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Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa

Frente a esta nueva cita electoral del próximo domingo, cabe formularse esta pregunta: ¿Puede un cristiano vivir la política sin renunciar a su fe?

Lucas, al inicio de los Hechos de los Apóstoles, afirma que Jesús, después de la resurrección, se deja ver por sus apóstoles durante cuarenta días. Son sus últimas palabras en directo y solo desarrolla un tema: el Reino de Dios. Cuando le pidieron una oración, Jesús les dio el Padrenuestro, que contiene esta petición: «Venga a nosotros tu Reino.» ¿Cómo entender el Reino de Dios? Sus discípulos aún no comprenden. Cuando les dice que deben quedarse en Jerusalén y que en pocos días recibirán el Espíritu Santo, ellos le preguntan: «Señor, ¿es en esta ocasión cuando vas a restaurar el reino para Israel?» Llevan tres años con Él y no han conseguido desvincularse del afán de poder. Tendrá que venir el Espíritu para desvelarles el sentido profundo de la expresión «Reino de Dios», que Jesús ya había explicado con anterioridad. Los mensajes de Dios, a menudo, no se comprenden a la primera de cambio. La madre de los hijos del Zebedeo, Juan y Santiago, tiempo antes le había pedido a Jesús: «Dispón que cuando tú reines estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.» Una propuesta de gran habilidad para cubrir todo el arco parlamentario. Los diez apóstoles restantes se indignaron. Pugnas de poder. Jesús les reúne posteriormente y les dice: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo.»

El reino mundano es, casi siempre, afán de poder, dominación, opresión, engaño, manipulación, corrupción, falsas promesas... El Reino de Dios, en cambio, se nutre de servicio, de dar la vida por todos, de buscar el bien común más que los intereses personales o de grupo. ¡Qué difícil es, aunque posible y necesario, ejercer la política desde la óptica del Reino de Dios!

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