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Por La puntada .

Quim Cervera es sociólogo y cura

Hablar de revoluciones es bastante atrevido. Es un término "fuerte" que aunque no entrañe violencia , en el subconsciente no deja de vincularse a un cierto belicismo, a una lucha y dura confrontación de intereses. De todos modos, en la palabra revolución debemos entender transformación radical de estructuras económicas, políticas y culturales .

Quizá sería mejor y más acertado hablar de movimientos sociales de cambio. Se hace difícil saber, cuando lo vives el momento, si tal o cual movimiento son revolucionarios o no. A menudo, cuando se ven los resultados, es cuando podemos llamar "revolución" a aquel cambio que se ha dado. Podemos decir que los movimientos sociales con propuestas globales de cambio social, con unos análisis de la sociedad que se querían completos, en los siglos XIX y XX, fueron revolucionarios. Ya discutimos si el Mayo del 68 ( o diferentes mayos en varios lugares) fue una revolución, o una revuelta , o una protesta , o un rito de iniciación de muchos jóvenes para llegar a seguir siendo los dueños de la empresa de sus padres. Ahora, sin embargo , comprobamos cómo muchos cambios de registro mental, muchas dimensiones que han introducido los partidos sobre todo de la izquierda ( feminismo , pacifismo , ecologismo , anti- autoritarismo ... ) proceden de Mayo del 68. Los actuales movimientos como el 15 -M , la lucha de las hipotecas, la Asamblea Nacional Catalana , las huelgas continuadas de los sindicatos ..., ¿son " revolucionarios "? Quizá, como decía, no lo sabremos hasta dentro de unos años. Tienen mucho de protesta , de indignación , de " rabia de tiempo latente", de necesidad de cambios importantes en favor del pueblo, que ya no quiere estar tanto sumiso y quiere participar ...

Existe la tendencia , en muchos analistas, a afirmar que las revoluciones del XIX y XX , " grandilocuentes ", de propuestas para toda la sociedad y para todas las dimensiones sociales , eran verdaderamente revolucionarias , y que incluso , los participantes tenían una cierta conciencia de ello. Esta afirmación va acompañada del hecho de adjudicar a los movimientos de este principio del siglo XXI las dimensiones de localismo , de reivindicaciones muy concretas , de espontaneidad, sentimentalismo y de falta de análisis alternativo global para toda la sociedad. Ahora bien, yo me pregunto: ¿No había también en las ahora definidas "revoluciones " de los siglos XIX y XX bastante localismo, espontaneidad, emotividad y reivindicaciones domésticas que se unían a unos análisis globales, ya que tampoco había tanta ciencia social acumulada para ver la complejidad del cuerpo social. Y , en los movimientos actuales del siglo XXI , ¿no hay cada vez más análisis precisos de nuestra sociedad y más allá de lo que parece, ¿ no hay conciencia global , buenos liderazgos ( sobre todo femeninos ) y no todo es espontaneidad y organización (pensemos en la Vía Catalana , por ejemplo) o localismo doméstico? Hay que tener mucho cuidado a la hora de interpretar los movimientos sociales y hacer comparaciones, ya que no tenemos la misma perspectiva histórica que podemos tener con hechos de hace 100 o más años. Normalmente los movimientos son tan complejos que tienen de todo , y aunque los tiempos cambian y encontramos diferencias importantes según las épocas, no es nada fácil calificar unos de un signo y los otros de otro.

El artículo de Antoni Dalmau ( los artículos de este cristiano , socialista de Igualada, ex-presidente de la Diputación de Barcelona , siempre son muy interesantes y recomendables) en " El Punt-Avui " del 27 de junio de 2013 vale la pena para ir profundizando en nuestros movimientos sociales. Él hace referencia a los movimientos contra la desigualdad y la pobreza en Brasil, surgido por el aumento de la tarifa de autobuses o en Chile , por el coste de la universidad o los aparecidos en Túnez , Egipto y otros países árabes. Ve en estos movimientos, tan lejanos entre sí, puntos comunes: "ausencia de líderes, espontaneidad, responsabilidad de organización completamente difusa, falta de interlocución, desconfianza radical en las virtualidades del sistema ... ". Antoni Dalmau, ante el desconcierto de los analistas políticos, los critica diciendo que "improvisan de una manera lamentable y buscan explicaciones a las cosas después de que ya han pasado." Después lo aplica a España, y aprovecha la ocasión para denunciar la recentralización , la negación de la diversidad y la sumisión a las fuerzas reaccionarias del gobierno del PP. Hace su análisis del movimiento independentista y del Proceso Constituyente, para terminar diciendo : ... " ahora que fallan los sistemas establecidos y las viejas fórmulas de interlocución social, ¿cómo tenemos que hacer para dar viabilidad al clamor de la gente? ¿cómo se pueden convertir en políticas y en programas concretos tantas demandas más o menos vaporosas? ¿cómo devolvemos a la política la altísima misión de hacerse portavoz de las demandas populares?¿cómo generamos liderazgos y responsables de carne y hueso que todos puedan reconocer y aceptar ? No sabemos cómo lo tenemos que hacer para que de la turbulencia y la amalgama confusa que agita el mundo entero salga algún día un paso adelante, un nuevo hito de progreso" .

Estoy de acuerdo básicamente con las observaciones de Antoni Dalmau, y que estamos en un cambio social profundo, que hay un malestar general que se hace difícil de canalizar en "los odres viejos ", pero en cambio, creo que en muchos de nuestros movimientos más cercanos no hay ausencia de líderes (y muchas líderes , bien aceptadas y reconocidas) ni falta de organización, como lo he indicado antes. Tampoco sé si las demandas son tan " vaporosas " como él dice, -algunas quizá sí-, pero ¿la demanda del derecho a decidir lo es ? ¿Y la de las hipotecas , que han logrado presentar una Iniciativa legal? Seguiremos el debate para avanzar hacia nuevas metas de humanización y de libertad.

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