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Vuelve la Navidad, y con ella La Marató de TV3, ya en su edición número veinte, dedicada este año a la regeneración y trasplante de órganos y tejidos.

Sigo pensando que esta propuesta es positiva, genera complicidad social y hace aflorar lo mejor de la ciudadanía, alejándonos del estereotipo del ciudadano individualista y egoísta. Y sigo pensando que es una propuesta significativa, muestra la confianza del ciudadano en una institución y en sus canales de distribución de la ayuda, así como en la eficacia con la que ésta será tratada por las entidades beneficiadas con ella.
El carácter positivo y significativo de esta iniciativa debería hacernos reflexionar bastante, especialmente en estos tiempos de crisis económica y política, pero también de crisis social, de desconfianza e indignación frente a tantas y tantas instituciones, partidos y personas.
La grata sorpresa y buena noticia que nos ofrece La Marató es que el ciudadano es mucho más sabio de lo que se piensa comúnmente. De una sabiduría que no necesariamente es ilustración, sino sentido común.
El sentido común de saberse especialmente vinculado, por estricta humanidad, con aquellos que son más débiles y que más sufren, los enfermos, los excluidos, los pobres, los niños, los desahuciados de sus hogares, los que han perdido el trabajo. El sentido común de saber comprometerse, con un pequeño o gran esfuerzo, cuando la tarea que se propone es sensata y necesaria para el mayor bien de todos, para evitar esa fractura social de la que tanto se llenan la boca los políticos sin que sepamos muy bien como la impiden. El sentido común de delegar en quienes se confía, renunciando al protagonismo en aras de la eficacia.
¿Cómo se aprovecha el sentido común? La cuestión, en sanidad, en educación, en políticas sociales, es la de saber explicar bien las cosas, lo llaman “hacer pedagogía”, mostrando la urgencia de satisfacer una necesidad básica del ciudadano desamparado, así como los recursos de los que realmente se dispone para alcanzar este fin. La cuestión, también, es la de convencernos de que se actúa eficazmente, sin dilaciones ni desvíos. La cuestión es, en definitiva, generar esa empatía y esa confianza ciudadana que La Marató de TV3 ha sabido conquistarse año tras año.

Y me pregunto, sin tener respuestas claras, como desaprovechamos esta empatía hacia las necesidades, y esta confianza hacia las instituciones, a lo largo del año. Porque sólo desde la empatía y la confianza se pueden pedir esfuerzos a los ciudadanos.

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