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Por Jordi Llisterri i Boix .

Ya me perdonarán que ante todo este miércoles 21 de abril felicite al cardenal Omella. Cumple los 75 años. Para un obispo es la fecha en la que debe presentar la preceptiva renuncia al papa. Sin embargo, y a pesar que en junio el obispo de Girona, Pardo, también cumple 75 años, hasta ahora no se divisaba movimiento en el mapa episcopal catalán a corto plazo.

Hay un precepto no escrito que dice que si no hay ningún problema que lo justifique (o ganas de remover al obispo), a partir de los 75 años es cuando se abre el proceso de consultas para relevarlo. Un proceso que puede alargarse sin problema un año o dos. Asimismo, todo el mundo da por hecho que al cardenal Omella por lo menos le quedan tres años por delante en Barcelona, ​​cuando finalice su mandato como presidente de la Conferencia Episcopal Española, la primavera de 2024. Por lo tanto, nada hacía prever movimientos en el mapa catalán.

Además, Omella está plenamente en forma y está afrontando dos temas importantes que si salen bien dejarán impronta. En Barcelona finalmente ha cogido el toro por los cuernos en el mapa parroquial. Después de años de ir tirando finalmente alguien ha puesto sobre la mesa la reorganización de la actual dispersión de parroquias. Hoy es una red insostenible por falta de efectivos. No podemos tener las estructuras de hace 50 años. A pesar del lío y los conflictos de intereses personales que genera tocarlo todo, se deberá felicitar al cardenal Omella si resuelve este tema escuchando a todo el mundo pero también tomando decisiones con una visión global y de futuro. Sólo por eso ya pasará a la historia. Es un reto que debe resolverse equilibrando el que sale en Google Maps con una historia secular.

El otro tema que Omella se propone afrontar en toda España es la reorganización de los seminarios, donde además de un problema de falta de efectivos y candidatos, también se arrastra un problema de línea pastoral. Hay seminarios en los que durante años se ha cometido el grave error de ordenar sacerdotes sin tomar muchas precauciones para poder lucir una estadística brillante. Esta reestructuración deberá trasladarse a Cataluña, actualmente con tres seminarios: el Interdiocesano, el de Barcelona y el de Terrassa. Y no será fácil ni hay una solución clara. Los números son débiles pero habría que evitar un seminario demasiado marcado por el peso de una diócesis como Barcelona, ​​que aglutina un tercio de la población catalana. Quizás con un nuevo obispo en Terrassa Omella tendrá más fácil manejar este tema hacia donde él lo quiera conducir.

Volviendo al mapa episcopal, ahora hay una quincena de sedes vacantes o con obispos en edad de jubilación en España. Por lo tanto, nada hace prever ninguna prisa en el mapa catalán donde, con más o menos entusiasmo, la mayoría de obispos están en sintonía con el paso que marca el papa Francisco. O, como mínimo, no se oponen, lo que si que pasa en otros obispados.

Pero el nombramiento de Saiz Meneses como arzobispo de Sevilla cambia un poco la situación. Ahora en Cataluña tenemos una diócesis vacante, Terrassa, y si hay otros movimientos en la misma línea (Benavent en Valencia?) podría haber alguna más. He aquí el gráfico de cómo están hoy las cosas:

En el gráfico se pueden ver tres "paquetes" de obispos. En azul los que simplemente les queda algún tiempo donde están: Omella (Barcelona), Pardo (Girona), Cortés (Sant Feliu), Giménez (Lleida) y Vives (Urgell). Habrá que ver si en Urgell para garantizar un relevo tranquilo al coprincipado andorrano también se opta por un obispo coadjutor que acompañe Vives los últimos años del mandato, como se hizo en la sucesión de Martí Alanis. Pero aún queda.

En naranja están los obispos que por edad tienen números para cambiar de sede: Planellas (Tarragona), Casanova (Vic) y Benavent (Tortosa). En el caso de Planellas ahora el cambio está descartado porque acaba de llegar a Tarragona. Pero en espera de cómo quede el mapa episcopal los próximos años aún sería candidato a suceder Omella. No adelantemos acontecimientos. En todo caso ahora ya sabemos que el próximo arzobispo de Barcelona no será Saiz, uno de los que estaba bien situado.

Hacemos notar una vez más el poco naranja que hay en el gráfico. Es una muestra de cómo los últimos años se ha saboteado la cantera de obispos formados en Cataluña. Entre los obispos catalanes que por edad están en disposición de ocupar sedes relevantes o para dentro de tres o cuatro años aterrizar Barcelona sólo hay un cura formado en Tortosa (Casanova) y uno en Girona (Planellas). Y si quieren sumamos a Novell, formado en Solsona. Sólo hay que recordar que en el momento del relevo del cardenal Jubany había seis o siete obispos catalanes con posibilidad de sucederle.. Hoy dos o tres.

Aquí sin embargo, en color beige, entran los auxiliares. Cristau difícilmente se moverá ya de Terrassa, y no es habitual que el obispo auxiliar tome el relevo. Pero hay los tres auxiliares elegidos para Omella (Gordo, Vilanova y Vadell) que tienen por delante un cuarto de siglo de recorrido episcopal. Hacer cualquier especulación en este sentido es una temeridad. En realidad, es una temeridad cualquier especulación sobre las sucesiones episcopal.

El caso de Novell, aunque le quedan más de veinte años de obispo, sería un caso aparte. Porque ahora parece que sólo están de moda los obispos que son transparentes o aparentemente equidistantes en el tema nacional. No en vano sábado el ABC de Sevilla destacaba entre las virtudes episcopales de Saiz que era víctima "del acoso de los independentistas catalanes" mientras otros obispos han "politizado las misas" (sic).

En todo caso, lo que será muy importante es si con los nombramientos a cuatro o cinco años vista se rehace la cantera de obispos catalanes y si, además, se rehace con un perfil franciscano que perdure después de Francisco. También estaría bien (y esto es sólo una opinión personal) equilibrar un cierto arraigo al país. Y también estaría bien pensar en la vida consagrada. Desde 1935 no se nombra un religioso obispo de una diócesis catalana. Concretamente el felipense Huix en Lleida.

Finalmente, cabe destacar que en los últimos años en el único sector en el que parece realmente operativo esto de los Països Catalans es en la Iglesia católica, con nombramientos arriba y abajo de valencianos, baleares y cardenales de la Franja. Si tiene que ser así, lo que estaría bien es que no siempre fuera en la misma dirección, en dirección al Principado. Desde que hace 45 años Deig cuando fue a Menorca, antes de volver a Cataluña, no ha habido ningún obispo formado en los seminarios de Cataluña que haya salido fuera del Principado. En el mismo periodo, aquí hemos recibido nueve: seis valencianos, dos baleares auxiliares de Barcelona, ​​y un aragonés de la Franja.

Tomen todo esto con pinzas porqué todo se termina decantado por factores muy imprevisibles. Si fuera un proceso más transparente quizás no sería necesaria tanta especulación. Pero son los datos que hoy tenemos para avistar el mapa episcopal catalán de los próximos años.

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