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Tuve el privilegio de participar del II Congreso del Instituto de la Felicidad de la Coca Cola que tenía como lema: La felicidad es más si se comparte.

Mi reflexión me llevó a manifestar que el secreto de la felicidad, más que dar y recibir –el que da, siempre está por encima del que recibe- está en amar la vida y en compartirla cada día. Y es algo más, es vivir sin retener. El hermano de Asis, Francisco, no quería que sus hermanos tuvieran posesiones, porque de tenerlas, necesitarían armas para defenderlas. Es feliz quien comparte lo que es y lo que tiene.
Y compartiendo la vida, se crean unos vínculos que son más fuertes que la carne y la sangre, y el corazón se dilata y los brazos se abren para abrazar, acariciar, consolar, pero no se cierran para retener a nadie, de forma egoísta. Dándonos descubrimos que nuestro corazón está lleno de nombres y de rostros grabados a fuego: Y eso, no tiene precio, y es un gran tesoro, es la felicidad en grado puro.
Vivir así, nos lleva a entender que la felicidad es una manera de ir por la vida, ligeros de equipaje, sin nada que perder, porque todo está entregado.
Lo más importante no es que uno haga lo que quiera, sigo que quiera lo que hace. Y no pocas veces la felicidad radica en no hacer lo uno que quisiera, sino en lo que reclaman los compromisos adquiridos con las personas con las que compartimos la vida.
Nuestra libertad, es mayor cuando vivimos para los otros, cuando ponemos nuestra vida al servicio del Reino y de un nuevo Orden, cuando somos capaces de vivir “expropiados para utilidad pública”, anteponiendo el bien de todos, al propio y particular; porque “como a Jesús, la vida, nadie nos la quita, la damos y la compartimos, libremente porque queremos.”. Jn 10,18
Ponencia en el Congreso de la Felicidad de Coca Cola
Entrevista con Jesús Bastante

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