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Durante estas dos semanas de Navidad y Reyes, hemos visto cómo, en Cataluña, Mas renovaba su cargo como Presidente, con el apoyo directo de Esquerra Republicana y el compromiso de la consulta y la "transición nacional" agendada para el 2014. Hemos aprendido en nuestro vocabulario cada vez más complejo, cómo, por ejemplo, se evitaba "el precipicio fiscal" en Estados Unidos, aún en estado de shock por la matanza de Newtown. Junto a otras noticias impactantes como la violación de la chica de Nueva Delhi, la enfermedad de Chávez y la paralización de Venezuela, y la decisión de Monti de presentarse a las elecciones italianas; hemos conocido otras noticias mucho menos importantes, pero que tienen un gran simbolismo: Depardieu, el gran actor francés, deja su residencia parisina para irse a Bélgica, con pasaporte ruso entregado por el mismo Putin, para evitar pagar más impuestos en su país. ¿Qué diría Lenin de la herencia de la Revolución de Octubre?

Iniciamos un 2013 lleno de desafíos. En mi opinión, se dibujan tres que marcarán nuestra agenda más inmediata:

1. En primer lugar, en Cataluña. ¿Qué "transición nacional"? ¿Con quién? ¿Desde qué determinado marco legal? ¿Es posible la agenda 2014 con la actual situación de crisis económica y social? Estas últimas elecciones han fragmentado y dividido nuestro país de manera muy notable: ¿Sabremos todos buscar y levantar, desde la civilidad y la catalanidad, desde el juicio y la fortaleza, un país de todos y para todos?

2. La Unión Europea sigue siendo el proyecto político, económico y social más importante que tenemos a nuestro alcance. El futuro de Cataluña, España, Francia y muchos otros países europeos pasa, indefectiblemente, por reforzar la Unión Europea como una realidad política y así evitar las pesadillas de la historia más oscura de la Europa del siglo XX. El equilibrio entre los grandes países y los pequeños, la redistribución de rentas, la desburocratización del aparato europeo y la democratización de las instituciones europeas figuran como los desafíos esenciales de cara a dar un paso adelante.

3. Y, finalmente, la necesidad de una nueva gobernanza mundial. La globalización ha hecho saltar los estados-nación en todo el mundo. Los mercados financieros y económicos, la industria de las comunicaciones, la industria biomédica y la de armamentos parecen gobernar el mundo sin las personas y, muy a menudo, en contra de ellas. La globalización ha debilitado los procesos de escrutinio público de los poderes, públicos y privados. Una gobernanza nueva es indispensable. ¿Para cuando?

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