La palabra holocausto proviene de la contracción de las palabras griegas holos, que significa "todo", y kaustos, que significa "quemado". En el mundo bíblico, la palabra holocausto va ligado a la idea de sacrificio expiatorio, como podemos ver en el libro del Levítico 6, 1-23. La víctima animal, a menudo un cordero, sacrificada por los pecados debía ser enteramente consumida por el fuego del altar.