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(Eloi Aran / Imágenes: @martibech) Desde el pasado mes de septiembre está ya en funcionamiento la reformada iglesia de Ntra. Sra. Del Rosario, del convento de Santa Catalina de los Padres Dominicos, situada en la Calle de Ausiàs Marc, 54. La iglesia fue proyectada por Gabriel Borrell y Cardona en 1897 en estilo neogótico, tal como se estilaba entonces. Del proyecto original en el estado actual se pueden ver varias modificaciones, ya en la fachada, que estaba separada de las paredes medianeras y no tenía las dos puertas laterales actuales, como en el espacio posterior al ábside que se reconvirtió en una gran sala de acceso a la sacristía y la Capilla del Santísimo.

La reforma de la iglesia ha sido impulsada por la comunidad conventual de los Dominicos en Barcelona con la ayuda de su Província y ha contado con la dirección de T113-Taller de Arquitectura y la participación del artista Goretti Pomé. En cuanto al apartado de la arquitectura, la intervención ha consistido en concentrar las actividades pastorales de carácter sacramental al mismo templo, tales como incorporar dos espacios por el sacramento de la reconciliación u otro dedicado a la devoción de San Martín de Porres ; restaurar la piel interior del templo y su iluminación, resaltando las molduras de las nervaduras y aclarando el resto de la superficie; y, también, incorporar un suelo radiante aprovechando la creación de una nueva solera y pavimento del templo.

La concentración de la actividad sacramental en el área del templo ha sido motivada por la sectorización que se ha llevado a cabo, separando la nave neogótica del espacio posterior. Esta decisión ha supuesto la aparición de un nuevo final del templo y el cegamiento de los arcos del presbiterio. En este punto es donde ha entrado la participación del artista Goretti Pomé, a quien se le encargó una intervención que, aun siendo contemporánea y mistagógica, fuese acordada con la intervención general de reforma. De aquí ha surgido la obra que lleva por título "epíclesis", de la que Xabier Gómez op hace la siguiente explicación:

"Epíklesis es el nombre que recibe en la acción litúrgica la invocación del Espíritu Santo. El culto cristiano se realiza siempre "en espíritu y verdad". El presbiterio de una iglesia es el espacio más importante, dónde están situados el altar (representación de Cristo en su misterio pascual) y el ambón, mesa de la Palabra.

Alrededor de ellos, se ha desplegado un mural-tríptico donde se representa en lenguaje conceptual la invocación y presencia del Espíritu Santo en la acción litúrgica-sacramental y la vida del Pueblo de Dios, como está escrito y la tradición nos lo han transmitido. El mismo Espíritu, que habló por medio de los profetas, que actuaba en la vida de Jesús, y "cubrió con su sombra" a la Virgen María.

Los círculos y la vibración de la pintura nos evocan el dinamismo de la Trinidad Indivisible, su comunicación. Los trazos verticales, a los siete dones del Espíritu Santo, (tres en el panel de la izquierda y cuatro en el de la derecha). Estas franjas descendientes recuerdan la kénosis, el abajamiento del Hijo de Dios par fin de elevar a la humanidad y llevarla con él al Padre. Sobre ellas se han escrito veinte palabras, los veinte misterios del Rosario, "compendio del Evangelio", invitando a su meditación. Pintadas como un rumor estas palabras permiten recorrer los principales momentos de la vida de Jesús y de María para hacerlos nuestros. En el centro, conectando los misterios de gozo y de luz y los de pasión y gloria, se encuentra representada la eucaristía, acción de la Trinidad también evocada por tres puntos de luz en relieve. Sobre esta tela encontramos la imagen titular de la iglesia conventual, la Virgen del Rosario y Santo Domingo de Guzmán. Así como por María el Hijo de Dios se hizo hombre y entró en nuestra historia, así la eucaristía actualiza su presencia por medio de la celebración del misterio pascual cada domingo.

La devoción a María, la celebración de la eucaristía y la contemplación de la Palabra son pilares de la espiritualidad católica y dominicana. María nos recuerda: "haced lo que Él os diga". Con Santo Domingo alabamos, bendecimos y predicamos.

Por último, las tonalidades azules y blancas de este retablo contemporáneo, inspiradas en las tonalidades del vestido de la talla de la Virgen del Rosario y de su Hijo en brazos, dialogan con la luz que proyecta el rosetón de la fachada principal. Lumen cum pacem!

La celebración de la fe y los sacramentos, la meditación del Santo Rosario, la escucha de la Palabra o la oración en silencio en este espacio sagrado, nos abren a la presencia invisible y eficaz del Espíritu Santo. Padre amoroso del pobre, fuente del mayor consuelo, cuya acción nos hace ser Iglesia en salida. Nos introduce en la comunión con el Padre y el Hijo, y nos fortalece en el compromiso a favor de un mundo mejor."

Territori

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