No hay resurrección si antes no ha habido muerte. Sin Viernes Santo no hay Pascua. Jesús anticipa este principio con claridad: «Si el grano de trigo, cuando cae a tierra, no muere, queda solo, pero si muere, da mucho fruto» (Jn.12,24). La fecundidad espiritual implica muerte, desasimiento, dolor, duelo… No se puede llegar a la meta sin recorrer el camino. Se quiere alcanzar la Tierra Prometida sin atravesar el desierto durante cuarenta años. El itinerario de la espiritualidad cristiana no prescinde de las etapas fundamentales.