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Catalunya Religió

Saludo de monseñor Enrique Benavent a la diócesis de Tortosa

Estimados hermanos:

En estos días en que estamos viviendo con alegría las fiestas de Pascua que pronto llegarán a su plenitud con la solemnidad de Pentecostés, he recibido la noticia de que el San Padre me había nombrado obispo de Tortosa. Quiero manifestar, en primer lugar, mi gratitud al Papa Francisco por la confianza que me ha manifestado al confiarme esta misión.

Deseo saludaros a todos: a los sacerdotes de la diócesis, a los religiosos, religiosas y personas consagradas al Señor, a los diáconos y seminaristas, a las familias, a los ancianos, a los jóvenes y a los niños. De una manera especial quiero recordar a todos aquellos que están pasando momentos difíciles por enfermedad, falta de trabajo, soledad, etc... No dudéis de que desde el momento que me notificaron el nombramiento, no ceso de recordaros en la presencia del Señor esperando tener la ocasión de encontrarnos y de conocernos personalmente.

En la segunda carta a los Corintios, san Pablo recuerda a aquellos cristianos que ha vivido su ministerio apostólico entre ellos "con amor sincero y con palabras verdaderas" (2Cor 6, 6-7). Así he querido vivir mi ministerio episcopal durante estos años y así quiero estar entre vosotros. Pedid al Señor por mí, para que sepa cuidar esta porción del pueblo de Dios que se me ha confiado con "amor sincero": No a la fuerza, sino de buena gana, es decir, con alegría cristiana; no por sórdida ganancia, sino con generosidad, buscando siempre los intereses de Cristo y no los míos; no como un déspota que se considera a sí mismo dueño del rebaño, sino con el deseo de que mi ministerio haga presente a Cristo, único pastor y modelo del rebaño.

Quiero ofreceros también "palabras verdaderas". No palabras mías, sino la palabra de Aquel que es la Verdad, la palabra del Evangelio: esta es la palabra que nos da la Vida, la palabra que limpia nuestro corazón, que nos permite permanecer en Dios y que posibilita que Él permanezca en nosotros. Me gustaría que en mis palabras resuene siempre la palabra del Evangelio y de la fe de la Iglesia. Esto es el que como obispo vuestro quiero ofreceros.

Nuestra diócesis de Tortosa es rica en historia, en cultura y en hermosas tradiciones que han nacido de la fe y aún hoy ayudan a que la fe se mantenga viva entre nosotros. Pero sobre todo es rica porque Dios nos ha concedido el don de la santidad: religiosos que vivieron con radicalidad la pobreza evangélica, misioneros que dejaron nuestras tierras para anunciar el Evangelio en países lejanos donde sufrieron el martirio, sacerdotes santos y religiosas que ayudaron a muchos jóvenes a descubrir su vocación al sacerdocio y a la vida consagrada, servidoras de los pobres y de los más necesitados, sacerdotes, religiosos y religiosas que dieron testimonio de su amor al Señor aceptando el sufrimiento por la verdad y prefiriendo perder la vida antes de que perder la fe. Esta es la gran riqueza de nuestra Iglesia. En este año de la fe, estos son los verdaderos testigos de la fe y los que nos indican permanentemente el camino que se debe seguir para la nueva evangelización. Desde este momento pido que ellos intercedan por mí, para que en todo momento viva con el deseo de santidad y de recorrer con vosotros el camino que nos lleva al Reino de Dios.

Desde este momento me pongo bajo la protección de la Virgen María, que es invocada en nuestras tierras con numerosas advocaciones. No he olvidado que, siendo aún sacerdote, prediqué unos días del novenario de la Virgen de la Cinta en la nuestra querida catedral de Tortosa. Cuando comienzo esta misión que se me ha encomendado quiero ponerme en sus manos y pedirle que la pueda vivir con una fidelidad semejante a la suya, con una entrega generosa que se haga vida en el ejercicio diario de mi ministerio. Quiero pedirle que en ningún momento aparezca en mi vida el desánimo en mi deseo de servir y dar la vida por vosotros. María, cuando recibió el mensaje del ángel y prestó la obediencia de la fe ya no miró atrás, sino que se lanzó, confiando en Dios, a lo que estaba por delante. Que ella me ayude a que en el fiel ejercicio de mi ministerio episcopal llegue a ser digno de conseguir el premio a que Dios me llama en Cristo Jesús.

Recibid mi saludo y mi bendición.

+ Enrique Benavent Vidal. Obispo electo de Tortosa

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