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Catalunya Religió

(Jordi Llisterri CR) Las palabras del papa Francisco durante la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II han puesto bajo la protección de los nuevos santos los avances que tiene que hacer la Iglesia. Dos figuras que según Francisco "colaboraron con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar la Iglesia según su fisonomía original".

Si Juan XXIII convocó el Concilio "demostrando una delicada docilidad al Espíritu Santo", Juan Pablo II quería ser recordado como "el Papa de la familia". Para Francisco, todo ello entronca con el actual Sínodo sobre la Familia que después de una primera etapa consultiva, está llamado a "ser dócil al Espíritu Santo en el servicio pastoral a la familia". Y este servicio pasa por "a adentrarnos en el misterio de la misericordia divina que siempre espera, siempre perdona, porque siempre ama".

Francisco ha insertado la llamada final a una nueva pastoral familiar en una breve homilía que ha leído íntegramente, sin sus habituales acotaciones personales, y que no ha sido interrota en ningún momento por los aplausos. La reflexión sobre los textos de la Octava de Pascua iniciado remarcando la necesidad de no olvidar las llagas de Cristo, "indispensables para creer en Dios", pero "no para creer que Dios existe, sino por creer que Dios es amor, misericordia, y fidelidad".

El coraje de los dos papas ahora santos fue "mirar las heridas de Jesús" y "no se avergonzaron de la carne de Cristo, no se escandalizaron de él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano porque en cada persona que sufría veían a Jesús". Esta "cercanía a los pecadores hasta el extremo" o "la esperanza y la alegría que se respiraba en las primera comunidad de creyentes" es para Francisco "vivir la esencia del Evangelio, esto es el amor, la misericordia, con simplicidad y fraternidad". Esta es "la imagen de la Iglesia que el Concilio Vaticano II tuvo ante sí" y ahora también quiere que marque el sínodo sobre las familias: "restaurar y actualizar la la Iglesia".

Como estaba previsto, la ceremonia de beatificación de los dos papas en la plaza de San Pedro del Vaticano ha sido seguida por cientos de miles de personas. En un lugar preferente al lado del altar, también ha asistido el Papa emérito Benedicto XVI.

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