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Después de las elecciones y de la fragmentación electoral, el nuevo gobierno debe responder a dos grandes frentes abiertos: la "cuestión nacional" y la crisis económica y social que vive el país.

Empecemos por el primero. Honestamente, yo no sé si lo mejor para Cataluña es la independencia, la confederación o federación asimetrica. Yo sólo sé que la actual articulación de Cataluña con España no funciona ni asegura nuestro desarrollo social, económico y cultural. El colapso del estado de las autonomías y la sentencia del Tribunal Constitucional sobre nuestro Estatuto han certificado la caducidad de la Constitución Española, al menos en lo referente al título octavo. La gran manifestación del pasado 11 de septiembre nos mostró el malestar de los catalanes y la exigencia masiva de una nueva situación. La "cuestión nacional", de encaje o no, la independencia con un "estado propio" o la federación o confederación con España con un nuevo marco constitucional, se dibujan como las únicas posibilidades a medio término que puedan obtener un acuerdo mayoritario. Las dos piden acuerdos adentro y acuerdos afuera. Acuerdos adentro difíciles, acuerdos afuera aún más difíciles. En cualquier caso, estas elecciones han mostrado Cataluña como un país plural, dividido y fragmentado, que deberá buscar acuerdos adentro para ser fuerte afuera.

En segundo lugar nos encontramos ante la crisis económica y social más fuerte desde la transición. Con índices de paro y de deuda pública muy elevados, las perspectivas de los próximos años siguen siendo muy pesimistas. Podríamos encontrarnos en una situación de colapso económico sin precedentes con las tensiones sociales pertinentes. Los datos saltan a la vista, la situación cada día es peor. No vale mirar hacia otra dirección. La salida de la crisis es la primera prioridad nacional y nuestro futuro nacional pasa indefectiblemente por salir del laberinto de la crisis económica y social.

Estos no son momentos para gobiernos débiles y dependientes de alianzas intercambiables. La urgencia de la situación obliga a las fuerzas parlamentarias a construir un acuerdo de gobierno de unidad catalanista a partir de dos pilares:

En primer lugar, responder a la crisis. Con ajustes presupuestarios y con medidas de reactivación de la economía y de redistribución de la riqueza de nuestro país que tenga como primera prioridad los sectores más débiles de nuestra sociedad. Saneando nuestra economía y empujan la investigación y la innovación como pilares de nuestro futuro económico.

En segundo, y como segunda prioridad, conseguir durante la legislatura las modificaciones legales pertinentes para consultar, de manera legal y vinculante, el pueblo de Cataluña sobre el futuro de su autogobierno de forma que pueda manifestarse de manera informada y plural.

Y acabo: un gobierno así sólo es posible entre CiU, ERC y PSC. Y posiblemente con el compromiso de Mas de no volver a presentarse.

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