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Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa

Hay frases que resulta difícil olvidarlas. Una de ellas la pronunció el magistrado Daniel de Alfonso, director de la oficina Antifraude: «Les hemos destrozado el sistema sanitario.» En el contexto de las conversaciones grabadas y de las reuniones de grupos especializados en combatir la independencia, sería ingenuo reducir la actuación al ámbito sanitario. Existen indicios de otros muchos destrozos, uno de los más importantes afecta al sistema educativo. Estos planes y estas conspiraciones cuentan con unos protagonistas y unos colaboradores. La historia de los pueblos dominados refleja una constante. Los opresores siempre cuentan con la ayuda de un sector de dominados que ven más futuro en plegarse al poder que en resistirse a él. Sacrificar a los suyos es más fácil que ponerse a su lado. Comportamientos de este tipo impiden los cambios y mantienen el statu quo por tiempo indefinido, aunque no siempre triunfan.

Tres medidas han sido destinadas a la destrucción del sistema educativo catalán, como misiles dirigidos a la línea de flotación. La primera: el ataque directo a la inmersión lingüística. Incluso se creó un partido con este objetivo principal aunque actualmente se ha abierto a otras perspectivas más generales, sin abandonar su determinación en este punto. Crear dos líneas lingüísticas para fracturar la sociedad. Antes ya se había roto la unidad lingüística entre el valenciano y el catalán en los estamentos oficiales del Estado, pese a que el diccionario normativo valenciano sostiene lo contrario. Dividir para debilitar. Se incentiva con 6.000 € a las familias para ir a una escuela privada en castellano. Hoy por hoy, la apuesta cuenta con una acogida poco significativa. La motivación de Wert con la LOMCE, expresada sin pudor en el parlamento español: «Nuestro interés es españolizar a los niños catalanes.» Las leyes generales de la educación suelen estar al servicio de los partidos que regentan el poder político. Por esto, no se ha llegado a ningún consenso. La derecha se identifica más con esta primera medida. La izquierda liderará mejor la siguiente.

La segunda: el ataque al modelo específico catalán, según el cual la sociedad civil se muestra activa y comprometida con el bien común y en colaboración con el servicio público, como afirma Helena Ris, cuando describe el sistema sanitario. Está en juego la escuela concertada y la capacidad de elección de los padres. La libertad en Cataluña, compatible con un profundo sentido de solidaridad, ha sido la fuente de su engrandecimiento a lo largo de la historia. El sistema económico, cultural e industrial son prueba de ello. El modelo único, fuera privado o público, implicaría una mutilación de graves consecuencias. Una reciente ILP y ciertos movimientos apuntan a negar la entraña de la iniciativa social. El modelo mixto tiene mayor dinamismo.

La tercera: seleccionar hechos concretos, destacar su dimensión problemática y elevarlos luego a fenómenos exclusivos del ámbito catalán. En esta línea, pueden apuntarse también bloqueos legales, creación sistemática de obstáculos, etc. Uno a uno parecen poca cosa, pero juntos resultan profundamente destructivos.

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