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Catalunya Religió

(Jordi Llisterri -CR) "Sin ser adivino, se prevé que la Iglesia irá quedando cada día más desmantelada y pobre de medios humanos. Los que tenemos que vivir e ir por delante en este proceso tenemos que pasar una prueba nada fácil. Sin embargo, es necesario. La Iglesia debe volver a Nazaret". Son palabras que escribía en la Hoja parroquial de Girona en 1973 el obispo Jaume Camprodon, al inicio de su pontificado. Este 26 de diciembre por la noche ha muerto pocos días después de cumplir los 90 años .

El funeral será este jueves 29 de diciembre a las 11 de la mañana en la catedral de Girona.

Fue obispo de Girona durante 28 años, de 1973 a 2001, y este espíritu de sencillez y renovación eclesial que representa la Iglesia de Nazaret marcó su pontificado. Que, además, sintonizaba con su carácter afable y cercano.

Llegó a Girona para sustituir Narcís Jubany cuando éste fue nombrado arzobispo de Barcelona. En Girona Camprodon siguió los pasos de su antecesor y formó parte de la generación episcopal que se creyó y aplicó el Vaticano II en Cataluña, con el cardenal Jubany en Barcelona y el arzobispo Josep Pont y Gol en Tarragona. Precisamente, ha muerto el mismo día en el que murió Jubany, justo hace 20 años, el 26 de diciembre.

Con la muerte de Jaume Camprodon desaparece también la generación episcopal que lideró la Iglesia catalana durante la recuperación de las instituciones catalanas. Camprodon decía que eran "unos años en los que había que pisar con precaución". También era el último testimonio vivo de los obispos que participaron en la redacción de Raíces Cristianas de Cataluña publicado en 1985.

El cuerpo a la ciencia

En un comunicado del obispo de Girona, Francesc Pardo, anuncia que el cuerpo del obispo Camprodon será entregado a la ciencia siguiendo sus últimas voluntades: "Era consciente de que desde el primer infarto que tuvo, hace unos años, la medicina había hecho muy por él y, como agradecimiento, quería hacer la donación de su cuerpo para poder ayudar a la investigación de todas las enfermedades. Inmediatamente después de su muerte, en cumplimiento de estas últimas voluntades, se han realizado las gestiones oportunas para hacerlas efectivas".

El obispo Pardo lo ha definido com "un creyente convencido y pastor sencillo con olor a pueblo, que siempre ha querido servir a la Iglesia".

El presidente de la Generalitat Carles Puigdemont y el vicepresidente Oriol Junqueras han expresado su pésame por la muerte de un "obispo querido, muy cercano, sencillo y abierto. Fiel al país y su gente, y su deseo de libertad" y por "el arraigo, sencillez, coherencia y catalanidad en tiempos difíciles".

Sacedote y obispo del Vaticano II

Nacido en Torelló el 18 de diciembre de 1926, Jaume Camprodon entró en el seminario de Vic con 14 años. Su primer destino como sacerdote fue a Sant Joan de las Abadesses y Taradell. Pero pronto se dedicó a la pastoral obrera como consiliario de la JOC y desde 1955 fue profesor del Seminario Menor de la diócesis.

Algo vio en él el obispo de Vic, Ramon Masnou, que en la época del Concilio Vaticano II lo envió a estudiar a Instituto Católico de París. A mediados de los años 60 esto significaba sintonizar con las corrientes teológicas más abiertas y avanzadas, que contrastaban con la oscuridad del franquismo y de la Iglesia que todavía se veía vencedora de la Guerra Civil. También en París se acercó a la realidad de los inmigrantes.

Todo ello configuró su talante como sacerdote y luego como obispo en plena sintonía con el Concilio. De vuelta a Vic, esta nueva manera de hacer Iglesia ya la aplicó en Calaf y Manresa. Confió en los laicos para llevar adelante el proyecto pastoral y social de las parroquias, como después haría como obispo. En 1971 fue nombrado Vicario de Pastoral de Vic, elección del obispo después de una consulta entre todo el clero de diócesis.

En 1973, después de que Narcís Jubany fuera trasladado a Barcelona, Camprodon fue nombrado obispo de Girona con 47 años. Cuando el nuncio le anunció su nombramiento, respondió que no lo veía claro porqué no compartía el sistema de elección de obispos sin la participación de los fieles y porqué no conocía la diócesis. Sin embargo, aceptó porqué el nuncio le dijo que sería un obispo catalanista bien recibido por los gerundenses.

Como obispo de Girona constituyó el primer Consejo Pastoral de la diócesis, dando la palabra a los laicos en la vida diocesana. También impulsó la pastoral de jóvenes, instituyendo la Pascua Joven o creando el Centro Cristiano de los Universitarios. El Instituto de Teología, la Casa de Espiritualidad de Banyoles, el Museo de Arte de Girona con fondos del Museo Diocesano, la creación del Fondo Común Diocesano, la comisión diocesana de Justicia y Paz, la nueva sede del obispado tras abandonar la residencia en el Palacio Episcopal, son otros hitos de su etapa episcopal.

Este etapa la dirigió con una forma de gobierno basada en las consultas a laicos, sacerdotes y religiosos.

Obispo interdiocesano
Camprodon creyó en las instituciones conjuntas y la colaboración entre los obispados catalanes. En 1998 fue uno de los fundadores del Seminario Mayor Interdiocesano, para agrupar los seminaristas de Girona, Tarragona, Urgell, Vic, Solsona y Lleida. Una decisión que fue dolorosa por tener que renunciar a un seminario propio pero que desde entonces ha facilitado la formación conjunta de los seminaristas catalanes y la relación entre los sacedotes de los distintos obispados.

En 1995 fue uno de los obispos que participó el Concilio Provincial Tarraconense. Después, Girona fue una de las diócesis donde más se trabajó para su aplicación práctica en la pastoral cotidiana.

También creyó y practicó el ecumenismo y el diálogo interreligioso. Ya jubilado, asistió a todas las sesiones del Parlamento de las Religiones de 2004 en Barcelona.

Iglesia avanzada

Sobre todo marcó la diócesis con su carácter de obispo bueno y con las cartas semanales publicadas en la Hoja parroquial. Allí es donde decía en 1973 que "la Iglesia debe volver a Nazaret. Es una etapa de la vida de Jesús que tiene que revivir". Una iglesia que "no se oculta" y que "comparte la vida del pueblo, animado de una vida nueva y de unos horizontes más amplios. Situada en Nazaret, la Iglesia se rejuvenecerá, aprenderá a ser del pueblo, ánima de una vida nueva y de horizontes más amplios".

Ahora se podría decir que era un obispo de tiempo que marca el Papa Francisco. Pero en realidad era un obispo del tiempo de renovación eclesial que significó el Vaticano II y que él mantuvo vivo hasta su jubilación episcopal en 2001. Le sustituyó el obispo Carlos Soler i Perdigó.

Desde entonces vivía en una residencia, primero en Girona y después en Banyoles. Hasta hace poco, acompañado de su fiel secretario Jaume Padrós. En 2003 rechazó la Creu de Sant Jordi porque, explicó, "tomé como referente el cardenal Vidal y Barraquer, que decía que el mejor premio para un sacerdote es la cruz pectoral, que tantas cosas dice de un obispo".

El cardenal Jubany, Pont i Gol, Joan Martí Alanis, Ramon Masnou, Ramón Malla, Miquel Moncadas, y también Ricard Maria Carles, son los obispos que durante el Pontificado de Pablo VI sustituyeron en Cataluña los obispos herederos del franquismo y que sintonizaban con los nuevos aires del Vaticano II. Ellos configuraron el programa social, de servicio y de arraigo en el país que dibujó la Iglesia catalana de hoy y que luego se concretó en el programa pastoral del Concilio Provincial Tarraconense.

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