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Por La puntada .

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M. Teresa Ahircart es jueza de paz y sepulturera

Hemos pedido a M. Teresa Ahircart, vecina de 80 años del Papiol y ciudadana comprometida con su pueblo, que nos diga cuatro cosas sobre cómo vive los dos trabajos que hace, dos trabajos delicados que le permiten estar muy a lado de su gente, en momentos muy diversos.

Soy ayudante del cementerio parroquial del Papiol. Esta es la versión suave. De hecho, se dice: "enterrador". Mi trabajo contrasta con mi forma de ser, porque soy optimista y alegre, y me gusta mirar las cosas por el lado positivo. Siempre he tenido una tienda y me he relacionado mucho con la gente, y como vivo en un pueblo pequeño donde todos nos conocemos, siempre había ido a todos los entierros.
Hace catorce años el administrador del cementerio se puso enfermo, justo en el momento en que había cambio de rector. El cura no sabía muy bien qué hacer. Primero pidió a mi marido, que acababa de jubilarse, que se ocupara de este trabajo, pero mi marido después de pensárselo toda una noche dijo que no. Y como yo siempre intento echar una mano a la hora de resolver los problemas, me lo propuso a mí. Pues, allá va; yo no me lo pensé mucho.
No fue fácil. No por el trabajo en sí mismo, que no me cogió de nuevas después de trabajar toda la vida, sino porque cuando conoces a las personas, se mezclan los sentimientos. También me ocupo de ir a las casas en el momento en que me llaman; a menudo he estado allí con la familia haciendo compañía y esperando el momento final. Yo procuro estar disponible: me llaman aunque sea de madrugada y duermo muy cerca del teléfono. No tengo pereza.
Una de mis tareas es ayudar a sacar los restos para hacer lugar al que debemos enterrar. Los familiares no suelen estar en este momento, pero siempre me piden que lo haga con cuidado: los restos son para ellos aquel padre o aquella abuela querida, o algún hijo, que siempre es lo más doloroso. Siento una responsabilidad muy grande al ver la confianza que depositan en mí.
También hay nichos que no reciben mucha visitas y les limpio los cristales o saco las flores que ya se han marchitado. El cementerio da gusto, y mucha gente va a pasear. Hay seis tumbas, y alguna preparada por si algún rector la quiere usar. Las otras tumbas son particulares. Las regamos y cuidamos las plantas.
A mí todo esto me ha ayudado a valorar la vida, a sentirme útil. También he sufrido pérdidas familiares dolorosas y mi trabajo me ha ayudado a aceptarlas mejor. El tiempo es oro y hay que aprovechar todos los momentos, haciendo todo lo que podamos, trabajando para todos. Por eso disfruto mucho de la vida, agradeciendo cada minuto que respiro, esperando tranquilamente cuando llegue mi hora.
No es nada fácil desprenderse de los que amamos, porque como dice una frase que leí no sé dónde: La muerte es de una rudeza incalculable. Es el hecho más brutal que los humanos nos vemos obligados a aceptar. Por suerte tenemos la muerte de Jesús. Aquí está todo bien representado: la muerte, la piedad, el perdón, el gran sufrimiento y por fin la resurrección.
Y aquí viene la otra parte de mi trabajo y es que soy Jueza de Paz de mi pueblo. A mí, que soy muy bromista, me ha ayudado a relativizar las cosas hacer dos servicios tan diferentes. Ser juez quizá tiene más "rango", pero yo he aprendido mucho en ambas tareas. Aquí he tenido que hacer cursos para casar a la gente. Yo de hecho, aunque sean ceremonias civiles, a veces les leo poemas de la Madre Teresa de Calcuta, y nos emocionamos y todo.
No me gusta nada hacer juicios y no siempre las cosas son tan claras como para juzgar a nadie. Lo que sí me gusta y no se me da mal es hacer conciliaciones. Hace diez años que estoy en el cargo, que se renueva cada cuatro años. Es el pleno municipal que elige entre la gente que se presenta y la toma de posesión se jura en Sant Feliu de Llobregat.
Además, en la parroquia ayudo tanto como puedo y siempre preparamos salidas o peregrinaciones. Estoy en diversas sociedades como La Semana Cultural, en el grupo de patrimonio y el Museo, y canto Gospel. Cuando tengo un rato voy a caminar con el grupo de gimnasia.

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