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El martes casualmente cayó en mis manos el Diario el Mundo –casualmente, porque procuro no leerlo nunca- y me topé con un titular muy chocante y desquiciado. Decía que Zapatero, si salimos de la crisis, no se volverá a presentar, pero si persistíamos en ella, él se presentará nuevamente como candidato a la presidencia.

Pensé: ¡este es tonto! -¿cómo se me ocurre pensar semejante cosa del Presidente de los Españoles y de los Europeos?-. Si no salimos, lo lógico es que deje el camino para que venga uno más listo, o al menos un poco más lúcido que él y nos saque… y que él no se empeñe en abocarnos al desastre total, cuando ya poco podamos hacer y el paro sea del 30 o del 40%... ¡porque a este ritmo… poco nos falta!
Pero la lógica y el sentido común, no le funciona a nuestro querido Zp.
Lo cierto es que a fuerza de despropósitos, este Presidente, hoy borracho de vedetismo europeo ¡y americano!, ha conseguido aburrir, cansar y crispar al personal.
Si a esta situación le sumamos la oposición irresponsable y mediocre del PP y de otros partidos, también de la oposición, más los escándalos de corrupción, no es de extrañar que los ciudadanos “pasemos” absolutamente de la política actual y que la desesperanza vaya en aumento.
Hoy llega a mis manos una circular de Pere Casaldáliga, obispo, cuyo titular reza así: “Nos pueden quitar todo, menos la fiel esperanza”. Pero ha de ser, dice él, una esperanza activa, creíble, justificable y que actúa. Todo un reto, para no dejar que nos maten la esperanza, y que nos exige mirar más allá de todo lo que tenemos inmediatamente ante los ojos, y a sumir un compromiso personal, porque por ahí pasa el cambio, ¡o no pasa!
La esperanza es el motor y ella nace del compromiso personal, de la capacidad de cada uno para sumar, trabajar y luchar a pesar de todo: Ni zapatero, ni Rajoy, ni los políticos de turno y sus estrategias de distracción nos pueden amargar la vida y menos quitar la ilusión por vivirla.
Dicho lo dicho, me gustaría que la realidad de nuestra querida Iglesia, fuera muchas veces diferente a la del mundo de la política…. Y por eso, creo que en un coherente paralelismo con lo dicho más arriba, nos toca a los fieles, a las bases, sumar, vivir lo que realmente creemos y así, dar credibilidad hoy al mensaje de Jesús, porque en un tiempo de falta casi absoluta de líderes, Él sigue siendo nuestro único y gran referente, fuerza y guía.
Ayer leía algo que decía: La Iglesia no tiene que avanzar, lo que tiene, es que retroceder, ¡hasta sus orígenes!, allí está su fuente de vida y de renovación. Y me gustaría que junto a los Pastores de la Comunidad cristiana, de la Iglesia, seamos capaces de hacer, desde la caridad, este viaje de retorno: seguro que todos salimos enriquecidos y que todos ganaremos.
Por lo menos, ¡así lo veo yo! Y he querido compartirlo.

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