La corrupción ha pasado al primer plano de la actualidad, con más fuerza que nunca. Mientras los ciudadanos estamos preocupados por el trabajo, por no perder la vivienda, por llegar a fin de mes, hay una dimensión paralela a la nuestra, donde las preocupaciones son otras: enriquecerse impunemente y fuera de la legalidad y mantenerse en el poder político, para, cerrando el círculo, asegurarse más impunidad y más enriquecimiento, a costa de la pobreza cada vez más severa de los que no estamos en esta dimensión.