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Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa

El relato de los hechos. Un monitor de comedor está cursando su formación en una reconocida Fundación que imparte la titulación para realizar actividades de educación en el tiempo libre infantil y juvenil. Cuando le llega su momento, es enviado al colegio Sants-Les Corts de los Hermanos Maristas para que realice su período de prácticas, que inicia el 9 de noviembre de 2015. Bastan unos pocos días para que alumnas de Primaria planteen el 2 de diciembre a sus tutoras sus quejas por el comportamiento inadecuado de este monitor, que ya ese mismo día no ejerce. La dirección del centro, de acuerdo con estos datos y con los padres de las niñas afectadas, devuelve el monitor a la Fundación con la que está vinculado y presenta el 4 de diciembre de 2015 sus denuncias a los Mossos d’Esquadra, junto con padres y madres de las menores. Dicho monitor realizó solo 17 días de prácticas en el mencionado centro marista.

Investigaciones, surgidas a partir de esta situación, arrojan datos preocupantes, que se han conocido en este mes de julio. En el ordenador del monitor en prácticas se han encontrado más de 4.000 fotografías y 200 vídeos de menores. Para obtenerlas con mayor facilidad, se hacía pasar por una niña. En estos momentos, está en prisión preventiva.

El relato mediático. Se ha hablado insistentemente, de manera especial desde un rotativo, del «monitor pederasta de los Maristas», «el monitor de comedor del colegio de los Maristas de Sants-Les Corts», «encarcelado por pornografía infantil el monitor pederasta de los Maristas», «la ley del silencio»… El caso del monitor en prácticas se sumó al caso Benítez, profesor de gimnasia del centro marista. Tras un diálogo de la dirección con una familia de un menor, dicho profesor fue fulminantemente desvinculado del colegio en 2011 y denunciado a Fiscalía de Menores. Cinco años después, estos hechos entraron en la vorágine mediática y se desvirtuaron los relatos objetivos con una campaña difícil de interpretar en sus motivaciones. No obstante, una juez de Instrucción Penal no podía ser más explícita: «No conozco hasta la fecha otro centro o colegio que haya tomado la iniciativa de denunciar penalmente a un profesor trabajador del propio centro. A pesar de ello se habla de “laxitud” del centro ante estos hechos cuando no hay nada más grave que acusar penalmente a alguien de ser un pederasta. Eso no indica, por pura lógica, ganas de ocultar o tapar como dicen algunos, sino más bien interés en que se saque a la luz o se averigüe por los órganos competentes y medios eficientes todo el daño que ese hombre hubiese hecho.» El Consorcio de Educación de Barcelona ratificó la actuación correcta del centro.

Volvamos al monitor. No era un trabajador del centro marista, sino un monitor en período de prácticas, proveniente de una fundación ajena, que no ha presentado denuncia. El empoderamiento de las alumnas, el nivel de diálogo establecido, la coordinación de la dirección con las familias, la inmediatez de la intervención, la transparencia, la denuncia a los Mossos… merecen el mejor de los reconocimientos. Este es el camino

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