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Por La puntada .

Josep Lligadas es escritor

Ahora que estamos en tiempo navideño, podemos dedicar una mirada a la familia de Jesús, y al modo en que vive la vida familiar. Habitualmente se presenta la familia formada por Jesús, María y José como modelo de vida familiar, en el sentido de "vida familiar según el modelo tradicional". Y no estará de más ver hasta qué punto es así.

Nos acercaremos, pues, a los llamados "evangelios de la infancia", es decir, a los dos primeros capítulos de los evangelios de Mateo y de Lucas, que son unos escritos que quieren presentarnos, a través de los relatos en torno a su nacimiento (¡unos relatos deliciosos!) quién es y qué significa Jesús para los creyentes.

Y lo primero que encontramos al leerlos, es que a los evangelistas no les interesa en absoluto explicar cómo era aquella familia y cómo vivían. De hecho, de entrada, y por lo que conocemos de la vida familiar de la época, resultaría totalmente irreal una vida familiar en la que sólo se hable del padre, la madre y el hijo. La vida familiar de entonces era la de una familia extensa, donde padres, abuelos, hijos, tíos, primos y todo tipo de parentela viven en constante conexión. Y además de esto, no vemos en estos relatos prácticamente ninguna escena que pueda calificarse como de vida propiamente familiar.

¿Qué nos ofrecen, pues, los evangelistas? Nos ofrecen, básicamente, la acción de Dios que va más allá de todas las expectativas humanas. Y entonces, en respuesta a esta acción de Dios, nos ofrecen las actitudes vitales con que los tres protagonistas afrontan las realidades de la vida, que en su caso no son sencillas. Y encontramos cosas como estas: María que está dispuesta a responder a lo que descubre que Dios le pide, José que es un hombre bueno y ante el lío del embarazo de María quiere protegerla por encima de todo; José que cuando descubre la voluntad de Dios sigue adelante a pesar de todas las complicaciones, María que es una persona viva y activa que atraviesa el país para ir a ver a su prima, María que rompe todas las convenciones yéndose de casa estando embarazada; María que es toda ella un estallido de alegría; María y José que acogen a su hijo con toda la ternura; María y José que son personas religiosas que hacen lo que la ley de Israel les pide, José que actúa con empuje y decisión marchándose a Egipto ante la persecución; María que conserva todas las cosas en su corazón y descubre la huella de Dios en todo lo que le pasa; Jesús que crece y se hace hombre con todas las capacidades ... Si miramos estrictamente las relaciones familiares, podemos decir, sobre todo, que en todo momento sobrevuela un clima de amor y de acompañamiento mutuo. Y podemos destacar, también, dos escenas específicas: cuando Jesús, a los doce años, se queda en el templo y podemos ver unos padres preocupados por su hijo y un hijo que deja claro que el interés por las cosas de Dios pasa por delante de los lazos familiares, y cuando, después de esta escena, se nos explica que los tres vuelven a Nazaret y Jesús crece bajo la autoridad de sus padres, es decir, que es un chico como los demás chicos de su edad.

No, aquí no se presenta ningún modelo de familia. Aquí se presentan las actitudes básicas que vale la pena vivir en la vida de familia y no sólo en la vida de familia, sino en la vida en general. Sí, Jesús, María y José son un magnífico modelo. Pero no nos dicen nada de cómo debe ser la estructura familiar.

Pero hay más cosas. Hablaremos de ello en el próximo artículo.

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