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Catalunya Religió

(Laura MorCR) Máxima prudencia a la hora de valorar el nuevo modelo pedagógico que algunas escuelas de los jesuitas en Cataluña estando implementando este curso. Con todo, Xavier Aragay, director de Jesuïtes Educació, ha reconocido que "con las nueve semanas desde que pusimos en marcha estas experiencias piloto, todas las intuiciones que teníamos se confirman: estamos muy contentos".

Un primer retorno positivo que no sólo responde a la opinión del director de la entidad que ha promovido el llamado 'Horizonte 2020', sino que también comparten los 40 expertos de todo el mundo que este lunes y martes, tras participar en el Seminario Internacional de Pedagogía Ignaciana (SIPEI) celebrado en Manresa, han visitado dos de las escuelas pioneras: L'Infant Jesús y la Escola del Clot.

Aragay ha querido remarcar que la evaluación se hará cuando finalice el curso porque "las implementaciones de cambios en la educación y las pruebas piloto requieren tiempo". Pero no oculta que la comunidad educativa está muy impactada por el resultado en el aula: "Todo fluye, los alumnos se sienten muy cómodos, muy tranquilos, hay una paz, una alegría... ¡hay un trabajo!".

Algunas muestras visibles de lo que ha calificado de "transformación copernicana" son, por ejemplo, la renovación de los escenarios de aprendizaje –las aulas se han transformado, hay más color en las paredes y también se ha adaptado el mobiliario– y el hecho de que maestros y profesores hayan cambiado su rol con la desaparición de las asignaturas y la apuesta por el trabajo cooperativo en proyectos, un formato que deposita una mayor responsabilidad en el alumno.

La vigencia de la pedagogía ignaciana

El SIPEI, convocado por el Secretariado de Educación de la Compañía de Jesús, ha reunido pedagogos y profesionales de las escuelas de los jesuitas de todo el mundo para profundizar como las escuelas pueden educar personas conscientes, competentes, compasivas y comprometidas.

Un objetivo que encaja con las experiencias observadas hasta ahora en Cataluña. Según Aragay: "Estamos viendo que esta nueva forma de educar, de enseñar y aprender nos acerca mucho más a las 'cuatro ces'. Estos chicos se hacen más conscientes, más competentes, trabajan de manera colaborativa, se omprometen más en los proyectos".

La intencionalidad de educar para la conciencia y el compromiso se hace muy evidente con el espacio de oración y reflexión de quince-veinte minutos que los alumnos tienen en dos momentos del día: cuando llegan a la escuela por la mañana y para cerrar el día, siguiendo la pauta del examen ignaciano.

Este legado espiritual acompaña en todo momento los procesos de innovación pedagógica de la Compañía de Jesús. Lo destacó así el secretario internacional de educación, el jesuita colombiano José Alberto Mesa, en las conclusiones del trabajo realizado en el SIPEI: los Ejercicios Espirituales de Sant Ignacio de Loyola son el "marco profundo" de su experiencia pedagógica. Por eso afirmó que la espiritualidad ignaciana se puede explicar pero que "sobretodo es para vivirla" y reconoció que "a veces nos cuesta hacerlo porque venimos de una escuela que ha sido unilateralmente academizada".

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