Decisión y fragilidad

El relato que sigue a la multiplicación de los panes es el que presenta a Jesús caminando sobre el agua cuando las olas sacuden la barca de los discípulos y Pedro quiere acceder donde está Jesús, es el relato que leemos en el evangelio de hoy (Mt 14,22-33).

Mateo escribe este relato cuando en las comunidades cristianas han empezado a producirse ya las primeras persecuciones. En la literatura bíblica el mar es el lugar donde habitan las fuerzas contrarias a los planes de Dios. Cuando la comunidad cristiana ha empezado a ponerse en marcha, las fuerzas adversas también han comenzado a actuar. Este contexto de persecución lo encontramos notoriamente señalado con el uso del verbo griego "basanizo" que significa torturar, atormentar, martirizar. Es el verbo que en libro del Apocalipsis se usa cuando habla de los escorpiones que atormentan a los que no llevan la marca de Dios (9,5) o el tormento que sufre Babilonia (18,7) o el que recibirán los que adoran la bestia (14,10). En el libro apócrifo 4 Macabeos el verbo se aplica cuando habla del martirio de Eleazar y los siete jóvenes (4 Mac 11,2; 12,4; 16,15).

Jesús manda a los discípulos que pasen a la otra orilla (v.22). Cómo puede ser que los mande a emprender un trayecto que resultará relleno de graves dificultades? como puede ser que los deje solos? Seguramente hay una acción educativa, por parte de Jesús, encaminada a medir lo que son capaces de hacer con sus propias fuerzas. Si antes la dificultad era dar de comer, ahora la dificultad es vencer las contrariedades simbolizadas por el mar. El relato marca muy bien lo que pasa cuando falta la presencia de Jesús o qué pasa cuando este está. Jesús sube a la montaña para orar (v.23). Jesús parece que deja los discípulos solos, pero lo que hace es dar las claves de superación del problema en que se encuentran los discípulos. Ante las contrariedades de las fuerzas adversas lo que hace falta es la oración y un ejercicio ascético. Subir a la montaña simboliza el esfuerzo, la austeridad y el desprendimiento que ayudan a superar la mala influencia de los valores contrarios a la construcción del Reino de Dios, simbolizados por el mar y la tormenta. Desembarazarse de la fuerza de una sociedad contraria al Reino, junto con la oración son imprescindibles -así lo enseña Jesús- para vencer las contrariedades de la tormenta.

En la segunda parte del relato que nos ocupa (vv. 28-32) sobresale el liderazgo de la persona de Pedro. En el evangelio de Mateo se nota un interés por resaltar la preeminencia de este discípulo. Si damos por buena la información de Pablo en la carta a los Gálatas, según la cual Pedro estuvo en Antioquia (Ga 2,11) y admitimos que el evangelio de Mateo fue escrito en esta ciudad, no es extraño que la comunidad de Mateo tuviera en estima la figura del apóstol Pedro.

La intervención de Pedro ha sido convenientemente preparada: es el primer discípulo llamado (4,18), Jesús cura a su suegra (8,14), su nombre encabeza la lista de los doce (10,2). La acción de Pedro en el intento de caminar sobre el agua anticipa una serie de escenas donde se manifiesta dicha preeminencia sobre el resto de los discípulos: la confesión en Cesarea (16,16), la oposición a la muerte de Jesús (16,23), la presencia en la transfiguración (17, 1.4) o Getsemaní (26,37) y sobre todo las negaciones (26,69-75).

Pedro aquí como en otros pasajes se mueve entre la decisión y la fragilidad. Muestra fe en Jesús en querer caminar sobre el agua, pero no ha tenido la suficiente para perseverar. Ha creído más en la fuerza del viento y de las olas que en la autoridad de Jesús para vencer el poder de las fuerzas adversas. La poca fe (oligopistía) califica la situación de los discípulos que ya se han hecho seguidores de Jesús, pero su fe ante determinadas situaciones de la vida no responde como cabría esperar. Pedro es el prototipo de discípulo que alterna entre la fe y la poca fe.

Domingo 19 durante el año. 13 de Agosto de 2017