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Sergi Gordo Rodríguez, Secretario General y Canciller del Arzobispado de Barcelona, ​​pronunció las palabras que vienen a constinuació (fragmentos de la intervención completa), con motivo de la presentación del libro Alimento para el deseo infinito, de Francesc Grané (Claret 2012 ). Anteriormente, hemos publicado las intervenciones denk Francesc Torralba, autor del prólogo, y del autor del epílogo, Josep M. Rovira Belloso , que hemos ido publicando en CatalunyaReligió.cat por cortesía del autor del libro.

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Es una obra fruto de un autor que pertenece a una generación como la mía, nacidos en la década de los años 60, que dado como nos ha marcado positivamente el crecimiento en la fe cristiana y todo lo que hay en juego en la transmisión eclesial de la fe, sentimos el gozo y el deber del anuncio explícito de Cristo teniendo muy presentes las circunstancias de nuestro contexto social marcado más por una gran ignorancia religiosa y nihilismo light que no por una simple secularización.


(...) La inmensa mayoría de las citas a pie de página nos remiten a la Sagrada Escritura, convencido como decía San Jerónimo que "desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo". Sin embargo, no quiero dejar de remarcar que en una de las pocas ocasiones donde el autor dedica alguna cita a un teólogo sea, entre otros, al P. Karl Rahner, SJ, precisamente para acentuar y poner de manifiesto "uno de los problemas más importantes de la experiencia espiritual: la dificultad con el lenguaje", lo que nos recomienda "ser prudentes en las afirmaciones que se puedan hacer sobre Dios". Permítame que les lea este fragmento por favor! Vale la pena (cf.página 22).
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Finalmente, no podemos olvidar que el libro que presentamos ha sido redactado por un laico, padre de familia, que tiene la inquietud de "dar razón de la esperanza" (1 Pe 3,15) que lo hace creer, esperar y amar. Podemos decir que esta obra, fruto de un diplomado en Ciencias Religiosas, en Sociología y en Teología, es un buen elemento que ayudará a la reflexiónxión y pedagogía, especialmente en la gente de 20 a 50 años, de todos aquellos que tenemos hermanos, sobrinos, parientes, vecinos, "amigos, conocidos y saludados" -por decirlo en palabras de Josep Pla- que a menudo viven como si Dios no estuviera, o alejados de lo que consideran una religión "institucional", o que se dicen agnósticos y en cambio buscan con credulidad caminos alternativos para saciar la sedde vivir, el deseo infinito que nos marca. Se nota mucho que Francesc, director del Centro Edith Stein de la Delegación Diocesana de Pastoral Universitaria de nuestra archidiócesis de Barcelona, ​​ha tenido muy en mente las posibles objeciones, a veces bien banales, que sin embargo nunca deben ser menospreciadas sino que deben ser consideradas con toda honestidad.

(...) Por un lado, Francesc Grané invita a lo que podríamos llamar una "vida eucarística". Esta significa, en efecto, una experiencia de alimentarnos, de probar a Dios, propia a mi juicio de quien se ha tragado (es decir, ha "comulgado con") el anuncio gozoso proclamado y vivido por Cristo. (...) Por otra parte, considero que la obra que hoy se presenta también nos invita sobre todo a experimentar y-como dice el salmista-"probar que qué bueno es el Señor", es decir alcanzar todas y todos una experiencia profunda de Dios.

(...) Probar Dios en la Eucaristía! Esta es la cuestión. Parece algo fuera de nuestro alcance. Y, sin embargo, quien más quien menos, un día u otro, cualquiera de nosotros puede experimentar el paso benéfico del Señor para la propia vida. Alerta, ... que no hablo de experiencias extravagantes, irracionales, con no sé qué tipo de efectos especiales propios de películas de ciencia ficción. Cuando hablamos de probar y tener experiencia dee Dios estamos tratando de la experiencia razonable propia de aquel que encuentra a Dios en la cotidianidad de una eucaristía frecuente bien vivida, de una reconciliación que nos rehace el camino, de un fecundo servicio a los más necesitados, de un contacto familiar con la Palabra de Dios y una oración asidua. Esta es la experienciaque encontramos en los salmistas, los cuales en sus oraciones nos hacen sentir no tanto no sé qué tipo de "nirvana" o "armonía interior" sino a menudo y más bien el alboroto de las plazas y aun el ruido de las armas. Decía santa Teresa de Ávila que el Señor se encuentra "entre platos y ollas" (hoy diríamos: entre autobuses, despachos, ordenadores, mails, SMS, chats, rentadores y lavavajillas, mercados y retenciones en las carreteras volviendo del frenético fin de semana). Un semáforo, una cola, un ascensor, un atasco de autopista, la sala de espera de un médico ..., todo esto puede ser hoy "nuestro Sinaí"! (Madeleine Delbrêl). La Eucaristía, "alimento para el deseo infinito", nos hace probar que, como dice el autor, "somos seres habitados por el Misterio y que este Misterio es una persona que habita en nosotros, que nos habla y que nos ama desde las fibras más doloridas de nuestro ser. Un Amor que sale a nuestro encuentro "(cf. p. 62).

Esta es también nuestra experiencia si con los ojos bien abiertos nos damos cuenta de gente buena.

http://www.claret.cat/ca/llibre/aliment-al-desig-infinit

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