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Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa

Sería difícil entender determinados comportamientos periodísticos que se han producido recientemente en Cataluña sin hacer referencia al oscarizado filme Spotlight. Ha servido como fuente de inspiración para tratar de una manera determinada el tema de los abusos en centros maristas. Esta valoración se ha realizado desde distintas procedencias. Jordi Llisterri, periodista y director del portal www.catalunyareligio.cat, ha elaborado un escrito muy completo, titulado Spotlight Maristes. Un posible informe. Otros, de manera tangencial, también han establecido una cierta relación entre la película y la institución marista. Suelen aparecer escándalos que afectan a centros educativos en época de puertas abiertas y de periodos de inscripción, pero este año la coincidencia con el estreno del filme y la gala de los Oscar ha adquirido una relevancia especial. Mi reflexión apunta a ver el funcionamiento de Spotlight aplicada a nuestro país. Dicho de otro modo, qué parecidos y qué divergencias presenta la película de Tom McCarthy con la campaña mediática, especialmente promovida por un periódico, que se ha centrado, casi en exclusiva, sobre los colegios maristas de Cataluña.

El filme me pareció muy interesante y lo recomiendo encarecidamente. Crear conciencia y purificar son dos tareas indis- pensables. Suscribo las palabras de Lucetta Scaraffia, que escribió en L’Osservatore Romano: «Spotlight, que ha ganado el Óscar, tiene una trama interesante. Y no es una película anti católica, como se ha escrito, porque es capaz de dar voz al desánimo y al dolor profundo de los fieles ante el descubrimiento de estas terribles realidades.» También las de Peio Sánchez: «Para los católicos, lo más doloroso de los hechos que presenta Spotlight es el abandono del Evangelio, que defiende la atención preferente a las víctimas, frente a los intereses de una institución que se protege a sí misma.» Ambos textos publicados el 29 de febrero de 2016. El filme original y la aplicación a nuestro caso presentan diferencias significativas, que comentaré más adelante.

1 LA LUZ DE LOS FOCOS

The Boston Globe posee el equipo Spotlight, integrado por cuatro personas: Robby, su director, Mike, Sacha y Matt. Ben Bradlee Jr., actúa de supervisor. Por encima está Marty Baron, primer director judío del periódico llegado de Maimi, a quien Robby relata las características de su equipo: «Somos un equipo de investigación de cuatro personas, nos supervisa Ben Bradlee Jr., y nuestro trabajo es confidencial.» Después añade: «No nos gustan las prisas, cuando nos centramos en un proyecto podemos pasar un año o más investigándolo.» El nombre de Spotlight significa foco (en el teatro), reflector (en el edificio), luz direccional (en la casa). En los tres casos implica centrar la atención en un punto. Marty, que respeta la autonomía del equipo en escoger sus propios proyectos, les invita a centrarse sobre un tema de abusos sexuales, realizados por sacerdotes de la archidiócesis de Boston, al frente de la cual se encuentra el cardenal Law. Ellos aceptan intuyendo que el tema es espinoso y difícil.

2 LA PRIMERA HISTORIA

El equipo Spotlight centra sus primeros esfuerzos en definir el alcance del caso, a partir de unas pocas situaciones precedentes. Consiguen conectar con Phil Saviano, que sufrió abusos a los 11 años y que en la actualidad es presidente de la asociación Supervivientes Ninguneados Abusados por Párrocos. Apenas diez personas forman parte de la misma. Como por el hilo se saca el ovillo, la dimensión del problema cada vez adquiere mayores proporciones. Nuevos testimonios confirman los hechos. Se traza un perfil de menores, que proceden de familias con pocos ingresos, padres ausentes, hogares rotos. El pederasta no busca a los que prefiere, sino a los más retraídos para que no hablen, según confirman a miembros del equipo. El conocimiento del número de los abusadores aumenta al ritmo de la investigación hasta alcanzar la cifra de 87. Un drama de grandes proporciones. El abogado Mitchell Garabedian afirma: «Si la comunidad puede criar a un niño, la comunidad puede abusar de él.» Un riesgo tremendo, pero real.

3 LA SEGUNDA HISTORIA

Poco a poco, el filme gira hacia un nuevo escenario, que se convierte en el núcleo de la investigación. Presupone el abuso, pero va más allá de él. Los trabajos se van a volver más complicados, porque los sistemas defensivos y de ocultamiento son más férreos. Eric McLeish, un abogado de víctimas, comenta a Mike que pretenden inhabilitarle, que existen documentos sellados, que le están vigilando muy de cerca. Existe una trama de abogados, presiones eclesiales, campañas difamatorias, declaraciones públicas de obispos destacados, desaparición de documentos registrados en el juzgado, acuerdos de confidencialidad, una cultura del secretismo, compra de silencios, dinero, control, connivencia con la cúpula… Estas prácticas agravan el problema porque no erradican sus causas ni se pone remedio cuando se producen. Todos pueden compartir el objetivo: que no haya ninguna víctima de abusos sexuales. Pero si se producen, ¿se busca su curación o se ocultan? Esta segunda historia es el quid de la cuestión. La verdad libera. El engaño agrava el abuso.

4 TENEMOS DOS HISTORIAS

Robby, el director del equipo, dice al abogado encubridor: «Tenemos dos historias. Una, sobre un clero degenerado, y otra sobre un puñado de abogados que convirtieron el maltrato infantil en una pequeña industria. Ahora dime sobre qué historia quieres que escribamos porque usaremos una.» Los miembros de Spotlight saben que los indicios no bastan y que tienen que confirmar con datos sus afirmaciones. Publicar, sin más, significa enzarzarse en una pelea callejera, como reconoce Marty. El director de The Boston Globe traza la orientación: «Tenemos que centrarnos en la institución, no en los curas en particular. La práctica y la política. Demostradme que la Iglesia manipuló el sistema para que no fueran imputados.» Es decir, «demostradme que era algo sistémico, de la cúpula hasta abajo». Cuando Sacha consigue arrancar una confesión de un sacerdote abusador, que a su tiempo fue violado siendo menor, Marty le dice que, de momento, se concentre en las víctimas. El foco de la investigación se desplaza hacia al sistema.

5 BOSTON Y BARCELONA

Boston no es Barcelona. Tienen en común la primera historia, es decir, en ambos casos se habla de abusos sexuales, pero las proporciones y los números son muy distintos. En Boston, los autores son sacerdotes. En Barcelona, presuntamente porque todavía no se ha producido ningún juicio, laicos y hermanos. En Boston, sobre todo en las parroquias. En Barcelona, en los centros educativos. Aquí, algunos de los abusadores han reconocido los hechos, aunque gracias al método de la cámara oculta. Una serie de denuncias están en los juzgados en la fase de instrucción.

De acuerdo con la segunda historia del filme, la archidiócesis de Boston no tiene nada que ver con los colegios maristas de Cataluña. No se encontrarán pruebas de compra de silencio, de pérdida de documentos en los juzgados, de buscar la inhabilitación de abogados, de efectuar presiones de todo tipo… porque los maristas no han realizado estas conductas. Parece ser que determinados medios de comunicación quieren identificar a los maristas con las malas prácticas de la archidiócesis de Boston. Se dan por hechas, sin más. Desde esta premisa, construyen su estrategia. Basarse en una mentira no ayuda a buscar la verdad. Se ha pretendido crear la equivalencia entre esta institución educativa y la pederastia. Grave injusticia. Se tiene el poder de estigmatizar, pero no la razón de hacerlo.

6 LA OPCIÓN DE LOS MARISTAS

Desde el año 2011, los maristas de Cataluña abordan el tema de la protección de la infancia con nuevas herramientas. Se elabora con un equipo internacional una Guía para la protección de la infancia, que contiene derechos, pautas y orientaciones. Se establece un compromiso institucional en un contexto europeo, la política provincial de protección de los niños, las orientaciones y recomendaciones para la protección de los niños, el protocolo de indicadores para detectar los casos de abuso así como los procedimientos que hay que seguir cuando se compromete la protección de los menores y, finalmente, la formación y los modos de contactar. Se crea un organigrama. Se añaden quince anexos. Este trabajo es evaluado favorablemente por un equipo con miembros de los cinco continentes. El objetivo de la Guía no es solo evitar abusos sino asegurar la promoción, la prevención, la protección y la participación. Los resultados, en la última intervención, han sido espléndidos porque han reflejado el empoderamiento de los alumnos. Existen correos para poder recoger denuncias de manera confidencial y darles el curso pertinente, sea o no dentro de los centros educativos. La atención a los alumnos y alumnas es la máxima prioridad.

7 LA SECUENCIA DE HECHOS

Junio de 2011. Unos padres comunican al colegio una denuncia contra el profesor Benítez. Confirmada en el mismo día la consistencia de la misma, se desvincula el profesor del centro y se presenta días después una denuncia en la Fiscalía de Menores. Posteriormente, se archivó.

Año 2013. Un padre acude al centro para denunciar que su hijo, ya mayor de edad, sufrió abusos de ese profesor, que ya hace dos años no pertenece a la plantilla. Se acuerda mantener contactos para ayudar a la víctima, que se interrumpen por parte de la familia.

Diciembre de 2015. Un monitor en período de prácticas tiene algún comportamiento inapropiado. El centro marista lo devuelve inmediatamente a la institución donde cursa sus estudios y presenta una denuncia, con apoyo de unas familias, ante los Mossos d’Esquadra.

Febrero de 2016. Reaparece el padre de 2013, con indicios de seguir un guion pormenorizado de comparecencias en televisiones, radios y periódicos, tras una campaña de empapelar las paredes exteriores del centro educativo con la palabra «culpables». Aquí empieza el tsunami mediático con referencias constantes en los medios, día sí y día también. Y la aparición de casos anteriores, enviados a un buzón abierto por un periódico.

8 MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y TRIBUNALES

Las valoraciones periodísticas desafortunadamente no siempre conocen las exigencias de la ley. Han pedido a los centros maristas determinados planteamientos que colisionan, por ejemplo, con el derecho a la intimidad de los menores, comprensible al no ser profesionales de la justicia. Me remito a una nota de tres páginas, escrita por Sofía, juez de Instrucción Penal, donde analiza estos casos del punto anterior. Afirma: «No conozco hasta la fecha otro centro o colegio que haya tomado la iniciativa de denunciar penalmente a un profesor trabajador del propio centro. A pesar de ello se habla de “laxitud” del Centro ante estos hechos cuando no hay nada más grave que acusar penalmente a alguien de ser un pederasta. Eso no indica, por pura lógica, ganas de ocultar o tapar como dicen algunos, sino más bien interés en que se saque a la luz o se averigüe por los órganos competentes y medios eficientes todo el daño que ese hombre hubiese hecho. Quiero reiterar que esto no es una opinión, es una deducción lógica derivada de una acción concreta.» Y concluye: «Por mi experiencia en estos casos, no he visto nunca a un centro escolar actuar con la claridad y legalidad que he apreciado en este.» El escrito ha estado a disposición de los principales medios y lo han ignorado, como ella misma reconoce:

«He querido escribir estas líneas para tratar de dar alguna información de carácter objetivo que, según he observado, ningún medio de comunicación se ha interesado en publicar.» Solo Catalunya Cristiana lo ha publicado. Dos visiones contrapuestas sobre la misma realidad. Los platós de la televisión, los estudios de la radio, las páginas de los rotativos y los espacios de internet están llamados a combatir a la pederastia, pero jamás a sustituir a los tribunales de justicia, que son los únicos competentes en dictar sentencias.

9 EL EQUIPO «SPOTLIGHT»

En este punto, el contraste entre Boston y Barcelona es espectacular. El abogado le pregunta a Mike: «Me está grabando, ¿verdad?» Este le responde: «No grabaría sin su permiso.» Los miembros del equipo piden siempre autorización para grabar o incluso para tomar notas, sin engaño. Aquí, algunos periodistas proporcionan cámaras ocultas a las víctimas para que les hagan el trabajo, que les corresponde a ellos. Solo tienen que escuchar la cinta y colgarla en internet.

Un año de investigación. Pese a una búsqueda frenética, no hay precipitación. Pruebas. Cuando Mike grita: «Hay que sacar esto ahora.» Robby le responde: «No pienso precipitar esta historia.» Corren el riesgo de que otra persona de la competencia encuentre unos documentos concretos y les fastidie la noticia. La primicia no justifica el trabajo mal hecho. El tema es demasiado serio para afrontarlo sin el rigor requerido. Con las personas no se puede jugar, y menos para asegurarse una audiencia. Robby le dice a Marty, el director de The Boston Globe: «Necesito más tiempo. Quiero seguir investigando.» La respuesta: «Tenéis seis semanas.»

Ningún periódico aquí posee un equipo como Spotlight. La diferencia en el resultado de las indagaciones, salvando la presunción de inocencia, está a la vista.

10 DAÑOS COLATERALES

Hasta los mismos alumnos, menores de edad, se quejaron al inicio del tsunami mediático por la presencia de cámaras en el acceso al centro educativo, un modo de agredir su intimidad y su dignidad. El ensañamiento de algún medio no ha respetado a centenares de alumnos, familias y profesores, al crear un cliché y una etiqueta en vez de proporcionar la información sin mezclarla con la opinión. El grito de un periodista, al final de su columna, refleja el clima: «A por ellos» (no referido a los abusadores, sino a los maristas).

Otro pequeño botón de muestra, en un artículo interesante de Clàudia Rius, titulado Pederàstia i ètica (periodística), denuncia prácticas poco éticas sobre este caso. Afirma:

«Resulta que los periodistas no solo deben informar, sino también proteger en la medi- da de lo posible a las personas con las que están hablando. Porque las fuentes no solo son fuentes, sino que son hombres y mujeres que merecen respeto y que pueden estar exponiéndose a algún peligro cuando aceptan hablar con los medios. Los periodistas no solo son buscadores de fuentes, sino también individuos que pueden alterar la vida privada de los demás» (Núvol. El digital de cultura. 7 de febrero de 2016).

Sin contar con las amenazas de pérdida de concierto educativo, destinadas no tanto a quitarlo, en muchos casos sin competencia para ello, sino a bloquear las inscripciones. La reducción de casi 7.000 alumnos de P3 para el próximo curso puede explicar algo.¿Qué medida se aplicaría a un centro público en parecidas circunstancias? Si se habla de concierto en centros educativos, ¿no habría que estudiar la financiación de algún medio, por demás deficitario?

11 DANDO TRASPIÉS EN LA OSCURIDAD

Carina Farreras y Cristina Sen publicaron en la prensa un artículo titulado Cuando todo falla. Subtitulado: Abusos sin respuesta por falta de coordinación institucional e ineficacias del protocolo. Todo. El centro educativo no consiguió detectar los abusos. La familia, tampoco. El Síndic de Greuges convocó a seis conselleries del Govern, la Fiscalía, la presidencia del TSJC y la delegación del Gobierno del Estado en Cataluña. Emitió un juicio, como bien subraya Jordi Llisterri, sin «haber puesto los pies en el edifico y no haber hablado con sus responsables». Cargarse el eslabón más débil de esta cadena, los maristas, es lo más fácil.

En Spotlight, el todo incluye al propio The Boston Globe. El diciembre de 1993, un abogado envió una carta al rotativo con una relación de 20 sacerdotes. Robby, el director del equipo, reconoce: «Sepultamos la noticia. No la seguimos.» Y añade: «¿Puedo decir una cosa? A veces olvidamos que pasamos la mayor parte del tiempo dando traspiés en la oscuridad. De repente, se enciende una luz. Los reproches van y vienen sin parar.» Quizás en un futuro alguna víctima dirá: «Pusisteis la luz de los focos casi exclusivamente sobre los maristas y nosotros seguimos en la oscuridad. Los demás casos se redujeron a anécdota.» El altísimo porcentaje de abusos en familias y, en menor grado, fuera del ámbito familiar ¿cómo se afronta? Pensar que así se resuelve el problema resulta un engaño. Un editorial de un rotativo hablaba de negligencia. ¿Seguro? ¿Solo de los maristas? A este paso, están más cerca de acabar con los centros maristas que con la pederastia. ¿Es lo que se busca?

12 ALGUNAS PREGUNTAS

La insistencia de culpar a la institución ¿obedece a hechos reales o pretende obtener el máximo beneficio económico? ¿Es un laboratorio de pruebas para destrozar el modelo educativo dual vigente en Cataluña? Los maristas han planteado correctamente los dos casos recientes, ¿qué hacer de los casos históricos? Se trata de un juicio sobre una época, que hay que contemplar en su globalidad. Personas relevantes se han pregunta- do: «Denunciar los abusos y sanar las víctimas son dos tareas irrenunciables, pero en el caso de los maristas existe un linchamiento que no se explica sin más. ¿Qué se pretende?» Al inicio del filme, en la despedida del anterior director, se formulan dos preguntas: «¿Qué diablos sabes?» y «¿Quién está detrás?». ¿Se busca justicia? ¿Se busca dinero? ¿Qué se busca en realidad? ¿Una venganza personal? ¿Una campaña mediática?

¿Son confesables las motivaciones de fondo? ¿Se busca el bien y la sanación de las víctimas o se las utiliza para otras guerras? La focalización casi exclusiva sobre los centros maristas, ¿qué parte del problema resuelve? ¿Pueden unos casos de abusos, por más dolorosos que sean, anular la inmensa labor educativa llevada a cabo por los maristas, presentes en Cataluña desde 1886? Si los centros maristas hubieran sido academias o escuelas públicas ¿habrían experimentado este ensañamiento mediático? ¿O acaso se debe a su vinculación con la Iglesia católica? ¿Cuáles son las auténticas motivaciones de los medios en este caso, especialmente de uno de ellos? Si un equipo como Spotlight los investigara, ¿a qué conclusiones llegaría?

Los representantes de los hermanos maristas, en cada intervención pública, han pedido sinceramente perdón a las víctimas, a la comunidad educativa, por los hechos

ocurridos en sus centros. Quieren abrirse a las víctimas, aunque sus casos hayan prescito, para ver cómo pueden atenderlas en su proceso de sanación. Sin menoscabo de

la presunción de inocencia, no han negado el problema. Confían en la justicia. Acaban de crear un equipo de atención a las víctimas de abusos sexuales cometidos en sus centros en casos que hayan prescrito judicialmente, coordina- do por Xavier Puigdollers, presidente de la Sección de la Infancia y de la Adolescencia del Colegio de Abogados de Barcelona y ex director de Atención a la Infancia de la Generalitat. También forma parte del equipo la psicóloga clínica Maria Dolors Petitbó, que es fundadora de la Unidad Funcional de atención a los Abusos sexuales a Menores (UFAM) del Hospital Sant Joan de Déu y jefa de Psicología de este centro sanitario. Dos profesionales de prestigio.

Esta reflexión, que ahora concluyo, hay que enmarcarla en los ocho artículos que he publicado en el semanario Catalunya Cristiana, donde presto particular atención a la sanación de las víctimas. Si no se hacen bien las cosas, habremos perdido una oportunidad de oro para purificar una lacra social con graves repercusiones. Las víctimas del futuro nos lo podrán echar en cara. En el evangelio está escrito: «El que esté sin pecado que tire la primera piedra.» Jim Sullivan, abogado, y el periodista Robby, con humildad y autocrítica (tan admirable allí como impensable aquí) dialogan. Sullivan le pregunta: «Todos sabíamos que pasaba algo. ¿Dónde estabas tú, tú que tardaste tanto?» Robby le responde: «No lo sé, Jim.»

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