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Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa

Las elecciones que se celebran en Cataluña el 27 de septiembre tienen una triple dimensión: a) Autonómica. Se trata de unas elecciones al Parlamento de Cataluña. Jurídicamente este es su alcance. b) Plebiscitaria. Quienes más han negado esta característica mayor despliegue han hecho al introducir en las principales cancillerías del mundo el bloqueo de la independencia. A partir de una gran presión diplomática, han conseguido arrancar fórmulas genéricas de Obama, Merkel y Cameron. La interpretación de los resultados se presume tan previsible como surrealista, pero no podrá sustraerse del carácter plebiscitario. Se trata de un sustituto al referéndum. c) Anticipo de las generales. El desembarco de los principales líderes de las formaciones políticas estatales evidencia que estas elecciones pueden comprometer su próxima campaña de las elecciones previstas en la segunda quincena de diciembre. Sembrar aquí para recoger allá.

Frente a estas elecciones, ¿qué postura tomar? Algunas sugerencias: a) Instruirse. Rouseau afirmaba: «El derecho a votar me impone el deber de instruirme.» Escuchar y leer las diversas propuestas con mentalidad reflexiva evitando un comportamiento de hooligan. b) Superar el miedo para votar con libertad. Algunos partidos explotan hasta el delirio los mecanismos del miedo. A mayor miedo, menor libertad. Sorprende ver que quienes más acentúan las nefatas consecuencias

de algunas opciones nunca piensan en las causas que han provocado la situación actual. c) legitimidad moral. Los obispos de las diócesis con sede en Cataluña han publicado una nota sobre estas elecciones. En ella, afirman: «No le toca a la Iglesia proponer una opción concreta, pero sí que defendemos la legitimidad moral de todas las opciones políticas que se basen en el respeto a la dignidad inalienable de las personas y de los pueblos, y que busquen con constancia la paz y la justicia.» El abanico cubre tanto a los llamados unionistas como a los independentistas, ya que les asiste en este caso, según la doctrina social de la Iglesia, el derecho a la autodeterminación.

La regeneración política implica el respeto a tres valores, que socialmente se encuentran bajo mínimos: a) La verdad. Se miente mucho. Se intenta destruir al adversario con falsedades. Veremos hasta dónde llegan los falsos dossiers, como sucedió en las anteriores elecciones catalanas y municipales. Los medios de comunicación contribuyen a una difusión del escándalo y de la mentira. Y lo saben. Todo vale. Se huye del debate serio y documentado. Se lanzan afirmaciones gratuitas, sin argumentación que las sustente. b) El amor. Quienes más aparentemente defienden la unidad social son quienes más la destruyen desde fuera. Fomento del odio del adversario como arma electoral. c) La libertad. Se impide conocer el parecer de la gente mediante referéndum. Negación sistemática de la libertad, que se quiere neutralizar por el miedo.

Como afirma Michel Seymour, filósofo político: «Si un Estado no reconoce a sus naciones, no lo reconozcamos.»

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