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Por La puntada .

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Montse Milà es miembro de la red de apoyo a los asentamientos del Poblenou de Barcelona

El Poblenou de Barcelona tiene una larga tradición de solidaridad con los inmigrantes. Para un país de emigrantes, la inmigración no había sido nunca un tema de preocupación, pero en 2001 estalló con fuerza en Barcelona. La encerrona de inmigrantes en la iglesia del Pi, pidiendo "Papeles para todos", nos hizo evidente la gravedad del problema y en Poblenou lo vivimos de primera mano. En la iglesia del Sagrado Corazón se encerraron una treintena de hombres, la mayoría asiáticos procedentes de Pakistán. Este fue mi primer contacto con la dureza de la inmigración y con las redes de solidaridad que se tejieron en el barrio. El vecindario se volcó, llevándoles comida y estableciendo turnos para hacerles compañía; la Asociación de Vecinos difundió el problema al resto del vecindario mediante un puesto en la Rambla del Poblenou. Y se recogieron mantas para mitigar el frío del invierno. Cuando iniciaron la huelga de hambre, este apoyo se hizo más necesario y fue acompañado de la supervisión médica de una doctora, vecina del barrio. Eran otros tiempos: su lucha y la presión ciudadana posibilitaron la regularización de muchas personas; pero había que ayudarles a abrirse camino y a hacerse un espacio en el barrio. La aportación del vecindario con el apoyo de los sacerdotes de la parroquia del Sagrado Corazón fue desde ayudarles a confeccionar el currículo, acompañarlos en la tramitación de los papeles y al médico para suplir sus carencias en el conocimiento del idioma; incluso algunos vecinos alojaron algunas personas, durante un tiempo, en su casa. Fue para dar apoyo a aquellos recién llegados que se creó la primera Red Solidaria en Poblenou: Unos vecinos gestionaron el alquiler de un piso en el barrio, y la solidaridad económica del resto se hizo cargo de equiparlo y de pagar el alquiler y los gastos hasta que ellos mismos pudiesen afrontarlo. Durante un año la solidaridad vecinal posibilitó la vida en el barrio de ocho jóvenes paquistaníes. De aquella experiencia surgieron buenas amistades, tanto con vecinos que antes no conocía como con los chicos que vivieron en el piso. A través de ellos conocí su tierra, qué ilusiones y esperanzas les habían impulsado a migrar, qué importancia tenía para ellos la religión ... A día de hoy, la mayoría han hecho su camino, han reagrupado a sus hijos o han tenido más.

Paralelamente, Apropem-nos (acerquémonos), una red formada por diferentes entidades del barrio, los Servicios Sociales y otros servicios de la administración, iba creciendo con el objetivo de trabajar por la convivencia entre todos los vecinos del Poblenou. Se ofrecieron clases de lengua, se celebraron las fiestas tradicionales según las costumbres "de aquí y de allí", se promovió el intercambio de comidas de las diferentes procedencias, para saborear conjuntamente en las Fiestas de Mayo ... y, en la revista de la Asociación de Vecinos, abrimos una sección donde, con el formato de entrevista, personas de diferentes países nos contaban su hecho migratorio. El desconocimiento genera miedos y pensábamos que era importante saber quién era el "otro".

Fue en el ámbito de Apropem-nos que entré en contacto con los asentamientos. Gran cantidad de naves vacías en el barrio se han convertido en la vivienda de aquellos que no tienen donde ir y en lugar de trabajo para los que han perdido su empleo o nunca han llegado a tenerlo. Estamos hablando mayoritariamente de la chatarra, pero también de artistas, músicos ... En mayo de 2011 y con motivo de un incendio se desalojó la nave de la calle Puigcerdà, en noviembre del mismo año se les echó fuera de la calle Badajoz, y en julio de 2012 está el primer intento de desalojo de la nave de la calle Puigcerdà / Josep Pla. A estos desalojos han seguido otros: ocho familias galaico-portuguesas que tenían a los hijos escolarizados en el barrio y que han tenido que marcharse; calle Dr. Trueta, calle Muntanya, dos asientos de la calle Zamora, uno del Pasaje Ratés ... La falta de luz y agua, la insalubridad, las ratas y el frío terrible del invierno hacen que las condiciones de vida en los asentamientos puedan calificarse de inhumanas; sin embargo, nada es más inhumano que el acoso al que están sometidos echándolos fuera sin ofrecerles un nuevo espacio donde vivir.

Vi cómo estaba la nave de Puigcerdà cuando se instalaron y el trabajo tan grande que hicieron para desescombrar y quitár la porquería; luego, poco a poco, fueron convirtiendo ese espacio tan inhóspito en algo parecido a una casa. Son expertos en reciclaje porque arregran aquella cocina que nosotros hemos tirado a la basura, una mesa, un sofá .... (Este proceso se repite en todas las naves que ocupan). Cuando los echan a la calle, lo pierden todo; tienen que marchar con las cuatro cosas que les caben en las manos y nuevamente deben buscar donde vivir y empezar de nuevo. Y también la convivencia es difícil. Son muchas personas, de procedencias diversas (africanos, latinos, de Europa del Este ...), algunos de ellos enfermos, lejos de su país, con ilusiones frustradas y sometidos a una gran presión.

Cuando desde Apropem-nos se tenía conocimiento de la posibilidad de un desahucio se procuraba estar a su lado. Un día nos llegó el grito de alerta de CEPAIM, una entidad que trabaja con inmigrantes africanos: "en las naves se pasa hambre" y, nuevamente en el Poblenou se constituyó una red solidaria. Un grupo de vecinos tomamos el compromiso de hacer una aportación económica para comprar comida y repartirla. Se creó la Red de Apoyo a los Asentamientos en la que participan vecinos a título individual y representantes de entidades diversas. No se tiene ninguna subvención oficial. Se constituyeron equipos de reparto de comida y se suministraron bombonas de butano y pequeñas cocinas de gas. Sabíamos que no era una solución pero queríamos cubrir las primeras urgencias. Posteriormente se conectó con el equipo médico del CAP que ofreció su colaboración, tanto en el aspecto de atención como en el de formación sanitaria en el ámbito de salud, vacunas ....; actualmente y, en función de la disponibilidad presupuestaria, se ha establecido un sistema de micro-créditos para cubrir necesidades como la tramitación de papeles, la compra de gafas ...

La proximidad con la gente de las naves borra muy prejuicios. Descubres el valor de aquellos que con un buen nivel cultural, buscan posibilidades de que su país no les ofrece, la importancia que dan a la familia, a quienes envían parte de los poco dinero que consiguen con la venta de chatarra; vemos cómo la soledad y las dificultades pueden afectar a la salud mental ... Pero la grave situación de crisis genera desgraciadamente actitudes xenófobas que hay que contrarrestar con fuertes dosis de pedagogía y defensa de los derechos humanos. No es posible que la "lotería del nacer" haga desiguales a las personas. En nuestro barrio también encontramos estas actitudes pero yo he aprendido de la implicación de personas diferentes, de iglesias diferentes y de entidades muy diversas. En el Ateneo La Flor de Maig, recientemente ocupado por los vecinos del barrio, se ha creado la Asamblea solidaria contra los desalojos en la que se discute quincenalmente las medidas a impulsar y a la que participan representantes de los afectados, de diferentes entidades y de vecinos a título individual.

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