hueso, a menudo el cráneo, con la creencia de que nunca había que dejar nadie atrás. Al sedentarizarse desarrollaron un culto, reservando una habitación para los cráneos, y veneran a sus antepasados. Su familia, presonas que han conocido y que son referentes para ellos. Al llegar los misioneros les dijeron que no podía ser, que esto era cosa del demonio. Las nuevas generaciones de sacerdotes repiten lo que decían estos misioneros. La paradoja fue cuando llegaron las reliquias de santa Teresa al país y pasaron por esta región. Los sacerdotes no sabían cómo explicar que hay que venerar las reliquias de santa Teresa, que ellos no han conocido, y no hacerlo con sus familiares, gente buena y modélica para ellos.

Hay unos desafíos culturales muy fuertes para la iglesia católica, y el cristianismo en general, en África. Hay que estudiar cómo incorporar estas diferencias culturales en la manera de vivir la religión, que ahora se viven de manera separada. Mucha gente de día va a la misa y por la noche al médico tradicional.

El año pasado estudié esta relación y me di cuenta de que los cristianos de Tanzania, donde hice el trabajo de campo, cuando tienen problemas de orden paranormal nunca van a ver el sacerdote sino al médico tradicional, el nganga. No es ni un chamán ni un curandero, como se dice en Europa. Delante esta realidad los obispos están excomulgando a aquellos cristianos que los visitan.

Hacen falta buenos teólogos africanos capaces de empujar las fronteras de la teología. Muchos repiten lo que ya se ha dicho sin ir más allá. Necesitamos reflexiones y propuestas para que la jerarquía pueda cambiar.

¿Un ejemplo?

Las bodas. A menudo para una unión se celebran hasta tres bodas: según los ritos tradicionales, la boda civil y el matrimonio religioso. Sólo un teólogo, en los años sesenta, ha hablado de este tema. Como mínimo había que buscar un punto de encuentro entre la boda tradicional y la religiosa y llegar a tener un solo rito.

¿Crees que la exhortación “Querida Amazonia” abre este camino?

Ya el papa Francisco decía que había que incorporar las tradiciones antiguas, no dejarlas perder ya que son patrimonio de la humanidad. Creo que el papa está abriendo caminos, pero es deber de los teólogos recoger el guante y desarrollarlo en cada contexto. Aprovechar la oportunidad para desarrollar reflexiones a la vez que se pone en valor las tradiciones africanas, con siglos de sabiduría, que podrían ayudar a la iglesia universal e incluso al mundo.

Has investigado el uso de las plantas medicinales para su aprovechamiento farmacéutico, pones en diálogo la tradición con la ciencia.

Soy químico farmacéutico y siempre me han atraído las plantas medicinales. Para mi son un tesoro que no estamos aprovechando del todo. La medicina tradicional africana tiene dos vertientes, una parte mística y otra física, biológica. Para mi es un lugar de encuentro entre ciencia y religión, pero también con la cultura del lugar.

Estoy documentando los tratamientos de los médicos tradicionales de Camerún, entre ellos un manuscrito traducido por un jesuita francés, que recoge más de 3.000 plantas y cataloga las enfermedades. En el futuro quiero ver en el laboratorio si esas plantas tradicionales realmente tienen el efecto curativo que se cree. Si es así, aislar el principio activo y desarrollar un medicamento accesible.

¿Desde IQS?

En IQS estoy haciendo mi tesis doctoral sobre como inhibir un virus que afecta a la planta de la yuca. Este virus causa muchas pérdidas económicas y es un problema de seguridad alimentaria en muchos países africanos. Desde IQS, en colaboración con un centre de investigación en Kenia, estamos desarrollando un fármaco contra este virus. Esta es mi contribución actualmente.

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