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5º Domingo de Pascua. Ciclo C.
Barcelona, ​​24 de abril de 2016.

Los cristianos iniciaron su expansión en una sociedad en la que había distintas palabras para expresar lo que nosotros, hoy, llamamos amor.
La palabra más utilizada era "philia" que servía para designar el afecto hacia una persona cercana y se utilizaba para hablar de la amistad, el cariño o el amor a los parientes y a los amigos.
Se hablaba también de "eros" para designar la inclinación o atracción placentera, el amor pasional o, sencillamente, el deseo orientado hacia quienes nos producen gozo y satisfacción a nivel sexual.
Los primeros cristianos abandonaron prácticamente esta terminología y pusieron de moda otra palabra casi desconocida: "agapé", a la que dieron un contenido nuevo y original.

No querían que el amor inspirado en Jesús se confundiera con cualquier cosa de las que entonces se estilaban.
De ahí su gran interés en formular correctamente el mandamiento nuevo, el amor: "Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado".

¿Como es el estilo de amar de Jesús?
No hay manera humana de confundirlo.
Jesús no se acerca a las personas buscando su propio interés o satisfacción, su seguridad o bienestar. Jesús sólo se interesa por
–hacer el bien
acoger
–regalar lo mejor que él tiene
–ofrecer amistad franca
–ayudar a vivir.

Lo recordarán así años más tarde en las primeras comunidades cristianas: "Pasó su vida haciendo el bien."
Por ello, el amor de Jesús tiene un carácter eminentemente servicial.

Jesús se pone al servicio de los que más lo puedan necesitar.
Hace lugar en su corazón y en su vida a los que no tienen donde caer, ni vivos ni muertos.
Defiende los débiles y pequeños, los que no tienen ningún medio ni ningún poder para defenderse ellos mismos.
Defiende que no significan nada para nadie.
Se acerca a los que están solos y desvalidos, a los que no tienen a nadie.

¿Qué es lo habitual entre nosotros?
Es amar a los que nos aprecian y nos quieren de verdad.
Somos cariñosos y atentos con nuestros familiares y amigos.
Lo más normal es vivir indiferentes hacia los que sentimos extraños y forasteros de nuestro pequeño mundo de intereses.
Incluso parece correcto vivir rechazando y excluyendo a los que nos rechazan y excluyen.

Pero, hay que tener muy claro que lo que distingue al seguidor de Jesús no es cualquier tipo de amor. Sino que, precisamente este estilo de amar consiste en saber y querer acercarse a los que nos puedan necesitar.
Este es el verdadero amor.
El otro, podrá ser comedia, sexo o negocio. Pero no auténtico amor.

Si hiciéramos una radiografía a nuestra concreta forma de amar, ¿qué descubriríamos?
¿Amor noble y generoso para con el otro o cálculo egoísta para aprovecharse de él?

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