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Por La puntada .

Pau Hernández Prats és Licenciado en Filosofía y Letras

Es evidente que no han funcionado las soluciones dadas a la crisis por los técnicos (que tengo la impresión que han sido los mismos que la han provocado) ni por algunos políticos. La sensación popular más extendida es que actúan como si fueran de una secta de alcance universal en la que un iluminado dice una cosa y todos la repiten palabra por palabra. No "hablan" nunca en público, sólo leen unas hojas que les han hecho llegar. Hablan, no razonan. Leen, no escuchan. Ni contestan a las preguntas de los periodistas. Los que preguntan demasiado, desaparecen. Hay que ponerlos en manos de la justicia. Y si resultan inocentes, echarlos, por inútiles. Y si son culpables, que paguen.

Creo que la solución a la crisis la tenía la cordura popular. Es evidente, y el tiempo lo ha demostrado, que han sido contraproducentes medidas como facilitar el despido de los trabajadores; rebajar sueldos, pagas y beneficios fiscales; desahuciar de su hogar familias que han firmado lo que no debían, aconsejados por los que cobraban comisión por cada firma a pesar de saber que nunca podrían pagar; colocar acciones que sabían que no tendrían ningún valor y volatilizar los ahorros de vidas de trabajo y sacrificio; esperar el maná europeo para los bancos, preferiblemente los más culpables, mientras sus dirigentes se proclaman inocentes ... No, no era ese el camino. Y lo sabían. Ha sido como tirar el dinero a pozos sin fondo (o que no conocemos).

¿Dónde estaba la solución? El otro día ,se me ocurrió. No soy economista. Pero he sido alumno de Vicens Vives. Y sé cómo terminó hace muchos años, un caso semejante. También sé que, a veces, la solución se encuentra en desarrollar una idea-madre y contrastarla con otros. Tesis, antítesis, síntesis. No someterla a un "jefe" lleno de autoridad de origen dudoso. Y de repente, viene la inspiración. Así me pasó a mí. Todo empezó cuando, por enésima vez, la televisión ilustró una noticia sobre jubilados, retratando un grupo de personas mayores, bien vestidas y peinadas (ellas, de peluquería) jugando a las cartas, o a la petanca, haciendo calceta o deporte inadecuado a su edad, charlando o bailando o haciendo encaje de bolillos. No es este el caso de los jubilados que yo conozco. Más bien los veo empujar cochecitos de niños, haciéndose cargo de los nietos, acogiendo en casa a los hijos desahuciados o divorciados, estirando la pensión para ayudarles, en una actualización del "milagro de los panes y los peces", ayudando como voluntarios en el banco de alimentos o en el comedor de Cáritas, o yendo a comer cuando aprieta la necesidad, tal vez un poco avergonzados además de sufrir la injusticia ... Esto no es "congelar" las pensiones, sino los pensionistas ... ¿cuál sería la solución? Muy fácil. Hacerlo todo al revés. En lugar de dar dinero a los banqueros (que ya imaginamos que lo han hecho) darles a los pensionistas y triplicar la paga de los jubilados.

Dicho así, puede parecer un disparate. Pero, pensamos: ¿Qué es lo que los abuelos no harían nunca con el dinero? Seguro que no lo invertirían en bolsa ni lo esconderían en las islas Cayman, ni comprarían lingotes de oro ni joyas ni irían a esquiar en Argentina ... No.

Comprarían juguetes y ropa a los nietos, solucionando los problemas de las tiendas del barrio, ayudarían a pagar las hipotecas de los pisos de los hijos (ayudando a los bancos a solucionar el único problema real que tienen); arreglarían la boca o el piso (trabajo por dentistas, albañiles, fontaneros, pintores), cogerían taxis, comprarían el diario o algún libro, llevarían a los nietos al cine o al zoo, volverían a ir a la plaza con el carrito, algún día comerían fuera, o irían al cine, o cogerían el tren para ir a ver a la familia ... Trabajo para todos, construyendo la economía desde los cimientos, beneficiando a quien realmente lo necesita. Sembrando y recogiendo el fruto. Todo el dinero se gastaría, se invertirían. Y, además, saldría más económico, en todos los sentidos que se pueda dar a esta palabra. Y, por encima de todo, más justo. ¿Hay algún gremio que no saliera beneficiado de esta inesperada inyección de dinero? Incluso los bancos se beneficiarían con estas comisiones que tan alegremente nos cobran ... Y los ayuntamientos, y Hacienda, etc. que recaudarían los impuestos por unos gastos que ahora no se hacen, cuando se deberían hacer más que nunca. Y que podrían invertir creando empleo.

Si, además, se hiciera justicia, no dejando salir de la cárcel a quien no devuelva todo lo que ha robado, más un plus por el mal que han hecho, dotando a los jueces y los inspectores de hacienda de los técnicos y las herramientas informáticas que necesitan para trabajar ... yo creo que gran parte del problema quedaría resuelto. Después ya podríamos hablar de política y encontrar la manera de que no vuelva a pasar.

Evidentemente, esto sólo es el germen de una idea que podríamos perfeccionar. Aunque parezca economía- ficción. Se admiten ideas. Incluso de economistas.

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