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En Corinto algunos no tienen ningún reparo en comer carnes sacrificadas a los ídolos. Lo pueden hacer porque los ídolos no son nada, siempre y cuando no hieran las sensibilidades de quienes tienen escrúpulos. Así lo explica esta semana el teólogo Josep m. Solà al comentar las lecturas de este domingo.

LIBRES SIN HERIR

Es muy edificioel interpretar el fragmento de la carta a los Corintios, que se lee en la segunda lectura de este domingo (1 Co 10,31 a 11,1) si no se tiene en cuenta que estos cuatro versículos son la finalización de todo el capítulo décimo , dedicado a la conveniencia o no, de comer carnes sacrificadas a los ídolos por parte de los miembros de la comunidad cristiana de Corinto. Para sacar el intríngulis, hay que tener en cuenta la totalidad del capítulo.

¿Cuál era el problema?. En los mercados públicos de Corinto se vendía carne, que previamente había sido sacrificada a los ídolos. La gente la comía normalmente en su casa. Este hecho originaba dentro de la comunidad dos tipos de comportamientos opuestos. Había un grupo, que comía la carne sin ningún tipo de contemplación. Según ellos, comer carne sacrificada, o incluso panrticipa en los banquetes de los templos en honor a alguna divinidad no era ningún problema, porque no tenían ninguna intención de rendir culto a los ídolos, ya que éstos, una vez se habían adherido a Cristo, no eran nada. El otro grupo, quizás en sintonía con el judaísmo, rechazaba comer. Seguramente alguno de los animales era considerado impuro (el cerdo) por el judaísmo y también era cualquier cosa que hubiera entradoen contacto con una divinidad pagana.

La reacción de Paz, expuesta a lo largo del capítulo décimo puede dividirse en tres partes. En la primera (vv.1-11) advierte a los corintios que pueden caer en el peligro que cayó Israel, que, aún habiendo recibido favores de Dios, respondió con la infidelidad. Si el solo hecho de pertenecer a pueblo de Israel no era ninguna garantía de inmunidad, Tampaoc lo es el hecho de pertenecer a una comunidad cristiana.
Siguen (vv. 12-24) los argumentos dedicados a quienes comen carne. Pablo admite que el valor Cristo invalida el valor y el sentido de la religiosidad pagana. Tampoco está de acuerdo con la distinción del puro y el impuro, pero advierte a quienes comen carnes del peligro de entrar en comunión con los demonios (10,20), es decir, de volvera sintonizar con la religión pagana. Para el apóstol, estos actos, que tenían trascendencia social, no se podían realizar al margen del impacto que producían y el ejemplo que daban. Y, sobre todo, no podían herir los sentimientos de los demás miembros de la comunidad, que no comían estos carnes.

A estos Pablo les dedica la tercera parte (vv.25-30). Les recomienda que no hagan pesquisas, torturant a la conciencia y, por tanto, si les dan carne que en coman, y si alguien provocándoles les ofrece carne sacrificada, se abstengan.

Llegados aquí se entiende que la lectura de hoy diga que todo debe ser para gloria de Dios. Por encima las discusiones y las rivalidades debe haber la gloria de Dios y estos se erige como criterioúltimo de toda actuación cristiana. Y, evidentemente, esta gloria de Dios va indisolublemente unida al amor ya la delicadeza hacia los demás. La segunda advertencia del colofón es evitar el escándalo. Si comer carne debe ser motivo de escándalo, hay que evitarlo. El cristiano no puede imponer a nadie su propia libertad. No escandalizar a los judíos por la qüestió del puro y el impuro, ni escandalizar a los griegos, los paganos, que podrían ver una contradicción entre el ser cristiano y seguir participando en prácticas paganas. Y para remachar el clavo: el ejemplo de Pablo, que antepone el bien de la comunidad por encima puntos de vista personales.

Domingo 6 durante el año
12 de Febrero de 2012

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