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"Si la Iglesia ha hablado y habla al mundo con sus escritos y su predicación, para elaborar y manifestar su identidad, sería insensato pensar que la inmensa cantidad de edificios, en su increíble variedad y riqueza de formas, con los que ella ha puesto su presencia en la ciudad y los pueblos, no tenga nada que decir a propósito de lo que es la Iglesia y de cómo se ve y se siente en la compleja experiencia de su fe "(" la Iglesia y sobre iglesias ". Pg. 15)

(Eloi Aran) Esta cita introductoria abre las puertas diálogo entre la arquitectura religiosa y la eclesiología, más allá del secuestro por parte de los historiadores del arte o de la liturgia, que suelen ser las dos puertas de acceso más comunes a la temática. El autor del libro "La Iglesia y sus iglesias" (Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2013), Severino Dianich, es un reconocido profesor de eclesiología italiano que parte de una intuición muy clarividente: los edificios eclesiales también tienen algo que enseñar sobre qué es la Iglesia. No se trata de un adorno intelectual, o de una ilustración a un pensamiento meramente conceptual, sino que "las piedras" también son documentos que hay que interpretar y leer.

Supe de este autor gracias a un encuentro casual en la Facultad de Teología de Cataluña con Mn. Xavier Morlans, que iba acompañado del teólogo Carlos Castillo Mattasoglio, que es quien ha hecho la traducción del italiano al castellano. Después de un intercambio de publicaciones, llegó a mis manos el libro en cuestión, que ha tenido que permanecer a la espera de encontrar un largo momento de calma estival para su lectura. Sé que a Severino Dianich le llegó "Ámbitos de revelación" por un correo que me envió en el que me comentaba "Su es una perspectiva muy original y encuentro muchas cosas interesantes. Por supuesto, también hay diferentes maneras de concebir la evangelización y como consecuencia también de los lugares en relación con la ciudad. Espero que la reflexión continuará en la línea que se abrió y que, aún hoy, se puede conseguir un diseño adecuado, en comparación con la tragedia de un siglo y medio de la arquitectura de las iglesias dominadas por el historicismo, que es exactamente lo contrario de la perspectiva de la evangelización ".

El libro no tiene desperdicio y, casi añadiría, debería ser de obligada lectura para todos aquellos arquitectos que nos dedicamos a estos temas. Como indica el autor, el arquitecto debe ser capaz de representar un papel que es como el de quien escribe una carta de amor por encargo, pues el verdadero arquitecto de la iglesia material es más la comunidad creyente que no el profesional técnico. Una iglesia es una tarjeta de presentación de la Iglesia y, por tanto, el arquitecto debe ponerse en la piel institucional y saber qué es lo que lleva entre manos (o en las clics continuos del ratón mientras dibuja con el Autocad).

La estructura del libro abarca prácticamente la totalidad de la problemática de la arquitectura eclesial actual: desde un planteamiento inicial, hasta su lenguaje, el sentido o su formalización. Encontramos referencias bíblicas, magisteriales y los santos padres, al tiempo que referencias a la arquitectura cristiana primitiva o en las más últimas intervenciones. Vendría a ser un manual en toda regla y por eso es más que recomendable, pues diría que no hay casi ninguna problemática de fondo (que no técnica) que no sea tratada. Además, su reflexión, basada en los principios del Concilio Vaticano II, lo hacen cercano y contemporáneo (también posicionado, tanto contra ciertos arcaísmos como actitudes posmodernas o new-age propias de nuestros tiempos).

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